Por Praveen S. / Brasil de Fato
El Primer Ministro Modi firmó, por primera vez en el país, un texto que condiciona los derechos de la ciudadanía a la religión
Nueva Delhi (India). Mujeres musulmanas transformaron un pequeño barrio al sur de Nueva Delhi, capital de India, en el epicentro de las manifestaciones contra el autoritarismo en el país.
Las residentes de Shaheen Bagh han mantenido vigilia durante dos meses en una tienda de 200 metros cuadrados instalada en las dos calles de la calle Birla, nombre que significa «mano de Dios». El motivo de la protesta es la Enmienda de la Ley de Ciudadanía (CAA) firmada por el Primer Ministro Narendra Modi en diciembre de 2019, que discrimina a la población islámica.
Con esta enmienda, los musulmanes que no pueden demostrar que han vivido en el país más de 11 años ya no se consideran ciudadanos indios. Al mismo tiempo, las reglas se vuelven más indulgentes para las personas de otras religiones. Alrededor del 14% de los indios son musulmanes, mientras que el 80% sigue el hinduismo.
En el centro de la vigilia, mujeres y niños permanecen sentados la mayor parte del tiempo. Los hombres se agrupan alrededor de la tienda, llevando agua y comida y mostrando solidaridad.
Bilkis Bano ha participado en la vigilia desde el primer día. A los 82 años, se volvió una referente para la comunidad y su rostro está impreso en los carteles alrededor del barrio. La residente contó en el reportaje de Brasil de Fato lo que haría si Modi visitara el lugar. «Le diría que hasta que cancele la CAA y el nuevo Registro Nacional de Ciudadanos (NRC), no nos iremos de aquí. Invitamos a Modi y Amit Shah (ministro del interior) en muchas ocasiones, pero no vienen en absoluto».
Las mujeres de Shaheen Bagh son muy buscadas por la prensa, y no pierden impulso cuando ven una cámara y un micrófono. Las líneas de expresión se acentúan y el tono de voz se vuelve más duro, como si el futuro dependiera de la fuerza empleada en cada palabra.
Desde el amanecer hasta el mediodía, las manifestantes se turnan para resistir un inminente intento de desalojo. El movimiento aumenta durante la tarde y los fines de semana, cuando músicos simpatizantes también participan. El 26 de enero, aniversario de la Constitución de India, más de cien mil personas se solidarizaron en la zona de bloqueo.
La residente Noor-Un-Nisa tiene 72 años y dice que el CAA abre una brecha en el aumento de la represión contra los musulmanes: «En poco tiempo, si no presentamos documentos de antes de los años 70, nos pondrán en campos de detención. Este gobierno no nos permitirá permanecer en India como ciudadanos. Nos ven como inmigrantes ilegales», advierte.
Los campos de detención ya son una realidad en Assam, al este del país. En ese estado, la NRC entró en vigor en 2019: alrededor de 3.9 millones de personas no obtuvieron la ciudadanía y su futuro es indefinido. Por el momento, se encuentran detenidos en seis campamentos construidos por el gobierno. No en vano, el estado tiene las mayores protestas contra la CAA, con cinco manifestantes asesinados.
Decenas de policías circulan por Shaheen Bagh y parecen vigilar cada acción, pero evitan la confrontación con los residentes. El movimiento es pacífico, nadie responde como líder y las que están delante del escenario son ancianas. El país tiene los ojos puestos en Shaheen Bagh, y cualquier medida represiva puede tener un efecto contrario en la opinión pública.
Noticias falsas
El Partido Popular Indio (BJP) del Primer Ministro Modi acusó a las residentes de Shaheen Bagh de ser financiadas por el Partido del Congreso de la India, con el que compite en las elecciones. Un reportaje de The Wire del 5 de febrero reveló que la historia no era más que un rumor creado por el propio BJP para tratar de deslegitimar la vigilia.
Aliados de Modi también llegaron a decir que las mujeres sólo ocupaban las calles para «comer biryani gratis», y que las donaciones de alimentos son financiadas por el partido Aam Adami, que derrotó al BJP en las elecciones legislativas de Delhi. El biryani es un plato típico de la India basado en arroz, carne y verduras, que se consume en las celebraciones religiosas en Pakistán. El país vecino, mayoritariamente musulmán, se separó de la India en 1947 y se convirtió en un rival histórico.
Bilkis Bano afirma que las noticias falsas difundidas por el BJP han causado una revuelta entre los manifestantes. «Sí, estamos comiendo biryani porque necesitamos alimentarnos. Pero nos consideramos indias, estamos en suelo indio. No estamos sentadas en la mesa comiendo biryani con el Primer Ministro de Pakistán», dijo.
Para la residente de 82 años, las noticias falsas revelan prejuicios y falta de argumentos. «Los que donan comida son los que viven en el vecindario o los que apoyan nuestra causa. Se preocupan mucho por lo que comemos, pero no pueden oír lo que decimos», concluye Bano.
Lo que está en juego
La presencia de mujeres en la primera línea de las protestas no es una coincidencia. Después de la traumática división, que dio origen Pakistán en 1947, es más común que a ellas les resulte más difícil demostrar que residen y trabajan en India. En la mayoría de los casos, las propiedades están registradas a nombre del esposo, y sólo una de cada cinco mujeres de las zonas urbanas está en el mercado laboral.
Uno de los pilares de la Constitución de India de 1947 es el laicismo, es decir, la libertad de credos y la separación entre la iglesia y el estado. Modi fue el primer Jefe Ejecutivo de India en firmar un texto que condiciona la ciudadanía a la religión.
El Tribunal Supremo, compuesto en su mayoría por aliados del Primer Ministro, analizó la nueva ley de ciudadanía y consideró que no hay violaciones a la Constitución.
