Es inusual, en África y en cualquier lugar del mundo, ver imágenes de los ejércitos protegiendo a quienes se manifiestan. Las imágenes comunes muestran a los ejércitos reprimiendo manifestaciones pacíficas en las que los pueblos exigen y demandan a sus gobiernos.
En Malawi, ha sucedido todo lo contrario y la ciudadanía aclama su ejército justamente por esto: porque protegen a quienes se han movilizado, ya desde el año anterior, exigiendo elecciones transparentes y justas.
El pasado mes de febrero, una multitud marchó hacia las instalaciones de la Comisión Electoral, bloqueó la entrada y le entregó las llaves a un oficial del ejército. El tratamiento de la policía fue muy diferente: el año anterior hubo uso indiscriminado de gas lacrimógeno y acciones de represión. Fue el ejército el que logró que todo se calmara y que los manifestantes estuviera protegidos.
El ejército de Malawi tiene antecedenes similares en el rol que jugó en otros momentos críticos de la historia de este país, por ejemplo, protegiendo la continuidad democrática en 2012 cuando, frente a la muerte del presidente Bingu wa Mutharika, aseguró la continuidad constitucional que correspondía a la diputada Joyce Banda quien, en aquella oportunidad expresó: «siempre han sido fundamentales para lograr justicia, particularmente en nombre de los pobres y sin voz de Malawi».