La Madre Tierra es vida, no propiedad
La Pachamama es la vida que viene de atrás y se proyecta adelante siempre con la memoria de nuestros pueblos. La Pachamama no solamente es un sistema autosuficiente por la relación de la biósfera, la atmósfera y la litósfera como lo plantea J. Lovelock.
En la Ley de la Madre Tierra en Bolivia, se le reconocen derechos en tanto sujeto jurídico, sin embargo, más allá del sistema jurídico, la Pachamama es parte de un sistema vivo mucho más amplio: el cosmos. Por eso es Pacha = cosmos, no solamente como un planeta sino como el todo en su condición de Madre, de fertilidad, de cuidadora. Por eso, el sentido de la Pachamama está vinculado a la vida del cosmos, dentro de ella, a la vida del planeta y de las distintas comunidades que la componen.
La Pachamama es lo totalmente opuesto a los principios y fundamentos filosóficos bajo los cuáles se sostiene la actual sociedad capitalista moderna. La propiedad en tanto enajenación y posesión de lo ajeno, es la cualidad del capital de extraer la vida a los trabajadores, a los campesinos, a los indígenas y a la Madre Tierra. La sociedad de la propiedad privada es la expresión del capital que vive de acumular valor, valorizar el valor, destruyendo todo lo esencial de la humanidad, incluso a la humanidad misma.
El capital sobrevive produciendo armas para la destrucción, drogas para anestesiar a media población mundial, artículos nocivos para la salud, acumulación en el sector especulativo-parasitario, en fin, el capital vive de ser improductivo, especulativo y destructivo.
La Madre Tierra es la vida de las comunidades que la componen y, en el sentido amplio del mismo cosmos, está en permanente movimiento desde su nacimiento y su expansión hasta su ocaso.
El fetichismo de la tecnología capitalista
La Madre Tierra es el sostén y la base para la sociedad y para toda actividad humana. En ese sentido, es la realidad dentro la cual desplegamos nuestras acciones para reproducir la vida social de nuestros pueblos. Sin embargo, en esta modernidad industrial y egoísta, se ha creado el mito de que el ser humano es capaz de controlar todo a través de la tecnología, incluso a la naturaleza.
El desarrollo de las telecomunicaciones y la informática, condensan en mayor medida este mito. Sin embargo, a pesar de su importancia, no están a la altura de poder sustituir procesos tan complejos como la vida de las comunidades articuladas a la Pachamama, ni siquiera han podido sacar al mismo capital de su crisis y su tendencia al colapso porque no influían en el aumento de la misma productividad social.
Éste es el fetichismo tecnológico que invierte gran parte de las condiciones que posee el mundo en estas áreas descalificando a aquellas prácticas, conocimientos y fuerzas productivas vinculadas la Madre Tierra excluyéndolas de la categoría de tecnología y marginándolas hasta la miseria, cuando se trata de establecer prioridades.
La tecnología vinculada a la Madre Tierra como el cuidado del agua, de la biodiversidad, de la producción agroecológica para la alimentación, la sociabilidad de las distintas comunidades urbanas y rurales, la reproducción de relaciones sociales, la biósfera social, es totalmente olvidada o despreciada. Todo porque no han podido salir del fetichismo del valor y de la tecnología para buscar alternativas de vida para los pueblos, a pesar de los discursos que se han impulsado. Esto incluso ha sucedido con algunos de los gobiernos denominados progresistas en América Latina y es uno de los talones de Aquiles con los que tropezaron.
Madre Tierra, ecologismo y desigualdad
En ésta última época, se ha extendido una conciencia ecológica muy importante, especialmente en las nuevas generaciones. Pero también en algunas personas, un ecologismo que en los límites llega a preocuparse más por los animalitos que por el propio sufrimiento de los seres humanos. Según esta posición, los animalitos no tienen la culpa de nada mientras que los seres humanos son los que están destruyendo al planeta.
Este punto de partida, olvida que la destrucción del planeta viene acompañada de la destrucción del ser humano, pero de los seres humanos más pobres denominados más vulnerables, que también son destruidos por el capital bajo la forma de explotación laboral, de desempleo, de inseguridad, de hambre y en las guerras. Olvida que es el sistema capitalista el que está destruyendo toda la vida y que es deber de todas las personas sensibles preocuparse por todos los seres vivos, incluidos los humanos que están siendo destruidos, así como la denuncia del sistema.
