Por Patricio Figueroa M.
“La Casa de papel” es una serie española que luego de un gran éxito inicial en su país fue perdiendo audiencia en sus últimos capítulos. Directores, productores y actores creyeron entonces que con el episodio final de su tercera temporada había entrado, para quedarse definitivamente ahí, en la historia del rubro.
El pasado año 2019, con ojo comercial, Netflix compró sus derechos y financió una cuarta temporada. Al salir ahora en marzo al aire, en pocos días su éxito ha sido fulminante. En toda Europa, el Asia y las Américas alcanzó tal audiencia que sus entusiasmados seguidores se cuentan por centenas de millones. La antigua antifascista canción partisana Bella Ciao que la caracterizó desde su inicio ha revivido en miles de gargantas, el poderoso movimiento feminista la adoptó como enseña y los jóvenes que marchan por anchas avenidas del planeta la entonan puño en alto. Las máscaras retocadas de los hackers “Anónimus” que usan los héroes de la serie en su asalto al Banco de la Reserva de España ocultan hoy los rostros en multitudinarias protestas populares contra la privatización del agua, la salud, la educación y los servicios básicos. El color rojo y negro impuesto por los trajes de los que el Poder llama ladrones terroristas ha regresado a su viejo sitial de pendón revolucionario.
Cumplida la primera entrega de 8 nuevos capítulos la serie promete, con sustancioso financiamiento acorde a sus ganancias, saltar mucho más alto. Los actores sonríen y se quejan gozosos por esta nueva vida. Su anonimato relativo se ha transformado, en aeropuertos, calles y lugares en lo que se conoce como VIP. Son en verdad ahora personas importantes para millones de fanáticos. En sus declaraciones confiesan no estar del todo claros del porqué del apabullante cotidiano que enfrentan como equipo y del efecto que todo esto ha provocado en cada cual. Aducen, en general, razones psicológicas.
Los creadores de la serie, Productores, guionistas, directores, asistentes, diseñadores y coreógrafos, todo el personal, se prepara para una nueva etapa de fausto y esplendor declarando que las bases primeras de esta creación fílmica han triunfado por presentar personajes multifacéticos, que encarnan las pasiones humanas en las que los espectadores se identifican y reflejan, por el extremo cuidado en los detalles, por el original planteo temático y las formas de escribir un libreto colectivo, que se va desenvolviendo con apremio pero sin pauta rígida, por la audacia del planteamiento y por un suspenso que no da tregua.
¿Toda esta coreografía derramada por una serie en la televisión española? Sí y no. Cuando un factor de libertad o búsqueda se encuentra con la necesidad, surge conciencia dentro del anhelo. Y cuando el deseo individual se torna en energía colectiva y encuentra tierra fértil en los aconteceres, la semilla florece. Una de estas es esta serie de cine y sus mensajes. “La casa de papel” resume parte del presente. En todo el planeta el Orden y el Poder están siendo cuestionados. Más aun, los terroristas son los héroes que derriban los muros. Que fabrican billetes, no los “roban”. El Capital especulativo financiero se pulveriza, el oro se reparte. Nadie lucra. Está surgiendo un mundo nuevo.