En la segunda mitad de este siglo XXI (esperemos que incluso antes de entonces) nadie «trabajará para ganarse la vida». De hecho, en el siglo XXII nuestros bisnietos mirarán hacia atrás con incredulidad ante el concepto de tener que «ganarse la vida», así como nosotros miramos hacia atrás con incredulidad ante la idea de que algunos de nuestros bisabuelos poseían (o eran) esclavos humanos.
Para los seres humanos del siglo XXII, el hecho de que la mitad de la población de este planeta no tuviera una vivienda adecuada, asistencia sanitaria, educación y un ingreso básico universal en 2020, parecerá casi inconcebible.
En el año 2120, los niños tendrán vergüenza cuando observen los recursos y la tecnología de que disponíamos a principios de la década de 2000. Se quedarán boquiabiertos cuando se enteren de que una pequeña fracción de la población de este planeta acaparó, controló y gestionó completamente mal casi todos los recursos de la Tierra a principios de la década de 2000, obligando a la mayoría de la raza humana a luchar por sobrevivir.
Todo esto, la forma en que vivimos ahora, les parecerá una locura a los seres humanos del futuro que sabrán que «vivir», que VIDA, es un derecho humano y no algo que necesite ser «ganado».