En EEUU, las últimas semanas de marzo mostraron la falta de criterio frente a la pandemia que exhibió el que se supone debía liderar la lucha contra ella: Donald Trump y el poder económico sabotearon la imposición de la medida que hasta entonces (y todavía hoy) se había probado como la más eficaz: encerrar el país para evitar la propagación del virus.
Escudados en la necesidad de evitar la debacle económica resistieron hasta que las cifras les torcieron el brazo y todavía se duda que las que presentaron sean ciertas, porque podrían haberlas usado para tapar lo inocultable: les importó un comino la salud del pueblo norteamericano.
La falsa opción entre economía o salud se presentó en todos los países donde pesa la creencia neoliberal: lo que importa es que el mercado funcione sin importar quiénes lo impulsen. La mano de obra es recambiable.
En Argentina esa opción no está vigente aunque tenga simpatizantes entre los sectores que apoyaron el gobierno anterior y desempolvaron las cacerolas con un reclamo que, curiosamente, reverdece con los gobiernos populistas: que el funcionariado baje sus sueldos. Algo que olvidaron reclamar a Macri, parece.
Hace unos días vio la luz un estudio hecho por tres economistas radicados en EEUU: Sergio Correia, peruano-portugués, economista de la junta directiva de la Reserva Federal; Stephan Luck, alemán, economista del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, y Emil Verner, danés, economista profesor de finanzas en la M.I.T. Sloan School of Management. Los tres tienen en común la Princeton University, los primeros, la Pompeu-Fabra. Todos desempeñaron distintas posiciones en instituciones europeas. Tal lo que rezan sus CV en la web. Una incuestionable demostración de “paladar negro” en lo que hace a su experticia en la materia y su posición en la estructura que maneja las finanzas globales.
El título del estudio es por demás expresivo: “Las pandemias deprimen la economía, no las intervenciones de Salud Pública: evidencia de la gripe de 1918”. (Pandemics depres economy, Public Health Interventions Do Not: Evidence from the 1918 flu, https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=3561560).
Hay que recordar que la pandemia de la gripe llamada “española” se originó en los campamentos militares de EEUU en marzo de 1918 y fue llevada a Europa por las tropas, dispersándola por toda Europa. España, como no estaba en guerra tenía libertad de prensa y publicaba noticias sobre la gripe, de ahí el nombre. Decenas de millones de personas murieron por la pandemia.
Correia-Luck-Verner se preguntaron cuáles serían las consecuencias económicas de la pandemia de gripe y, dada la pandemia, cuáles serían los costos y beneficios de las intervenciones no-farmacéuticas (INF), o sea el distanciamiento y la aislación social.
Encontraron que, efectivamente, las zonas que resultaron más afectadas por la pandemia padecieron consecuencias económicas persistentes. Además, vieron que las INF no tuvieron efecto en los resultados económicos. Al contrario, en las ciudades donde la reacción estatal fue más temprana y más dura hubo una recuperación más rápida de la actividad económica posterior.
Constataron la existencia de una relación inversamente proporcional entre las INF y la mortalidad, como se espera, esto es, que cuanto más temprana y estricta la INF, menor es la tasa de mortalidad, y a la inversa, cuanto más tardía y relajada, mayor la mortalidad. Además, se da una relación directamente proporcional entre el crecimiento económico y las INF, probando que no sólo no inciden económicamente sino que aceleran la recuperación de la actividad económica después de la pandemia.
Es preciso tener en cuenta que la pandemia siempre tendrá consecuencias disruptivas en la actividad económica porque la gente va a dejar de consumir como lo hacía al encerrarse para no enfermar y, también, deja de ir a trabajar para no enfermarse. De modo que hay una realidad que se da espontáneamente y es que la gente se cuida. Y esos cuidados espontáneos restringen inevitablemente la actividad económica.
Los autores encuentran que estas conclusiones tienen una verificación primera en la crisis actual cuando se consideran los casos de países que desde el inicio tomaron medidas drásticas, como Taiwán y Singapur, donde los efectos de la pandemia no provocaron una disrupción drástica en la economía.
Este estudio demuestra que la visión de corto plazo que domina la mente del empresariado, dominada por la ansiedad de la ganancia, ni siquiera tiene el sostén de la ciencia económica.