Por Jêrome Duval/El Salto diario
Aunque no circula ninguna información sobre el stock de botellas de oxígeno en Francia, que son muy útiles en estos tiempos de crisis sanitaria aguda y de las que Italia carece cruelmente, la única fabrica capaz de producirlas en Europa permanece cerrada. Los empleados de la fábrica de cilindros de oxígeno de Luxfer, en Gerzat (ciudad situada en los suburbios del norte de Clermont-Ferrand en Francia), piden la nacionalización “total y definitiva” de la fábrica y la reanudación inmediata de la producción para hacer frente a la actual crisis sanitaria y poder aliviar las demandas en Francia y en otros países. Tras años de decadencia neoliberal que maltrataron el hospital público, con el consiguiente agotamiento del personal, la reducción de los presupuestos, la disminución del número de camas de hospital, la disminución de las existencias de máscaras y, en última instancia, la gestión catastrófica de la crisis actual, ¿persistirá el Gobierno francés en no intervenir para recuperar el control de esta fábrica esencial para curar los pacientes que sufren de covid19?
El 26 de noviembre de 2018, ante los 136 empleados reunidos en la cantina de la fábrica, un gerente del grupo británico Luxfer Holding PLC, propiedad de fondos como Fidelity o BlackRock, anunció fríamente el cierre definitivo del sitio adquirido en 2001. La producción se detendrá en mayo de 2019. La fábrica, aunque rentable y con una importante cartera de pedidos, cerrará en junio y todos los empleados serán despedidos. Con un volumen de negocios de 22 millones de euros y un beneficio de un millón de euros en 2018, un 55% más que el año anterior, este cierre sigue siendo difícil de entender para los empleados. Sin embargo, estos descubrirán la estrategia del grupo, en casi monopolio: según el delegado del sindicato francés CGT, Axel Peronczyk, se trataría de sustituir los productos de muy alta calidad fabricados en Gerzat por otros de calidad inferior fabricados fuera de Francia, con costos de fabricación más bajos y precios de venta incrementados en un 12%.
A principios de enero de 2020, la dirección de la empresa hizo destruir las cestas de carga, pero cuando las excavadoras llegaron unos días después para destrozarlo todo, los empleados ocupaban la fábrica. La ocupación impide la destrucción de las máquinas por parte de la dirección y aguanta hasta el 19 de marzo, en medio de la crisis del coronavirus. Con el fin de respetar el confinamiento decretado por el Gobierno, los empleados en lucha deciden abandonar el lugar y poner el sitio bajo la responsabilidad de la Prefectura.
Luxfer de Gerzat, que fabricaba unas 220.000 botellas al año, casi 950 botellas por día laborable, suministraba no solo a Europa y Rusia, sino también a Asia del Este, África del Norte, Sudáfrica, Australia, Japón… La mitad de esta producción estaba destinada al oxígeno médico, el 40% para equipar a los bomberos con aparatos respiratorios autónomos y el 10% para la industria. Estos cilindros de gas de alta presión se utilizan en particular para aliviar los síntomas de dificultad respiratoria en los pacientes con covid19. Se utilizan en el hogar, en los hospitales cuando ya no se dispone de conexiones a grandes tanques de oxígeno, en los hospitales de campaña establecidos para aliviar los hospitales saturados, como ocurre actualmente en Mulhouse (Francia), o durante los traslados de los pacientes.
Antes de cerrarse, Luxfer fabricaba unas 220.000 botellas al año, casi 950 botellas por día laborable, que se repartían por todo el mundo.
Los trabajadores en lucha entienden literalmente el discurso del presidente Macron del 12 de marzo, quien dijo: “Lo que esta pandemia revela es que hay bienes y servicios que deben colocarse fuera de las leyes del mercado”, para exigir una nacionalización total y definitiva de la planta de Gerzat con un reinicio inmediato de la actividad para evitar la escasez y salvar vidas.
Contestando al presidente de la patronal francesa Medef, Geoffroy Roux de Bézieux, que declaró el 23 de marzo que “no debería haber tabúes en este asunto”, cuando se trata de nacionalizar empresas en periodos de crisis, Luxfer probablemente no necesita una nacionalización para luego ser privatizada de nuevo una vez que la crisis haya pasado, sino más bien para volver a poner un bien precioso en manos del público de una vez por todas.