El hambre ya muerde a cuatro millones de africanos en la región del Sahel, y los afectados pueden ser 17 millones a mediados de año si no hay respuestas urgentes, señaló este lunes 27 la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
La covid-19 “no podría haber llegado en peor momento a una región afectada por el hambre crónica, la inseguridad, el cambio climático, la amenaza de la langosta del desierto y, ahora, la pandemia”, apuntó la coordinadora de la FAO para la resiliencia en África occidental, la senegalesa Coumba Sow.
Millones de personas “no solo tienen hambre. También se han visto obligadas a desplazarse y han perdido lo que tenían, por las aldeas atacadas, familiares muertos o desplazados, casas o campos destruidos y animales abandonados o muertos”, en el marco de los conflictos con insurgencias armadas en la región, dijo Sow.
El Sahel es la franja semiárida, de varios cientos de kilómetros de ancho, que va desde el Atlántico hasta el mar Rojo y se interpone entre el desierto del Sahara y la zona de sabanas y bosques del centro del continente.
La comparten, de oeste a este, Senegal, Mauritania, Malí, Burkina Faso, Argelia, Níger, Nigeria, Chad, Sudán, Eritrea y Etiopía.
Sow recordó que, durante siglos, los pastores nómadas del Sahel se desplazan cientos de kilómetros cada año para encontrar pastos para sus rebaños, en especial durante los meses de abril y mayo, cuando los pastizales se hacen más secos.
Pero a medida que se cierran las fronteras al superponerse la pandemia y los conflictos, ya no pueden desplazarse en busca de agua y forraje, ni tampoco para comerciar sus animales y adquirir otros alimentos o artículos de primera necesidad.
Los agricultores necesitan vender sus productos ahora y prepararse para las nuevas siembras del período 2020-2021, pero se ven perjudicados por la disminución de la ayuda, y el cierre de comercios y del acceso a semillas y fertilizantes.
Sow dijo que también se afecta el transporte y en general la situación puede empeorar en los meses críticos, tradicionalmente de precios altos de los alimentos, entre junio y agosto.
“Nos preocupa especialmente la crisis en el Sahel central, de Burkina Faso, Malí y Níger. Cuatro millones de personas ya se enfrentan aquí al hambre extrema, la cifra podría aumentar a 5,5 millones en agosto, y solo en Burkina Faso (20 millones de habitantes) amenaza a dos millones de personas”, dijo Sow.
En los tres países mencionados hay 2,5 millones de niños que padecen malnutrición severa y aguda, destacó Sow.
En toda África occidental “11 millones de personas necesitan ayuda alimentaria urgente, y en la temporada de carestía, hacia agosto, pueden ser 17 millones. Esa cifra triplica las necesidades del año pasado”, subrayó la responsable de la FAO.
La pandemia, que en la subregión avanza sobre Níger, Senegal, Nigeria y Burkina Faso, “si se extiende aún más forzará mayores desplazamientos y menor acceso a los servicios sociales básicos, pasando por el alza de los precios de los alimentos y una reducción de su cantidad disponible”, añadió.
La FAO, además de acopiar información y ponerla a disposición de los gobiernos en el área, trabaja junto a otras agencias de la ONU para tratar de llevar alimentos a las comunidades más vulnerables que están en cuarentena por las medidas anticoronavirus, dijo la funcionaria.
Agregó que su organización coopera en los planes para que los pastores accedan a suministros de agua, los agricultores a semillas, y en la vigilancia de la langosta del desierto, que puede avanzar sobre la subregión después de devorar miles de hectáreas de pastos y cultivos en África oriental.
Los ministro de Agricultura de la Unión Africana, luego de conferencias virtuales este abril, se han comprometido a cooperar para facilitar el acceso de la ayuda humanitaria, la disponibilidad de agua y pastos para los pastores, de insumos para los agricultores, y el transporte y distribución de los alimentos disponibles.