A lo largo de la historia de la civilización occidental, rara vez hay momentos en las que la gente se siente obligada a correr en masa por las calles, como en la tormenta de la Bastilla de 1789, gritando a todo pulmón: “¡Detengan la locura!”.

Este es uno de esos momentos, debido a que recientemente en febrero de 2020, la administración Trump firmó un reglamento para excluir de la protección federal a los recursos hídricos de Estados Unidos. Este es el mayor retroceso de la Ley de Agua Limpia (Clean Water Act) desde su aprobación en 1972. En los últimos 50 años, ninguna otra administración ha eliminado el control federal sobre ciertos aspectos clave de la legislación histórica, más conocida como la Ley del Agua Limpia.

Según el Southern Environmental Law Center, “Esta será la mayor pérdida en la protección del agua limpia que se haya visto jamás en el país”.

“Esto no significa solamente deshacer la regla de Obama, sino, el quitar las protecciones que se establecieron en los años 70 y 80. Los americanos han dependido de estas protecciones para su salud.” (Fuente: EcoWatch, 23 de enero de 2020)

El repugnante y un tanto espeluznante cambio de rumbo de una de las políticas más antiguas de los Estados Unidos, que protege al público de la suciedad ambiental, el fango, el lodo, el limo, “oozing glop”, y más importante, de ‘los productos químicos fabricados por el hombre’, que afectan a todos los ciudadanos del territorio. Va directamente al corazón de la moralidad del país.

Aun así, muchos estadounidenses ya están bebiendo agua contaminada con químicos, alias ‘sustancias perfluoroalquiladas’ (Forever-chemicals o PFAS).

Según el Grupo de Trabajo Ambiental (EWG) de Washington, DC, se han descubierto por primera vez sustancias químicas tóxicas fluoradas, conocidas como PFAS (una familia de sustancias químicas fabricadas por el hombre que son indestructibles y se mantienen para siempre en el medio ambiente) en el agua potable de docenas de ciudades, incluyendo las principales áreas metropolitanas de América. Estos estudios no han sido reportados previamente al público en general.

En consecuencia el número de estadounidenses expuestos a sustancias químicas tóxicas se ha subestimado drásticamente en estudios anteriores, tanto del EPA (ácido eicosapentaenoico), como de la propia investigación del EWG, lo cual es una noticia terrible.

Para empeorar las cosas, pruebas recientes expusieron múltiples problemas persistentes que incluyen químicos tóxicos recientemente descubiertos, que nos son comúnmente aprobados para su presencia en el agua potable. (EWG).

En otras palabras, las pruebas de toxicidad en el agua potable han sido deficientes durante años. Según todas las apariencias, las normas y reglamentos gubernamentales deberían mejorarse y ampliarse en gran medida, no disminuirse ni abolirse, lo cual ha ocurrido en los últimos dos años.

El presidente Trump se jacta cómicamente: “Estados Unidos es el país más limpio, con el aire más limpio y con el agua más limpia de todo el mundo”. Esta descarada mentira, profundamente perturbadora, prueba que Trump es el presidente más peligroso, desinformado y mal equipado de todos los tiempos.

No sólo eso, sino que en general, Trump ha revertido décadas de políticas sólidas que han sido establecidas para salvaguardar los ciudadanos de Estados Unidos. De hecho, abolió las políticas que protegen la salud de los mismos votantes que avanzan hacia las pequeñas cabinas de votación para votar ciegamente por él. A escala de tragedia griega es terrible que el personaje principal sea llevado a la ruina a consecuencia de: 1) trágicas fallas de carácter, 2) debilidad moral y 3) incapacidad para arreglárselas. Trump lleva la delantera en todas ellas.

Recientemente el autofelicitado y ‘tragi-cómico’ Trump anunció con el pecho erguido que fue el primer presidente que abrió exitosamente a las perforaciones la reserva de vida silvestre más prístina de América, el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico (ANWR). Durante décadas, el Congreso prohibió firmemente la perforación en el ANWR. Cualquier persona con la mínima sensibilidad y coraje moral pelearía con uñas y dientes para evitar el saqueo del ANWR, algo que Trump admitió que desconocía, pero que no tenía ningún problema en eliminar las restricciones para la perforación y la minería y/o desarrollo privado, a pesar de que nunca había oído hablar del ANWR. ¿Presidencial?

