La médica infectóloga y secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, dialogó con Lucas Molinari en Radio Gráfica sobre las medidas que se están llevando a cabo desde el Gobierno Nacional para enfrentar la pandemia de coronavirus e hizo referencia a la situación de los barrios populares. “No podemos pensar en generar una acción que sea ‘hasta que pase la pandemia’. Si lo podemos hacer ahora, lo tenemos que sostener”, aseguró.
Estás todos los días al frente de esta pelea que estamos dando como pueblo argentino, informándonos y también hablando del cuidado. ¿En qué situación estamos?
Estamos en una situación que es muy diversa en función de cada uno de los lugares del país. Más del 85 por ciento de los departamentos de Argentina tienen una situación muy favorable, se encuentran en una reapertura programada y progresiva. En algunas áreas, como por ejemplo, Resistencia, Córdoba, algún lugar de Río Negro, se está trabajando fuerte para controlarlo. La situación más complicada, donde tenemos que redoblar los esfuerzos, es la región metropolitana de Buenos Aires, con aglomerado urbano, con un número muy importante de habitantes, y con la dificultad de interrumpir la circulación comunitaria.
Se está hablando de que las próximas semanas aumentan los contagios de entre 6, 7 y 10 semanas. ¿Es así?
Eso son estimaciones. Lo que nosotros tenemos que intentar es de generar acciones para intervenir esas estimaciones. Sabemos que en un aglomerado urbano, de millones de habitantes, la interrupción de la transmisión es más difícil. Sobre todo sabemos que cuando se dispara y empieza aumentar exponencialmente el número de casos, la posibilidad de control es más complicada y el ascenso es muy rápido.
En este momento lo que tenemos que hacer es organizarnos muy fuerte en varios ejes. Primero, organizar las actividades, los protocolos, las acciones de industria o de comercio muy estrictas para monitoreo. Que cada una de las personas que realiza alguna actividad entienda la importancia del lavado de manos, del distanciamiento social, de todas las actividades que previenen la transmisión. Y, el punto más importante, es no subestimar ningún síntoma.
Sabemos que los barrios populares son los más complicados y allí están los movimientos sociales. ¿Cuál es tu balance del accionar que están haciendo desde la militancia, desde el amor por su barrio, por su vecino, los sectores más postergados?
Esto no sorprende porque lo vienen haciendo todo el día, todos los días. Sí conmueve el esfuerzo, el compromiso, cómo se redobla y se saca la fuerza cuando ya parece que no hay. Las organizaciones sociales, los curas villeros, son los verdaderos protagonistas en este contexto, donde Estado tiene que estar presente pero no es suficiente sin esa confianza, sin ese brazo que llega a la comunidad. El rol que tienen las organizaciones sociales y la iglesia es fundamental.
Desde un primer día supimos que nuestro desafío iban a ser los barrios populares, las personas que viven en situación de calle y las comunidades originarias, sumadas al contexto de encierro y a las instituciones cerradas. La imposibilidad concreta de poder cumplir las recomendaciones por una situación habitacional, por el contexto de hacinamiento, es algo que sabíamos que existía. Estamos trabajando desde el principio con cada una de las jurisdicciones para generar acciones específicas. El rol del testeo precoz y el aislamiento para su cuidado y para minimizar la transmisión en un barrio popular es importante, y sin lugar a dudas sin las organizaciones no hubiera sido posible construir el detectar y construir esta sinergia para darle pelea al virus.
Transmitimos para el conurbano y para toda la ciudad, pero hay mucho arraigo por estar aquí en La Boca con la red de cooperación que se ha formado apenas arrancó la cuarentena. Están entregando 10 mil platos de comida por semana. Muchas condonaciones. En la ciudad a veces es compleja la relación con el Gobierno porteño, pero se fue avanzando y sistematizando lo que en otros barrios es el comité de crisis. Y lo que me consultan es si se puede armar algún tipo de mapeo, en coordinación con las autoridades sanitarias, para quienes hacen el trabajo de las ollas y que estén seguros.
