A medida que la pandemia del COVID-19 causa estragos en todo el mundo, experimentamos la mayor muestra de solidaridad en la historia humana.
Actualmente, los cierres y el confinamiento abarcan la mayor parte de la población mundial con la intención de evitar la rápida propagación del virus dentro de las comunidades y proteger tanto a las personas mayores como a aquellas cuyas condiciones de salud preexistentes las exponen aún más. Además de mantener en suspenso la vida y los medios de vida, el impacto económico y social perturba el mundo del trabajo y, en muchos países, son los trabajadores y trabajadoras en precario y mal pagados quienes soportan el mayor peso de esta situación. La respuesta a la pandemia se centra, justificadamente, en su contención y mitigación, así como en el apoyo a los trabajadores/as de la atención sanitaria que se encuentran en primera línea y a los que trabajan en muchos otros sectores vitales. La lucha contra la propagación del virus se está librando en todos los lugares de trabajo y en todo el mundo.
El Primero de Mayo saludamos a los trabajadores y trabajadoras de la atención y cuidado sanitarios, así como a los de todos aquellos sectores de primera línea cuyo trabajo es esencial para salvar vidas, prestar servicios y suministrar productos vitales.
Decenas de miles de personas han fallecido y muchas más sufrirán efectos duraderos sobre su salud. Se prevé que se perderán 200 millones de empleos, millones de personas corren el riesgo de volver a caer en la pobreza, y la enorme desigualdad ya existente se ahondará cada vez más. Los dos tercios de la población mundial cuya protección social es inadecuada o nula están gravemente expuestos, y muchos se enfrentan a la miseria y el hambre.
Los impactos de esta crisis han expuesto brutalmente las fallas del modelo de globalización impuesto a las mujeres y los hombres que trabajan. Los sistemas de salud pública se han visto debilitados por la austeridad, y la erosión de los derechos de los trabajadores ha dejado a innumerables millones de trabajadores desprotegidos. Las mujeres, los trabajadores migrantes, las minorías étnicas y otras personas víctimas de discriminación padecen una carga particularmente pesada. Esta situación debe cambiar.
El antídoto para esta crisis está en la solidaridad, que es el alma de los sindicatos, a lo largo de la historia y en el momento actual. Todos los países deben trabajar juntos para superar el embate inicial del COVID-19 y prepararse para el futuro. Aplaudimos a los Gobiernos que están haciendo pleno uso del diálogo social para hacer frente a la crisis y asegurar los salarios y el apoyo a los ingresos para su población. Condenamos a aquellos Gobiernos que se niegan a cooperar con los sindicatos en su propio país y con otros a nivel internacional, niegan la realidad de la pandemia o permiten la violencia y la vulneración de los derechos humanos a un costo enorme para su propia población. Condenamos igualmente a los depredadores corporativos que buscan beneficiarse de la crisis. Exigimos que todas las empresas respeten los derechos de los trabajadores/as e insistimos en que los Gobiernos se cercioren de que lo hagan. Reafirmamos nuestro compromiso de luchar contra la extrema derecha, a fin de evitar que capitalice esta crisis y socave aún más la democracia y los derechos humanos.
Nadie puede quedarse atrás. La inversión masiva en atención y salud pública orientada a garantizar el acceso para todos, así como el pleno respeto de los derechos de todos los trabajadores/as, debe situarse en el centro de la recuperación, la reconstrucción y la resiliencia.
El relanzamiento de la economía mundial debe plantearse tres objetivos principales:
EMPLEOS: se cifran en millones los empleos que están siendo destruidos. El objetivo debe ser el pleno empleo, con un trabajo decente para todos/as, condiciones adecuadas en materia de salud y seguridad, el fin del trabajo precario y la formalización del trabajo informal.
INGRESOS: la participación salarial de la economía mundial ha estado decayendo durante décadas y corre el riesgo de caer en picado con esta crisis. El salario mínimo vital debe establecerse en todas partes, el derecho a la negociación colectiva debe garantizarse para todos los trabajadores/as y debe reducirse la brecha salarial entre hombres y mujeres.
PROTECCIÓN SOCIAL: miles de millones de personas se han quedado sin protección social y se encuentran en grave riesgo debido a los devastadores efectos sanitarios y económicos de esta crisis. Ahora es el momento de poner en práctica la cooperación mundial para financiar la protección social para todos. El mundo no puede dar la espalda a quienes más lo necesitan ahora, o a la hora de la reconstrucción de un futuro inclusivo y resiliente.
Estos objetivos son fundamentales para relanzar la economía y garantizar la salud y el bienestar de todos en un planeta vivo. Hacemos un llamamiento a todos los Gobiernos e instituciones internacionales para que trabajen conjuntamente en el logro de estos objetivos.
Dondequiera que estemos y cualesquiera que sean nuestras diferencias, vivimos en un solo mundo. Los sindicatos saben que la solidaridad funciona. Debemos hacer que funcione para todo el mundo.
Este Primero de Mayo, únase a nosotros para celebrar la vida de los hombres y mujeres trabajadores que están en primera línea de la pandemia compartiendo sus fotografías e historias mediante la etiqueta #MayDay en Twitter, Facebook e Instagram, o enviarlas a press@ituc-csi.org y si ha preparado un vídeo, envíelo a la página especial de Labourstart May Day.