En la perspectiva de la cosmovisión de los pueblos indígenas, existe una relación muy respetuosa de todos los seres vivos, incluso se concibe que los seres inorgánicos también están vivos y merecen respeto, ni qué decir del respeto y armonía con los animalitos, en esto existe una coincidencia con el ecologismo.
Sin embargo, hay una diferencia con algún tipo de esencialismo donde la maldad del ser humano es la que destruye el planeta cuando la humanidad ha vivido decenas de miles de años, sino millones, sin llegar al grado actual de destrucción. Es decir, no es la esencia egoísta y malvada de la humanidad sino el tipo de sistema en el que estamos viviendo el que destruye al planeta, en el que un 0,010% de la población lo disfruta y el resto sufre pobreza y necesidades. Por eso, es una forma específica de organización de la sociedad y la economía la que está provocando esta gran destrucción.
Las formas de organización ancestral estaban en una armonía muy profunda con la Madre Tierra en la producción y en la espiritualidad. El ser humano es también parte de la Pachamama, la muerte de millones de niños por hambre es uno de los problemas más dolorosos para la Madre Tierra y por eso es importante que su proyecto histórico y su memoria se proyecte para cambiar el sistema.
Éste es un camino muy importante para orientar la sensibilidad frente a esta destrucción, recuperar la cosmovisión de los pueblos en la situación actual y frente a un ente, el capital, que se lo devora todo.
Nuestra medicina natural y social
La crisis del coronavirus ha puesto en evidencia que la salud y las medicinas efectivas, se han alejado de la mayoría de la población, que la salud es privada a las mayorías, que se han venido perdiendo los conocimientos suficientes para valernos de medicinas tradicionales, ya sea por la pérdida de fe en ellas y porque perdimos el conocimiento específico de su uso.
Gran parte de los medicamentos tienen su origen o compuestos activos en la misma naturaleza, si bien se las extrae y combina mediante procesos complejos. Estos compuestos activos mínimamente son utilizados por los pobres, pero podrían ser mucho más eficaces si fueran utilizados como parte de un sistema integral de salud integral combinándose con alimentos, agua, aire, ejercicios, meditación, descanso, emocionalidad, sociabilidad, etc.
Por eso, la Pachamama ha sido nuestra fuente natural de medicinas y podemos recuperarla valorando los conocimientos y prácticas de los pueblos y prestando atención de todas las demás dimensiones de la salud, relacionarnos con la Madre Tierra de una manera integral, en conexión con la vida.
El peligro de la mercantilización y negocio con la Madre Tierra
Ya nos referimos extensamente a la devastación que el sistema capitalista está provocando frente a la vida, ahora queremos hablar del fraude a través del cual se pretende mantener y esconder la continuación y legitimación de esa devastación en los espacios de compromisos internacionales.
El cambio climático, la degradación ambiental y la pobreza son los peores males que enfrenta la Pachamama en la actualidad. Identificar las causas estructurales que los provocan y modificar las estructuras que producen esas causas debería ser una franca acción por salvar el planeta.
Sin embargo, en vez de enfrentar estas causas modificando conductas en la forma de producción y distribución de este sistema, se están buscando formas para valorizar y para obtener ganancias de las acciones destinadas a enfrentar estos problemas. Esos mecanismos se denominan mecanismos de mercado y podemos poner como ejemplo los bonos de carbono y los servicios ecosistémicos. A parte de que el impacto de estos mecanismos es bastante pequeño mostrando la relatividad de su eficacia, su objetivo no es atacar las causas estructurales sino lucrar de ciertas acciones supuestamente orientadas a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Darwin, la naturaleza y el individualismo
A ciertas actitudes que naturalizan la acumulación, explotación, desigualdad, se las ha denominado darwinismo social porque validan la competencia del mercado y la lucha del individuo en una supuesta jungla en la que sobrevive el más fuerte. Sin embargo, a pesar de la época que le tocó vivir a Darwin y de ideología conservadora de su época, a través de sus estudios en biología, Darwin ha subrayado la importancia de la cooperación entre los animales e incluso ha subrayado la empatía no solamente entre individuos de una sola especie sino entre individuos de distintas especies. Es decir, la legitimación de la destrucción del mismo ser humano, no viene ni de Darwin ni de la naturaleza.
Finalmente, una concepción que valora la Madre Tierra y proyecta su defensa como compromiso, tiene un carácter comunitario.
-Gonzalo Gosalvez es profesor en ciencias sociales, Bolivia.