Desde el ministerio de Salud de la Nación con Desarrollo Social se hizo una resolución ministerial conjunta en relación al abordaje de los barrios populares. El eje del comité organizativo de emergencia, no solamente a nivel nacional, jurisdiccional sino en las comunas y en cada uno de los barrios, es clave porque cada barrio tiene su particularidad, y las organizaciones y la Iglesia tienen que estar sentados en esa mesa. Con la Ciudad de Buenos Aires hemos iniciado esta estrategia. Estamos en cinco de los barrios populares más densamente poblados con el detectar, que lo que hace es buscar a las personas que tienen síntomas casa por casa, acompañarlas para testear, esperar el resultado y después, si es positivo, generar ese aislamiento cuidando al barrio.
Hemos participado de las mesas de los comités de crisis de la organización en cada uno de los barrios. Lo que primero se puso en común es que es momento de dejar de lado las diferencias, que van a seguir estando, para mancomunar esfuerzos para enfrentar la pandemia, y una vez que pase, volver a plantear las diferencias. Estamos armando esta estrategia de poder informar a cada barrio cuál es la situación y generar un circuito de información de prevención, con recomendación muy específica para su particularidad. También estamos trabajando con Desarrollo Social, con presidencia, con sociólogos en este mapa de los barrios en relación a los riesgos y la situación epidemiológica.
Pensaba en las barriadas populares, para algunos es novedad que la gente vive muy hacinada. En realidad en las villas los que más padecen esto son los que alquilan, los sectores más postergados, los que también están por fuera de todo. ¿Se puede construir un concepto de barrio que, desde el punto de vista epidemiológico, sea seguro? ¿Cómo te imaginas la pospandemia?
Cada acción que se toma, cada medida que se toma digo “pero esto no tiene que ser por la pandemia, esto tiene que ser para siempre”. No podemos pensar en generar una acción o que una persona en situación de calle vaya a un parador hasta que pase la pandemia. Si lo podemos hacer ahora, lo tenemos que sostener. Me parece que ese es el concepto con el cual tenemos que empezar cada una de las acciones. Tenemos que transformar una situación muy compleja en una oportunidad, y que después de esto podamos realmente tener una condición mejor y empezar a plantearnos seria y maduramente cómo se puede reconstruir. Viendo la organización, la solidaridad y la empatía que tiene los barrios, el Estado sin duda tiene que estar mucho más presente y construir sobre lo construido pero pensando a largo plazo.
Ayer en Villa Itatí estaban terminando una obra que ya está toda paga, del gobierno anterior, de canillas comunitarias. Los referentes barriales nos decían que María Eugenia Vidal había tomado esa decisión sin consultar. Canillas comunitarias es volver 40 años atrás, lo que tenemos que plantear es que todos tengan agua sino se naturaliza la desigualdad. Este virus lo que nos plantea es que si los pobres están mal… Aparte que fue un virus que lo trajeron los ricos, que también es un tema para discutir desde el punto de vista político.
Eso también es sociológica y filosóficamente una discusión interesante en el sentido de que el virus vino de Europa, de la clase media alta que tenía posibilidades de viajar y de llegar. Y eso pasa con todos los virus. Siempre recuerdo el 2010, cuando fue el mundial de fútbol. En Sudáfrica había un brote de sarampión y vinieron dos personas infectadas de clase media alta. El impacto de la mayoría de los casos fue de la gente que trabajaba en las casas de esas personas y se iba para el conurbano a vivir. Ese tránsito de clases sociales a las barriadas cuando llega el virus, y después el impacto que tiene en las clases más populares es realmente una situación que duele porque genera mucha impotencia. Pero tenemos que transformarlo en acción y es lo que está pasando ahora. lo que se ha logrado mover. Mucha gente dice que “se tendría que haber hecho antes”, y la verdad que sí. Pero todo lo que se sinergizado con Desarrollo Social, Salud, Provincia, las organizaciones, los curas villeros es algo que tenemos que aprender a sostener y potenciar a larguísimo plazo.