La violencia contra los musulmanes es uno de los sellos de la carrera política de Narendra Modi. El ex primer ministro de Gujarat fue acusado de connivencia con la masacre de 790 musulmanes en ese estado entre febrero y marzo de 2002. Diez años después, el político del BJP fue absuelto por el Tribunal Supremo, proyectándose como una figura pública y asumiendo el cargo de Primer Ministro de India en 2014.
Desde su juventud, Modi está afiliado a Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), un grupo paramilitar de 6 millones de miembros que aboga por la refundación de India a partir de los valores del hinduismo.
Haciendo historia
Shaheen Bagh es un barrio de mayoría musulmana, ignorado hasta entonces por las noticias. Las tres mezquitas principales y las estrechas calles de la comunidad son el lugar de encuentro de fruteros, carniceros y sus clientes. El ambiente en esos callejones es amistoso: todos parecen conocerse por su nombre, pero actúan con simpática indiferencia entre extraños.
Para llegar al barrio, hay que cruzar uno de los tres puentes sobre el visiblemente contaminado río Yamuna. Dos estaciones de metro de línea púrpura conectan Shaheen Bagh con el centro de la ciudad, y el transporte más utilizado en el barrio es el tuk-tuks, un vehículo pequeño con capacidad para tres pasajeros.
La mercadería es transportada en triciclos no motorizados. Los ciclistas suelen cargar su propio peso y pedalear en zigzag entre las vacas y la basura que se acumula en las calles.
Hace al menos un mes, la monotonía del barrio ha dado paso a un intenso flujo de autobuses, que traen a hombres y mujeres de varias partes del país para unirse a la vigilia. La mayoría pasa unas horas o un fin de semana en Shaheen Bagh, y luego se despide.
Dentro de las tiendas y restaurantes, los carteles en blanco y negro apoyan las protestas: «Amamos nuestra Constitución».
Otras imágenes comunes en la vigilia son el rostro de Mahatma Gandhi, el líder de la independencia de India, y el de Babasaheb Ambedkar, el «padre de la Constitución». Gandhi fue asesinado en 1950 por un miembro de la RSS por abogar por la convivencia pacífica entre hindúes y musulmanes.
Vidas en riesgo
En momentos de mayor tensión, como los que precedieron a las elecciones locales en Nueva Delhi, no hay forma de ingresar en la ocupación de Shaheen Bagh sin haber pasado antes por una revisión, no hecha por la policía, sino por los propios residentes. El proceso es menos riguroso que en los subterráneos de la ciudad. No hay máquinas de rayos X y las mochilas no se abren, apenas se palpan.
La preocupación por la seguridad aumentó después de que una youtuber, partidaria de Modi, se infiltró en el área de protesta con una burka para filmar lo que estaba sucediendo debajo de la tienda a finales de enero.
Una de las manifestantes, que no quiso identificarse, alertó sobre el riesgo de que la violencia aumente. «Están enviando espías. Recientemente, atrapamos in flagranti a (la youtuber) Gujan Kapoor. Fue el primer paso», dijo. «Sólo hay que ver la brutalidad con la que tratan a los estudiantes de Jamia (Milia Islamia, universidad con estudiantes musulmanes en Delhi). Están golpeando a las mujeres en sus partes privadas para que dejen de protestar. Los muchachos también han sido brutalmente agredidos».
Si en la universidad la táctica es la violencia física, en Shaheen Bagh los artificios más utilizados son las campañas de desestabilización y la propaganda negativa. La muerte del bebé Mohammad, que no pudo resistir el frío bajo la tienda en pleno invierno indio, es uno de los argumentos más utilizados contra la ocupación. «Están usando como pretexto la muerte de un niño de cuatro meses, pero al mismo tiempo están golpeando a nuestros niños que han crecido (estudiantes musulmanes) aquí. Es una contradicción. Y están a punto de matar a nuestros hijos educados, que pueden aprender. ¿Te imaginas lo que pasará con nosotros?», cuestiona la manifestante.
A veinte metros de la tienda, un grupo de artistas monta una réplica de la Puerta de la India, un punto turístico de Nueva Delhi. Mientras que el monumento original honra a los soldados muertos en la Segunda Guerra Mundial, la obra de arte en Shaheen Bagh es un tributo a los 27 indios asesinados en las protestas de diciembre contra la CAA.
«Somos diferentes artistas de diferentes religiones. Esto también es un simbolismo de nuestra unión, trabajando juntos en un proyecto como este», enfatiza la artista Tehmina Firdous, moradora del barrio.
Shaheen Bagh ahora cuenta con su propia biblioteca. En medio del acervo, se encuentra lo que parece un valioso objeto de colección: la autobiografía de Gandhi con el autógrafo del autor en la contraportada. La presencia del libro en la estantería es una muestra del desapego de los partidarios de la vigilia.
El lugar es frecuentado por miembros de diferentes religiones, como cristianos y budistas. Un grupo de sikhs, una minoría religiosa monoteísta, prepara y ofrece comida diariamente a los manifestantes.
«Modi, ven a Shaheen Bagh». Esta sencilla frase, que se muestra en Shaheen Bagh entre flores con forma de corazón, es el símbolo de una campaña humorística en la que las mujeres invitaron al Primer Ministro a una «cita» para el día de San Valentín, que en la India se celebra el 14 de febrero.
La reunión no tuvo lugar. Modi y la cúpula alta del BJP evitan responder preguntas sobre la CAA. En su última declaración de diciembre, el Primer Ministro dijo que la nueva ley no es discriminatoria y que las protestas se basan en la desinformación.
Traducción del portugués por Erika Rodriguez