Por Gustavo Espinoza
“Los hispanos que son el 29% de la población de Nueva York, representa el 34% de las muertes por COVID-19[; de la misma manera] la comunidad negra acumula el 28% de los fallecimientos pese a representar el 22% de la población. [Esta es] una muestra clara de disparidad económica y de [falta de] acceso a la salud [en] una comunidad que tienen serios problemas crónicos de salud y hacinamiento”, dijo Oxiris Barbot. Responsable de la municipalidad de salud de New York.
Me siento atemorizado por esa cifras. Soy un migrante parte de la masa trabajadora en la línea de restaurantes, que madrugaba a las 4:30 AM. Esta actividad económica la venía haciendo desde que llegué a New York y por supuesto, nada relacionado con la profesión de Comunicador Social, que estudié en Ecuador.
Esta ha sido la actividad que me permitía subsistir, hasta la segunda semana de Marzo, en que la pandemia del Covid-19 llegó y se expandió en la ciudad, obligando al Alcalde de New York, Bill de Blasio, declarar el estado Emergencia Sanitaria. Se ordenaba el cierre de los restaurantes, casinos, hoteles, bares, y la suspensión de las clases para evitar la propagación del virus por medio del contacto humano, quedando únicamente los servicios de pedidos y entregas a domicilio. Los restaurantes redujeron el personal en un 98 % y gran parte de ellos optaron por cerrar.
De hecho, en la segunda semana de marzo, el lugar donde laboraba redujo la mitad de sus operaciones y al estar ubicado en el área de Times Square, la ausencia de turistas era evidente debido entre cosas a la prohibición de los vuelos procedentes de Europa adoptada por el Presidente Donald Trump. El temor era latente entre mis compañeros, con preocupacion es sus rostros..
Dos días después, se nos notificaba que se cerraba el restaurante. 400 trabajadores de la empresa, quedábamos a la intemperie. El 95% de ellos son afroamericanos e inmigrantes hispanos con la única opción de aplicar al seguro de desempleo y a días de enfermedad.
Sin trabajo y confinado al cuarto que rento en Corona en pleno epicentro de la pandemia del Coronavirus –Que ironía– veo como la economía se derrumba y la incertidumbre se apodera de todos los vecinos en su mayoría ecuatorianos y colombianos.
Mientras alguien de las familias migrantes contraía el virus, en primera instancia, nadie sabía de qué manera enfrentarlo. El hospital de Elmhurst, ubicada en el área, colapsaba por la llegada masiva de personas contagiadas con el Covid–19, y por la falta de equipo, insumos y personal médico para contrarrestar la pandemia
Amigos, vecinos, familiares y colegas, contraían el virus, y muchos lamentablemente no resistieron y ya no contamos con ellos; otros los internaban hasta estabilizarlos y les daban de alta porque el hospital no podía mantenerlos ahí. Algunos decidieron no ir al hospital, y recurrir a la medicina natural tradicional porque en el hospital no les brindaba atención inmediata y ellos desconfiaban del servicio médico que ni siquiera les podía realizar la prueba de sangre para determinar si estaban infectados.
Hay muchos enfermos que encuentran sin familia, sin alimentos y aislados. Otros han perdido a sus, seres queridos y muchos aún se encuentran sin ser identificados en las morgues de los hospitales. Las familias necesitan pagar los gastos funerarios , y por lo menos la cremación. Pero estos son muy costosos ya que los precios más bajos llegan a los 1,700 dólares. Este un drama humano lacerante y cruel para el alma. Las fosas comunes que están escabando son el espejo de la indiferencia social hacia los inmigrantes,“los otros,” “los nadie,” “los invisibles,” “los indocumentados,” “los mojados,” “los que cruzaron fronteras.”
Sumado a ello la preocupación inmediata es cómo enfrentar el impacto económico con millones de desempleados entre cuales me encuentro yo. A La clase trabajadora inmigrante indocumentada, sin ningún cobijo económico del gobierno, el pago del alquiler sigue su marcha. Ninguna ley se ha adoptado para aliviar esto pagos. Existe una propuesta para congelar los arrendamientos por 90 días que todovía no ha sido aprobada. Lo que único que ha sido aprobado es una moratoria en la evicciones esto significa que por 90 días el dueño de casa no puede realizar desalojos. Pero después de los 90 días que va a pasar? Lo más seguro que muchos van a perder sus lugares de habitación.
Invito a la solidaridad mútua, y a levantar los ánimos con una llamada telefónica. Invito también a participar en el censo pues es la única arma que tenemos para hacernos valer en un sistema que le da más valor a las grandes corporaciones de Wall Street y a un presidente que solo mira a su reelección sin importarle la salud del pueblo estadounidense, y menos de sus migrantes.