Tras varios días encerrada en casa oyendo las diferentes especulaciones más o menos conspiranoicas, hoy he tenido una caída en cuenta. Puedo estar equivocada, pero es más intuición que otra cosa.

El ser humano ha pasado por varias fases en cuanto a contenidos respecto sí y al mundo (entendiendo mundo como universo, no como planeta). Por ejemplo: si La Tierra (y con ella la especie) está en el centro del universo o no. Cuando se observó que no, que es un planeta más y que además orbita en torno a una pequeña estrella, en las cabezas pasaron cosas. En la estructura de la conciencia pasó algo, se ubicó espacialmente en otro lugar.

Cayeron muchas creencias y la especie tuvo que hacer un reajuste de su posición en el universo. También se ha pasado por teocentrismo, antropocentrismo, etc. Diversos contenidos en la conformación de la estructura conciencia-mundo, que han ido modificándose.

Observando el momento actual, hay contenidos que se vienen arrastrando hace milenios, por poner un ejemplo diré que uno de ellos es que la conciencia humana es pasiva, a los humanos las cosas “nos pasan”, nosotros no tenemos que ver con ellas, suceden y ya está (máximo exponente de esto es toda la psicología freudiana y sus falacias respecto a la existencia de subconsciente, inconsciente, etc).

Otro de los contenidos que afectan a la estructura conciencia-mundo es la creencia en la imposibilidad de cambiar nada, de hacer nada, de no ser nada y por lo tanto, de estar a merced.

A merced del propio psiquismo y su mecanicidad, de la propia biografía y las vivencias pasadas, a merced del temor al futuro, de las decisiones del presidente de la comunidad del edificio, de los políticos del país, de los políticos del continente y en última instancia, de Dios.

Otro tema operando en este momento es el clima de exclusión, pareciera que al ser humano todo le es ajeno, su vecino del bloque, la economía del país, las guerras, la pobreza o riqueza, la naturaleza. Ese mundo está afuera, es independiente, no tiene que ver con él.

Los seres humanos, desposeídos de todas sus capacidades para gestionar:

Su salud, delegada en el estamento médico.

Su capacidad para la resolución de conflictos, delegada en la judicatura. Es un tercero el que valida una u otra actitud en el conflicto en base a leyes, redactadas por un cuarto.

Su formación, delegada en el estamento educativo.

Su capacidad para procurarse el propio alimento, delegada en toda la industria alimentaria y la distribución a través de los supermercados.

De gestionar su espiritualidad, delegada a las diferentes iglesias, gurús, etc.

En definitiva, asistimos a una etapa en la que el sujeto está deconstruido, la etapa de los “seres-nada” sobre la que ya mentaba Félix Rodrigo Mora.

En otras palabras, es como si todo eso estuviera afuera y uno estuviera a merced de todo. Algo así como si la conciencia estuviera exiliada, condenada al ostracismo.

La intuición que he tenido es respecto a si esa conciencia, por necesidad, va a saltar hacia la inclusión y la responsabilidad.

Quizá vivamos un momento bisagra. Algo así como pasar de ubicarse afuera de todo, a ubicarse espacialmente adentro y en forma de estructura, como una pieza más de un gran engranaje. En estructura con el mundo y con otros.

Si esto pasara, habría que hacer un reajuste en cuanto a la delegación de poder y la responsabilidad personal. Podría pasarse de creer que “no somos nada” a creer que “cada uno es un agente activo de lo que pasa”.

Puede que de repente, empezara a aparecer gente capaz de convivir en comunidades armónicas que ponen todo avance tecnológico, sanitario, energético, etc al servicio de otros y de sí.

¿Y si la conciencia se está sacudiendo el clima de exclusión y el contenido “nada tiene que ver conmigo”?

¿Y si la conciencia está a punto de ubicarse espacialmente “adentro de”?

¿Y si no tenemos que estar en manos de nadie?