La falta de sensibilidad, conciencia y conocimiento de Trump se encuentra dentro de lo absurdo y expone un profundo nivel de estupidez, o quizás simplemente ignorancia. Ignorancia que rara vez, si es que pasa alguna vez, se expone en las más altas esferas de la política.

Y es peor, mucho peor, que los “Trumpers del congreso” votaron para revertir la política histórica de protección de las tierras vírgenes más prístinas de los Estados Unidos. Los miembros del Congreso lo lograron a través de la adhesión a un proyecto de ley de impuestos ‘sin relación’ para el 2017, que es la metodología de escabullirse para matar solapadamente las políticas a las que los estadounidenses tienen sensibilidad. Sin duda, el ANWR es una de ellas.

Mientras tanto, en cuanto al agua tóxica, las pruebas del EWG encontraron 44 lugares en 31 estados. A excepción de un estado, todos tenían PFAS detectado en el agua potable pública, y con algunos de los niveles más altos encontrados en Miami, Filadelfia, Nueva Orleans, el norte de Nueva Jersey y los suburbios de Nueva York.

No es solo eso, se pone peor. Treinta y cuatro lugares que dieron positivo en la prueba de contaminación tóxica por PFAS, no habían sido informados previamente al público por la EPA o por las agencias ambientales estatales.

Coincidencia pero en absoluto sorprendente, ya que los químicos tóxicos interrumpen, alteran y destruyen las células humanas sanas, el número de estadounidenses (150.000)  diagnosticados con enfermedades crónicas en Estados Unidos está fuera de las tablas. (Fuente: Estudio de la Rand Corporation 2017 – Chronic Conditions in America: Price and Prevalence).

De la misma manera, es instructivo considerar que las tres causas principales de muerte en 1900 fueron enfermedades infecciosas, como: neumonía, gripe, tuberculosis e infecciones gastrointestinales. Las enfermedades crónicas no prevalecieron. Los antibióticos condujeron a una dramática disminución de esas enfermedades infecciosas. Hoy en día, ya no son las enfermedades infecciosas las que matan, sino enfermedades crónicas como las cardíacas y el cáncer como principales causas de muerte que no son causadas o contagiadas de una persona a otra. Tampoco son infecciosas y no se curan con antibióticos.

Aparentemente, el aumento de las enfermedades crónicas en la humanidad de hoy en día se debe a la alteración o destrucción de la estructura celular del cuerpo, lo que nos trae a la mente sombrías y problemáticas preguntas sobre los entornos reales.

De acuerdo con Earthjustice, una organización ambiental sin fines de lucro con sede en San Francisco, “Los productos químicos tóxicos conocidos como PFAS se encuentran en los productos de uso diario… Están vinculados con el cáncer y han contaminado las fuentes de agua potable en todo el país”. (Fuente: Breaking Down Toxic PFAS, Earthjustice, Feb. 12, 2020).

Los PFAS son sustancias químicas que no se descomponen fácilmente y persisten en el cuerpo del ser humano, de manera similar a las radiaciones ionizantes, donde la acumulación se produce a lo largo de los años y conduce a una serie de condiciones crónicas en las personas, como el cáncer y el Alzheimer.

Los estudios están empezando a mostrar vínculos, por primera vez, de  las sustancias químicas como el SAFP con: el cáncer de testículos (la pesadilla de todo varón), el cáncer de riñón y la alteración endócrina. Claramente, alguien en algún lugar debería asumir la responsabilidad de limpiar diligentemente los sistemas de agua de los Estados Unidos con reglas más restrictivas en vez de dejar de aplicarlas.

Hay buenas noticias y malas noticias. La buena noticia es que los PFAS han demostrado ser tan tóxicos que los fabricantes los han eliminado por completo en el año 2015, pero la mala noticia es que la contaminación de los suministros de agua ya es un hecho consumado, y no hay vuelta atrás después de décadas de exposición tóxica.

Otra mala noticia es, que en contra de las protestas de 200 científicos, las compañías químicas han reemplazado el antiguo PFAS con nuevos químicos de la familia del PFAS llamados GenX, los cuales, desafortunadamente, actúan de una forma muy parecida al antiguo PFAS y pueden ser igualmente peligrosos. (Fuente: Earthjustice).

