– Un proyecto de alianzas entre cooperativas agropecuarias y entidades locales facilita la respuesta del agro de Cuba, que debe elevar la producción de alimentos en condiciones adversas ante la pandemia del nuevo coronavirus.
“Todo se ha mantenido casi igual, solo los trabajadores mayores de 60 años están en sus hogares. Priorizamos los cultivos intercalados y la venta de productos agropecuarios a la comunidad”, dijo a IPS Marelis Montiel, una de las coordinadoras de la iniciativa en el municipio de Alquízar, en la provincia de Artemisa, que colinda con La Habana.
Se trata del proyecto Apocoop: apoyo a la intercooperación agropecuaria, que desde 2015 promueve la gestión de 47 cooperativas en alianza con otras instancias en cuatro municipios cubanos (Alquízar, El Salvador, Manatí y Banao) para impulsar el desarrollo local y mejorar la seguridad alimentaria de 160 000 habitantes.
La intercooperación consiste en el fortalecimiento de servicios en cada cooperativa para de conjunto producir más alimentos en los municipios y generar empleos, sobre todo para mujeres, de acuerdo con las bases del proyecto coordinado por la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, que reúne 150 000 productores en Cuba.
La iniciativa, que cuenta con el apoyo de la oenegé humanitaria Oxfam y el financiamiento de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación, logró el trabajo conjunto en la preparación de tierras, reparación de maquinarias, producción de semillas, procesamiento y comercialización, así como en gestión cooperativa.
También implementó 22 iniciativas económicas de mujeres que apoyan a las familias y comunidades rurales como talleres de artesanías, florerías, peluquerías-barberías, lavanderías, nave para la crianza de aves, ventas de jugos de frutas, pequeña industria de alimento animal y casa de posturas, entre otras.
“Los vehículos que recuperamos gracias al proyecto nos permitieron crear seis puestos móviles de venta para mantener los suministros durante la covid-19”, puso como ejemplo Montiel, sobre tractores con carretas acopladas y camiones que expenden cada día alimentos en Alquízar, de 32 000 habitantes.
Una segunda fase de Apocoop espera por la aprobación de las autoridades cubanas para extender la experiencia a 102 cooperativas en 17 municipios en las cuatro provincias iniciales; Artemisa, Santi Spíritus, Las Tunas y Guantánamo.
La expansión urge más para prepararse para la pospandemia, en un país que importa entre 60 y 80 por ciento de los alimentos que consume.
En la primera etapa, concluida en 2019, la iniciativa incrementó 93 por ciento las producciones de las cooperativas, elevó los ingresos 95 por ciento y 54 por ciento de los empleos creados fueron ocupados por mujeres.
Además, se incrementó hasta 29 por ciento el autoabastecimiento de alimentos en los cuatro municipios participantes.
“Abriremos más empleos para la comunidad, como mínimo 20 y a incrementarse, con prioridad para las mujeres rurales”, anunció a IPS la técnica en economía Mirtha Suárez, que dirigirá una pequeña industria de procesamiento de frutas, tubérculos y vegetales, en la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Álvaro Reynoso.
En una zona rural de difícil acceso de Alquízar, de casas distantes y grandes extensiones de tierra, la industria que se construye con fondos del proyecto aportará empleos para mujeres que viven cerca de la sede de la cooperativa compuesta por 118 fincas y 247 integrantes, de los cuales son mujeres solo 62.
“La pequeña industria debe procesar diario cinco toneladas de viandas (tubérculos), hortalizas, vegetales y frutas, en formatos más pequeños para el mercado local y luego en paquetes más grandes, de 25 y 50 kilogramos, para grandes clientes como el sector del turismo”, indicó a IPS el vicepresidente de la cooperativa Leonardo Dalmau.
