Somos educadorxs de distintos países de Latinoamérica que adherimos a la Corriente Pedagógica Humanista Universalista (Copehu) con la necesidad de profundizar en las reflexiones, comprender el momento que atraviesa la humanidad -y por tanto la educación-, aclarar aspiraciones, en el marco de una de las crisis más profundas atravesadas por el sistema, acelerada por una pandemia de coronavirus que “detuvo” repentinamente al mundo. Las consecuencias de la crisis actual aún no podemos imaginarla, pero sí podemos imaginar y comenzar a construir el mundo en el que queremos vivir, dejando atrás éste que nos fue impuesto y dado, hoy eclosionando por su misma contradicción.
Para construir una nueva sociedad son indispensables nuevos paradigmas en todas las dimensiones del quehacer humano, porque los vigentes ya no dan respuestas a las necesidades del ser humano de hoy. Se trata de un momento -a pesar del dolor y sufrimiento que genera la enfermedad pandémica- que puede ser interesante, un “alto” en el camino invitándonos a replantear de fondo el armado de este sistema y de la propia vida. Se nos habilita la posibilidad de generar nuevas actitudes y hábitos en dirección a la evolución humana, de replanteo de valores, prioridades, creencias, para encontrar nuevas respuestas. Porque no volveremos a la «normalidad» cuando el aislamiento social, preventivo y obligatorio termine ¿Qué sería lo «normal» en estos tiempos donde todo se mueve rápido y cambia constantemente?
Como educadorxs podemos repensar hoy más que nunca el sentido de nuestra vocación, de nuestras prácticas y de los vínculos que nos unen como sociedad, preguntándonos en profundidad sobre el para qué y cómo educamos, sobre el aporte de cada unx para ayudar a otrxs a ser felices y libres. Observamos que para ello precisamos conectar con preguntas y respuestas sinceras y profundas, con aspiraciones colectivas donde todxs estemos contemplados, donde el accionar común sea para el bienestar y desarrollo de toda la humanidad.
Venimos observando las falencias del sistema educativo en Latinoamérica donde hay fragmentación del Ser, no se educa para el desarrollo integral, porque el ser humano no es el valor central; por lo cual tampoco los recursos necesarios se destinan ni a la educación ni a la salud públicas. En términos generales, en distintos puntos de nuestra región para hacer frente a la pandemia se está manteniendo la educación de modo virtual como respuesta rápida -lo cual es muy valioso- pero sin embargo observamos que es una oportunidad para generar una consulta a la comunidad educativa y reflexionar sobre el futuro de la educación. Transitamos una crisis que nos interpela y nos coloca frente a una urgencia de dirigirnos hacia un nuevo modelo global, centrado en las necesidades y en los derechos de las personas.
Si bien la crisis desestabiliza, somos optimistas frente a la posibilidad de crear un nuevo paradigma educativo donde el ser humano sea el valor y preocupación central, promoviendo la creación de nuevos ámbitos de aprendizaje donde la red del tejido social sea construida desde la regla moral que dice “trata a los demás como quieres que te traten”, planteada ya por Silo. Si se consideraran esos dos fundamentos en cada política educativa, plan de estudios, procesos de aprendizaje, estaríamos ante un nuevo amanecer.
Construir esos nuevos modelos educativos desde el registro de “lo humano”, y no ya desde los valores de la educación mercantil, competitiva, uniformadora; sino a partir de un sentido interno profundo de “lo humano” en cuanto a su diversidad, posibilidad, libertad, intencionalidad, al despliegue de su conciencia activa en donde haya unidad entre el pensar, sentir y actuar, será la tarea para fundar la nueva pedagogía. La construcción de ámbitos educativos de aprendizaje intencional, compartido y conjunto, donde se habilite el contacto con la propia espiritualidad y la conexión afectiva con los otros seres humanos, se evidencia como realmente importante para el futuro en la etapa que comenzará superada la crisis actual.
Los ámbitos públicos de educación, no sólo en instituciones de la educación formal, sino de la educación popular y la educación no formal, deberán ser en los nuevos modelos a construir habilitantes al desarrollo integral, artístico, físico y científico de los seres humanos. Necesitamos habilitar cada vez más y mejores ámbitos educativos de aprendizaje intencional para las nuevas generaciones fundados en una Educación Humanizadora.
Sabemos que hoy es indispensable el aislamiento para prevenir el contagio del virus, pero aspiramos a futuro que se priorice a otra escala el contacto, el registro y el sentimiento de lo humano, lo compartido, lo conjunto, lo comunitario. Es nuestro anhelo que esa Educación Humanizadora cobre fuerza. Y mientras tanto, seguiremos desde el lugar al que tenemos acceso, allí donde tengamos influencia, mostrando que un nuevo modo de estar, otro modo de trato interpersonal, de compartir conocimiento y experiencias es posible.