Por María Teresa Gallo Rivera y Elena Mañas Alcón*
ONU Mujeres ha denunciado que la crisis de la covid-19 está afectando a mujeres y niñas en áreas, como la salud, la seguridad, la estabilidad laboral, la obtención de ingresos, los trabajos de cuidados y la violencia doméstica y de género.
La pandemia ha puesto en peligro muchos de los avances en igualdad de género que se habían alcanzado.
En el ámbito de las empresas, para recuperar el terreno perdido, ellas deben tomar medidas con un claro enfoque de género que:
1. Garanticen la igualdad de representación en la planificación y la toma de decisiones relativas a la covid-19.
2. Impulsen un cambio en pro de la igualdad en las cuestiones relativas a los cuidados remunerados y no remunerados.
3. Incluyan a mujeres y niñas en las acciones empresariales que aborden el impacto socioeconómico de la covid-19.
Pero, ¿están preparadas las organizaciones empresariales para llevar a la práctica estas acciones? ¿Qué ventajas supondrían para las organizaciones?
La RSG, una estrategia transversal en las organizaciones
Aunque en el ámbito empresarial la perspectiva de género solo se ha tratado parcialmente, comienza a ser considerada un principio a tomar en cuenta en el desarrollo del modelo de negocio y la cultura empresarial.
Esta evolución deberá conducir hacia el desarrollo del concepto de Responsabilidad Social de Género (RSG), con el que se busca promover la igualdad y la no discriminación por género en las empresas.
Muchos especialistas proponen una estrategia transversal de RSG que, además de las relaciones laborales y la gestión de los recursos humanos, incluya los procesos de producción, aprovisionamiento, marketing y gobernanza de la empresa.
Esta estrategia seguiría el esquema del Libro Verde para la RSE que define dos líneas de trabajo, la interna y la externa.
Ámbitos de la responsabilidad social como marco para la integración de la igualdad de género
La dimensión interna contempla las áreas de gestión de recursos humanos, salud y seguridad en el trabajo, adaptación al cambio, y gestión del impacto sobre el medio ambiente y los recursos naturales.
La dimensión externa pone el foco en las comunidades en las que opera la empresa; los proveedores, los consumidores y los socios comerciales; los derechos humanos, y los problemas ecológicos a escala mundial.
Ambas dimensiones son igualmente relevantes y trabajar en ellas, durante y después de la COVID-19, puede ser una gran baza para las organizaciones.
*Este es un artículo de María Teresa Gallo Rivera y de Elena Mañas Alcón, ambas profesoras titulares de Economía Aplicada de la Universidad de Alcalá, en España.
Las recomendaciones de ONU Mujeres y el Pacto Mundial de Naciones Unidas
Ante la crisis de la Covid-19, ONU Mujeres y el Pacto Mundial de Naciones Unidas señalan cinco ámbitos en los que el sector privado debería actuar bajo el enfoque de género:
1. En el liderazgo, implementando políticas y respuestas a la crisis que refuercen la comunicación con las y los trabajadores y apoyen el teletrabajo.
2. En el lugar de trabajo, para facilitar la flexibilidad, promover las corresponsabilidades de cuidado. Se ha de prestar especial atención y apoyo a la salud física y mental de los y las trabajadoras, y, muy en particular, a la violencia de género durante el confinamiento.
3. En relación al mercado, potenciando y visibilizando la actividad de mujeres empresarias locales, bien por haberse visto afectadas por la crisis o por su eficaz gestión de la misma.
4. En la comunidad, subvencionando organizaciones de apoyo a colectivos vulnerables, haciendo donaciones a la comunidad, o estableciendo moratorias en el pago de alquileres o servicios, entre otras acciones.
5. En transparencia e informes, informando de las repercusiones económicas de la pandemia, los casos de violencia y abusos en confinamiento, así como de las tasas de infección diferenciadas por género, como parte de su compromiso con los [Principios de Empoderamiento Femenino (PEM)].
Junto a lo anterior, ¿qué más pueden hacer las organizaciones?
En el frente interno se debe:
- Gestionar los procesos de adaptación al cambio, sin acrecentar las brechas de género existentes, ni afectar la sostenibilidad de las políticas de igualdad.
- Abordar la gestión del impacto medioambiental y de los recursos naturales bajo el enfoque de género desde una triple consideración: liderazgo, ciencia y tecnología, y compromiso a largo plazo.
En el frente externo hay que:
- Aplicar los criterios de RSG a los eslabones de la cadena de valor, proveedores, consumidores y socios comerciales, sobre los que la empresa puede ejercer cierto control.
- Apoyar el cumplimiento de los derechos humanos, especialmente en lo relativo a la igualdad de oportunidades y el empoderamiento de las mujeres.
- Incluir el enfoque de género en su visión de los problemas ecológicos globales.
La gestión de la crisis, ¿cambia según el género?
Resulta de gran interés observar las diferentes formas en las que los gobernantes han afrontado esta crisis.
Dada la menor participación política de las mujeres, son muy pocas las que han estado al frente de la gestión de la pandemia. Pero, por diversas razones, sus decisiones están siendo objeto de una especial atención.
En el futuro, el estudio y análisis de algunas de las medidas tomadas por estas mujeres, así como de sus estilos de liderazgo, podrán servir de referencia útil para las y los líderes de las organizaciones.
Parece que la virtud de aceptar y expresar su vulnerabilidad les ha permitido ofrecer respuestas más rápidas, eficaces y sostenibles ante esta crisis, y probablemente ayudará a sus países a estar mejor preparados para crisis futuras.
También las empresas deben cuidar de los suyos
De esta pandemia, y de sus consecuencias económicas, saldrán reforzadas en términos de responsabilidad social las organizaciones que hayan sido capaces de poner el cuidado de las personas en el centro de sus decisiones.
Así lo reflejan los resultados de la última encuesta de Reputation Institute en Estados Unidos: el 59% de los encuestados cree que cómo afronten las empresas ahora la gestión de los despidos, bajas por enfermedad, etc. afectará a su reputación a largo plazo.
En definitiva: tras el tsunami de la COVID-19, las empresas serán juzgadas, sobre todo, por cómo hayan tratado a sus empleados y empleadas.