También se ha hostigado en Argentina a quienes están en la ciencia, quienes están en los hospitales públicos. El Malbrán fue visitado por primera vez desde su fundación por un presidente. ¿Qué están debatiendo en el ministerio de Salud al respecto? Porque también se está buscando la vacuna…
Es impresionante y muy importante comos siempre en los peores momentos ,y a pesar de no haber sido realmente jerarquizados, el Malbrán es un instituto de referencia a nivel mundial. La potencialidad que tienen no solamente de haber dado respuesta desde el primer día, sino de haber aislado al virus, de haber trabajado capacitando a todos los laboratorios, de seguir investigando de forma incansable para poder más respuestas. Este aislamiento social preventivo y obligatorio que tenemos le dio tiempo a la ciencia argentina para generar los tics diagnóstico, para la serología, para poder tener respuestas argentinas a situaciones argentinas.
Realmente poder jerarquizar la ciencia, la tecnología, la salud, que es el círculo virtuoso y que se cierre en la utilización de los desarrollos argentinos en la salud pública es un paso muy importante. Cuando sucede en los momentos de crisis tienen más relevancia todavía, y que sin lugar a dudas no solamente tenemos que sostener sino profundizar. El talento humano que tenemos en argentina es enorme.
El gobierno argentino está desarrollando una política muy seria, criticada por los profetas del odio. Pero, en el continente tenemos a Brasil, una situación muy compleja. ¿Qué nos dirías de lo que está pasando en nuestra región?
La región tiene una situación complicada en diferentes ámbitos. Brasil, junto con Estados Unidos, es el epicentro de los casos, de los fallecidos, de una política pública que no ha jerarquizado la única herramienta que está demostrada, que es el aislamiento social.
La fortaleza que ha tenido Argentina es haber tomado esta medida de forma muy oportuna pero sobre todo a nivel nacional. Lo que sí vimos cuando analizamos qué hacer, que tanto en España, como en Italia, inclusive en Corea se fueron cerrando áreas de los países. No es que se realizó una medida homogénea en todo el país. Y esto es lo que pasa en Brasil, cada gobernador va tomando su propia decisión.
La medida del aislamiento a nivel nacional y la interrupción del transporte interurbano ha sido lo que ha permitido interrumpir la circulación, y que haya provincias que al día de hoy no tengan ningún caso. Brasil es el ejemplo de una decisión más descentralizada.
Con respecto a la vacuna ¿te da miedo que lo agarre un laboratorio privado que lo patente? ¿Es posible en este mundo?
El desarrollo de una vacuna es una expectativa enorme. Tenemos que ser realistas, que saber que no va a ser a corto plazo y que si se puede desarrollar alguna línea de trabajo tampoco va a tener una escala para que todo el mundo acceda al mismo tiempo. Siempre el mercado, el capitalismo y las posibilidades económicas tan distintas de los países del mundo van a influir en eso sin lugar a dudas. En 2009 cuando fue la pandemia de gripe A H1N1 y se desarrolló una vacuna, antes siquiera que esté, todas las dosis que se iban a poder producir estaban comprometidas para los países del hemisferio norte. Ahí fue cuando Argentina declaró a la producción de vacunas como un interés nacional, y pudo generar una planta de producción y acceder de forma oportuna a la vacuna antigripal en el año 2010. Tenemos la ventaja de tener a Ginés y la salud como una prioridad, y la expectativa de poder generar acciones para que Argentina pueda acceder a una vacuna. Pero siendo realista pienso que no va a ser algo universal ni de corto plazo.
Por lo tanto vamos a tener que aprender a vivir con estos cuidados…
Deberíamos tener esos cuidados desde siempre porque hay muchísimos otros virus respiratorios que se transmiten igual que el coronavirus y que tienen un impacto muy grande. Es algo que deberíamos sostener, como la empatía y todo lo que veníamos hablando del trabajo, para seguir mejorando y ampliando derechos y respondiendo a las necesidades. En el transporte público deberíamos poder sostener una mejor calidad de viaje. Todas esas situaciones minimizan la transmisión de enfermedades respiratorias. Cuando nosotros miramos la cantidad de notificación de enfermedades respiratorias ahora estamos un 80 por ciento abajo del año pasado. El 90 por ciento de los virus que circulan ahora son de coronavirus.
- Entrevista realizada en Punto de Partida (Lunes a Viernes de 8 a 10).
- Redacción por Erika Eliana Cabezas