Por una vacuna común, pública y gratuita contra el coronavirus en todo el mundo
Propuesta de una alianza transnacional
La humanidad no necesita ninguna guerra de vacunas. No hay ninguna razón válida para que la futura vacuna (o vacunas) sea de propiedad privada de las compañías farmacéuticas, por lo menos durante 17 a 20 años.
Como es bien sabido por todos, esas compañías operan claramente en interés de los propietarios de su capital, produciendo y comercializando (gracias a las subvenciones y la reglamentación públicas) medicamentos destinados principalmente a tratar a los enfermos que pueden pagar el precio fijado por las propias empresas.
El dinero sigue esclavizando la salud. No es cierto que la ciencia y la economía estén al servicio de la gente. Hay otros destinatarios-patrones antes. La breve noticia que sigue es, desafortunadamente, una dolorosa confirmación de esto. Hace un mes, el presidente Trump ofreció más de mil millones de dólares para comprar la pequeña empresa alemana Cure-Vac, especializada en vacunas y considerada entre las mejor posicionadas del sector. El gobierno alemán intervino y Cure-Vac rechazó la oferta. ¡Pocos días después, la Presidenta de la Comisión Europea, ex ministra alemana de defensa, anunció la asignación de 80 millones de euros de la Comisión a Cure-Vac, en apoyo a su investigación de la vacuna y en interés de la Unión Europea! A todo esto, el presidente francés Macron es el más reticente porque, como demostró hace unos días en un discurso televisado, su objetivo es apoyar a la industria farmacéutica francesa –que es muy poderosa–, en esta lucha por conquistar los futuros mercados multimillonarios del anticoronavirus si la eco-nomía («las reglas de la casa») sigue siendo la actual.
El sábado 18 de abril, la asociación Ágora de los habitantes de la Tierra, activa en varios países del mundo (de Argentina a Bélgica, de Chile a Francia, de Brasil a Camerún, de Quebec a Italia, Portugal, Alemania, ‘India’…) decidió lanzar la propuesta de una campaña transnacional, cuyo objetivo es adoptar un protocolo mundial sobre una patente pública común de la vacuna del coronavirus. Con este fin se propone que la campaña sea concebida, planificada y dirigida por una red mundial de asociaciones, movimientos e instituciones de la sociedad civil a establecerse.
La multiplicidad y diversidad de iniciativas en este campo, es fundamental y deseable. También lo son las alianzas continentales, globales. Las «soluciones nacionales» y las «parroquiales» (especialmente de interés corporativo y/o ideológico) no son suficientes. Lo importante es evitar que la vacuna (o vacunas) contra la pandemia Covid-19, sea el enésimo acto de expropiación económica, social y política por parte de fuertes poderes privados, con el apoyo de las autoridades públicas nacionales e internacionales.
La ciencia debe dejar de ser un instrumento utilizado sobre todo al servicio de las guerras, el poder y la desigualdad. El conocimiento es una «res publica» gracias a la cual se construyen comunidades humanas justas, responsables, «ricas», alegres, libres, pacíficas y fraternas.