Por Esther Delvene
En este mundo desestructurado y compartimentado, quiero comentar mi experiencia en la acción, sobre una parte del todo social que son los movimientos feministas y los colectivos de mujeres, en los cuales, participo desde hace muchos años.
Luego de la explosión de acciones de muy diverso tipo de las mujeres en todo el mundo: libros, debates, encuentros mundiales, nacionales, aperturas de lugares, intervenciones urbanas y movilizaciones, ahora estamos en cuarentena.
Eso no significa que hemos dejado de accionar aunque no se nos vea en la calle sino a través de las distintas redes y plataformas virtuales, en todas, la frase que retumba es: «Las mujeres cuidan, y cuidar a todas y todos es prioritario en este momento»
No deja de llamarme la atención y sorprenderme las organizaciones horizontales, las decisiones en conjunto, no hay mandos que decidan y bajen línea. Hay un intercambio notable acerca de qué hacer y cómo. El trato comprensivo y bondadoso (no una bondad edulcorada), también más sincero y respetuoso con respecto a las dificultades que afrontamos en la interacción.
En el caso particular en Argentina, en este momento de encierro se realizó una campaña para las que viven con hombres violentos, maltratadores, violadores y acosadores, un gran ruido con cacerolas, instrumentos musicales a través de ventanas, balcones embanderados con pañuelos violeta («Ni Una Menos») para que se sepa que no nos hemos olvidado de ellas y que nos pueden enviar una señal.
No dejemos de escuchar la diversidad de voces y propuestas. No dejemos de multiplicar la mirada y compartir nuestras experiencias con el mundo.