Beneficiada con los talleres de capacitación y un camión de carga, esta cooperativa que aporta 13 000 toneladas anuales de alimentos eliminó las pérdidas de cosechas que quedaban sin recoger a falta de transportación y percibe ingresos por la prestación de este servicio a precios más bajos a otras cooperativas.
“Apocoop no es un proyecto de grandes recursos sino de organización del trabajo. Históricamente las cooperativas se han ayudado mutuamente de una forma u otra, pero el proyecto nos enseñó a interpretar y oficializar la intercooperación entre las formas productivas del municipio”, evaluó Dalmau.
Cuba cuenta con 6,4 millones de hectáreas de tierras agrícolas, de las cuales 79 por ciento son de propiedad estatal, 14 por ciento es privada y siete por ciento pertenece a cooperativas. No obstante, las 4 800 cooperativas del país gestionan 67,8 por ciento de la superficie cultivable y son la base de la producción de alimentos.
Escasez de insumos y maquinaria, poca fuerza laboral y limitaciones a su autonomía reconocida por la ley, entre otros, frenan el despegue de las agrocooperativas, en una economía en picada desde 2016 por debilidades internas, recortes del crudo enviado por su socio y aliado Venezuela y el recrudecimiento del embargo estadounidense.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) pronosticó que la pandemia s causará una caída en la economía cubana de 3,7 por ciento del producto interno bruto (PIB). Esto agravará la situación en el país de 11,2 millones de habitantes, cuya economía se estima que solo creció 0,5 por ciento en 2019.
Todas las presiones apuntan al agro, en especial las cooperativas agropecuarias, a través de un plan de emergencia que retoma estrategias aplicadas en los años más duros del inicio de la crisis económica de 1991: cultivos de ciclo corto, abonos e insecticidas orgánicos, tracción animal y la cría de ganado menor.
“El 70 por ciento de los campesinos con tierras de esta cooperativa produce y aplica materia orgánica en los suelos, y tenemos dos fincas agroecológicas diversificadas”, indicó Emilio Milián, presidente de la CCS Abel Santamaría, que participa en Apocoop en Alquízar y produce 1080 toneladas anuales de alimentos.
El principal aporte de la iniciativa para este colectivo de 14 fincas y 237 socios de los cuales 46 son mujeres, consistió en la reparación y compra de maquinaria nueva para crear un servicio especializado de preparación de tierras. “Los dos operadores están calificados para arar e introdujimos un manejo agroecológico”, apuntó Milián a IPS.
“Además los técnicos les dan charlas a los campesinos sobre la importancia de cuidar la capa vegetal de los suelos y eliminar la mala práctica de quemar los restos de cosechas, pero queremos a futuro pasar a la agricultura de conservación (labranza cero)… tenemos tierras cercanas a la costa y afectadas por la salinidad”, amplió.
El servicio de preparación de tierras apoya a productores de otras siete cooperativas, a precios más bajos que la empresa estatal dedicada a ello, y a integrantes de la cooperativa como José Alberto Valdés, que coordina la finca familiar Cataluña, con 16,2 hectáreas destinadas a la siembra de flores, tubérculos y hortalizas.
“Tengo dos porciones de tierra, una de ellas de casi una hectárea, que estoy aprovechando gracias a los tractores de la cooperativa. Antes las tenía sin sembrar y estamos hablando de 6,5 por ciento de la finca”, puso como ejemplo Valdés, que agradece el acceso a este servicio especializado.
La parcela genera empleo para 14 trabajadores, de los cuales cuatro mujeres se dedican al cuidado de las flores como Aleida García. “Siempre he estado vinculada a la tierra… me gusta el trabajo y da para vivir. La juventud de hoy casi no trabaja en la agricultura, falta promocionar eso”, compartió con IPS.
El sector agropecuario emplea 840 239 trabajadores, de los cuales 169 814 son mujeres, aunque desde 2015 el ramo agrícola implementa una Estrategia de Género del Sistema de la Agricultura de Cuba en busca de elevar la participación y empoderamiento femenino.