La liberación industrial del PFAS es una de las principales fuentes de contaminación del agua. Por ejemplo, en el 2016, los investigadores descubrieron ‘niveles preocupantes de GenX en el río Cape Fear de Carolina del Norte’. La fuente fue una planta de fabricación de FPAS, propiedad de The Chemours Company, un spin-off de DuPont.» (Earthjustice).

PFAS también se acumulan en el cuerpo humano a través de alimentos y envases de alimentos, como reveló un estudio del 2017, cuando los SAFP se encontraron en un tercio de los envoltorios de comida rápida.

En cuanto al EPA paralizado por Trump, hay más malas noticias. No hay PFAS en el importante ‘Inventario de Emisiones Tóxicas’ de la EPA, que es la principal herramienta para alertar a las comunidades de todo el país acerca de estos problemas tóxicos.

No solo eso, sino que para colmo de males (aparte de tener a Trump como presidente), el 14 de febrero de 2019 la EPA dio a conocer un Plan de Acción Nacional sobre sustancias Per- y Polifluoroalquilas, largamente postergado. “Sin embargo, el plan es tan pequeño y tan retrasado, que se queda corto en cuanto a lo que se necesita para proteger a las comunidades de una clase de químicos que están contaminando el agua potable y el aire, mientras que exponen a las familias, particularmente a los niños, a una miríada de riesgos de salud, incluyendo al cáncer”. (Earthjustice).

Todo esto pone de manifiesto la gran incompetencia, descuido y/o desamparo de las agencias reguladoras gubernamentales bajo el liderazgo de la Casa Blanca.

La EPA fue alertada por primera vez sobre el problema del agua potable tóxica hace 20 años, pero desde entonces no ha podido establecer un límite legal aplicable a nivel nacional. En 2016 (antes de Trump) la EPA emitió un aviso de agua potable de 70 ppt, mientras que, en un agudo y controvertido contraste, estudios independientes y laboratorios dicen que el nivel seguro recomendado para el PFAS en el agua potable debería ser de 1 ppt, ¡Y definitivamente no 70 ppt!

El EWG ya ha hecho un mapa de la contaminación tóxica por PFAS del agua potable o del agua subterránea en 1.400 sitios en 49 estados. Estudios anteriores del EWG concluyeron que 110 millones de estadounidenses estaban bebiendo agua tóxica, un estimado que probablemente es demasiado bajo basado en los hallazgos más recientes.

Todo lo cual no es alarmante sino que coincide con el mencionado estudio de Rand Corp que indica que 150.000.000 de estadounidenses tienen enfermedades crónicas, como el Alzheimer, a artritis, el asma, el cáncer, la EPOC, la enfermedad de Crohn, la diabetes, la epilepsia, las enfermedades cardíacas, el trastorno bipolar del estado de ánimo, la esclerosis múltiple y la enfermedad de Parkinson.

A partir de ahora, al recortar las normas y regulaciones ambientales (95 hasta ahora a partir del 21 de diciembre según el New York Times), la administración de Trump está estimulando y mejorando la probabilidad de un verdadero brote de enfermedades crónicas, mucho más allá de los números masivos actuales, esperen que se multipliquen las enfermedades crónicas por persona 2 o 3), creando una nación infestada de drogas, llena de Sombrereros Locos.

Posdata: El consejo asesor científico externo de la EPA emitió un reporte negativo en borrador (Dic. 2019) declarando que las propuestas de la norma de Trump para el agua, estaban “… en conflicto con la ciencia establecida… y los objetivos de la Ley de Agua Limpia”. La mayoría de los miembros del consejo asesor son elegidos a dedo por Trump. ¿Serán despedidos?

Posdata: “Esta será la mayor pérdida de protección de agua limpia que el país haya visto jamás”, dijo el abogado del Centro de Derecho Ambiental, Blan Holman, al New York Times. “Esto pone al agua potable para millones de americanos por riesgo de contaminación no regulada. Esto no es solo deshacer la ley establecida por Obama, sino que significa quitar las protecciones que se pusieron en marcha en los años 70 y 80. Son protecciones de las que los estadounidenses han dependido para su salud”. (Fuente: EcoWatch, 23 de enero de 2020)


Traducción del inglés por Alanissis Flores