Organizaciones como Save the Children o Médicos Sin Fonteras alertan del problema en unas infraestructuras que se encuentras desbordadas y en situación crítica

La crisis humanitaria en Grecia se incrementa a raíz de la emergencia sanitaria. Más de 150 refugiados han sido diagnosticados esta semana con Covid-19 en una residencia de acogida ubicada en la península del Peloponeso, concretamente en la ciudad costera de Porto Heli. Es la tercera infraestructura que resulta infectada desde que se detectó el brote en el país el pasado 26 de febrero.

La mujer, de nacionalidad somalí, no presentaba síntomas hasta que por problemas de gestación se trasladó al hospital y allí, tras la realización de varios test, dio positivo en coronavirus. El hotel, que alberga a más de 400 refugiados, recibió un dispositivo de Protección Civil el cual realizó más de 500 pruebas confirmando hasta el momento 150 casos positivos entre los que se encuentran dos empleados del centro.

Actualmente Grecia, con 10 millones de habitantes, cuenta con unas cifras muchos menores en comparación con países europeos del mismo tamaño como Bélgica o Países Bajos. El pasado martes anunciaba 2.401 contagios y 121 fallecidos. Unos datos que llaman a la esperanza en un país con un sistema sanitario arrasado después de la crisis de 2008. La fórmula se encuentra en “disciplina y resiliencia», ha afirmado el primer ministro griego Kyriakos Mitsotakis tras ser su ejecutivo de los primeros en implantar medidas restrictivas en Europa. El gobierno de Mitsotakis ha impuesto restricciones de movimiento exclusivamente a los refugiados hasta el 10 de mayo.

Sin respuesta desde Bruselas

Aunque la situación no es tan buena, sobre todo en los centros de refugiados. Más de 40.000 personas viven en centros de recogida y otras 60.000 en campos de refugiados como el de Moira en la isla de Lesbos. La convivencia en espacios donde se dobla la capacidad establecida se complica tras el paso del coronavirus. Diversas ONG alertan de las condiciones sanitarias de dichos asentamientos donde un brote de la pandemia sería catastrófico.

En España el problema reside en confinarse en un piso de 50 m². En los campos de refugiados en territorio europeo la situación consiste en tiendas de plástico con 10 personas rodeado de basuras, compartiendo duchas con otras 110 más y con condiciones sanitarias inexistentes. “Una auténtica ruleta rusa en estos momentos” declaran expertos. La Unión Europea se encuentra con su viejo fantasma de la crisis humanitaria de 2015, esta vez en los campos construidos en territorio de la Unión. Desde Bruselas hacen caso omiso a las advertencias y de momento el proceso de desalojo se encuentra en vías de elaboración. La solución para evitar un peligroso brote de Covid-19 pasa, según los expertos, por una evacuación parcial de los campos de refugiados griegos para que las autoridades competentes puedan imponer con normalidad unas medidas sanitarias acordes a los tiempos que vivimos. Mandatos como el distanciamiento social, uso de jabón y agua o una mejor asistencia sanitaria que actualmente resulta imposible.

Otro problema que sobrevuela la situación humanitaria es la parálisis institucional de estos momentos. El cierre de fronteras e imposición de un control fronterizo, el cierre de los puertos en Italia y Malta y la paralización de los reasentamientos de refugiados han complicado aún más la deficiente gestión política del problema migratorio. Desde la Comisión Europea piden flexibilidad para las demandas de asilo actuales.

El drama migratorio no cesa en el mundo entero

Diferentes voces provenientes de organismos e instituciones alertan del problema migratorio que, mezclado con la pandemia, podría verse expuesto a medidas más restrictivas en cualquier parte del mundo. Recientemente el presidente de EEUU, Donald Trump, ha prohibido los permisos de residencia permanentes para proteger puestos de trabajo. La medida se debe a la destrucción laboral originada por el coronavirus. En Líbano, país de 4,5 millones de habitantes que acoge a más de 170.000 refugiados palestinos y 1,5 millones sirios, se han detectado casos de Covid-19 en el campamento palestino de Jalil. Diversas organizaciones humanitarias alertan de las situaciones en campos como el sirio de Idlib o el bangladesí de Cox’s Bazar donde residen mayoritariamente rohingya escapando de la persecución sistemática de las autoridades birmanas. También alertan del riesgo en el campo de refugiados de Dadaab, en Kenia. Acoge a 200.000 refugiados, la gran mayoría somalíes, y lleva operativo más de 25 años debido a la guerra civil en Somalia y los conflictos armados que se desarrollan en el país.