Por Francesco Maria Cricchio
Conocí a Íkaro hace unos seis meses, a través de Lance Henson, poeta y activista Cheyenne con quien suelo colaborar. Empezó así un intercambio de correos que me llevó a conocer un poco su trabajo e historia. Finalmente, hace un mes, conseguimos comunicarnos y logré profundizar en algunas de las temáticas que más admiro de su trabajo. Sobre todo, en este periodo caracterizado por movimientos sociales muy significativos en toda América Latina, Íkaro me ha explicado cuál es la conexión entre su forma de entender el arte y el activismo, muy presente en su obra. El resultado fue esta entrevista, en la que hablamos de poesía, espiritualidad, música y activismo.
Entonces, Ikaro, me gustaría empezar preguntándote en qué te has concentrado más en este último periodo.
Bueno, en estos días grabé una canción con este instrumento —que fue también el primero que empecé a tocar—, que es el “temirkhomus”, “arpa de boca”, “jew’s harp” o “trompe”, como lo llaman en Chile. Concretamente, este que te estoy mostrando es el primer instrumento siberiano que yo conocí y empecé a tocar. Y él me abrió todo un camino, porque después de empezar a tocar este instrumento conocí varios más y me interesé en el “canto de garganta”. Ahorita volví a interpretarlo, y como te decía justo ayer grabé un solo de 12 minutos, una canción que dedico a los Mapuche, particularmente a Camilo Catrillanca (activista Mapuche asesinado por la policía chilena el 14 de noviembre del 2018, a la edad de 24 años). Entonces la idea surgió con mi amigo el poeta Óscar Saavedra, quien me invitó hace poquito a Chile, en un momento muy álgido de las manifestaciones y reivindicaciones sociales, justo cuando se cumple un año del asesinato de Catrillanca. De esta experiencia en el Festival de Poesía en las Escuelas de Chile, lo que siento que le llegó más a la gente fue el trompe, pienso que por el hecho de que también los Mapuches lo tocan. Por esta razón, interpretarlo en Chile en las escuelas y plazas y luego grabar el homenaje en Colombia fue como mandar un saludo a los Mapuches y a los compañeros chilenos.
Verdaderamente muy interesante, sobre todo este enlace simbólico que lograste construir también a través del trompe. Para seguir esta misma línea: ¿cómo logras conectar esto con otras formas de arte? Por ejemplo, la poesía…
Si tomamos la poesía, por ejemplo, la de Lance Henson, su profundidad es lo que me gusta más. Su poesía logra conjugar muy bien aspectos de chamanismo y de los cantos tradicionales con situaciones y conflictos de la humanidad contemporánea.
Esa es una conexión que yo también aprecio y admiro de su trabajo
Sí, precisamente. En Colombia con Lobo Blanco Editores acabamos de publicar un libro de Lance Henson (la primera traducción al español) y al leer detenidamente su poesía me doy cuenta de que él logra preservar ese interés en lo sagrado y en la naturaleza, al mismo tiempo teniendo presente la fuerza guerrera de los ancestros. Me parece que esta fuerza guerrera tiene que ver con todo el aspecto marcial de las practicas espirituales. Lance Henson es un guerrero, es un soldado, un danzante del sol y líder cheyenne, sin embargo, humildemente él se presenta como poeta, siendo todo a un mismo tiempo: eso es un aspecto muy fuerte y a mí me gusta mucho. Me siento identificado con esa forma de aproximarse a la palabra ancestral desde múltiples modos de accionar, y quizás apenas he empezado a incursionar en mis propias obras buscando ese dialogo entre la mística y temas urgentes para nosotros como humanidad.
Sí, eso es algo que aprecio muchísimo de tu arte y de la poesía de Lance Henson también, esa conexión entre dos esferas que para mí son muy importantes. Sobre todo, dado todo lo que sigue pasando en América Latina en general, y también lo que pasó en los us–dapl. Eso es algo que también quería preguntarte; es decir cómo se conecta tu arte con el activismo social y el político
Digamos que he vuelto a pensar mucho en eso ahora, a raíz de haber estado justamente en Chile, con los poetas y los vecinos en Plaza Yungay, y haber llegado un día después para salir a la marcha del 21-N en Bogotá. Desde mi punto de vista, una llave para acercarse al tema de la conexión con el activismo está en repensar conceptos que usamos y que damos por sobrentendidos, a través de puntos de contraste. Por ejemplo, otras filosofías, y en particular las ancestrales, son muy interesantes para volver a pensar qué significa comunidad, libertad, diversidad, tolerancia y muchas otras de estas nociones que hoy están comprometidas. En ese sentido, considero que sigue siendo valioso aprender de las historias y cosmovisiones ancestrales. Además, en la medida en que aprendemos a vernos a nosotros mismos como ancestros de generaciones futuras, también sentimos un llamado a actuar de forma acorde a las circunstancias. Si las futuras generaciones aún existen y aún nos recuerdan, habrá poemas sobre los ancestros que somos nosotros ahora, se mantendrá así una conexión a nivel espiritual. Eso también corresponde a mis propias creencias, es decir, reconocer los ancestros como mediadores espirituales, manteniendo una relación viva con ellos. Una reciprocidad.
Absolutamente, también desde mi propia experiencia y dado el trabajo con los Nativos Americanos he podido reconocer la importancia de ese aspecto en la cosmología indígena. Por esa razón, puedo conectar con lo que estás explicando en tu obra, y en particular con tu canción llamada “Fuerza Ancestral”.
Yo pienso también que es en ese contexto donde las movilizaciones sociales tienen el poder de conectarse con las historias ancestrales, con una fuerza que es complementaria a la lucha por la reivindicación social, porque ya se inscribe dentro de unas cosmogonías antiguas (es decir que tienen la fuerza que es característica del territorio, de los guardianes). Y es interesante ver flamear en las marchas de las juventudes y estudiantes en Bogotá, banderas como la Whipala de la cordillera de los Andes, o la bandera de la nación Mapuche, junto a las banderas de los indígenas nasa del Cauca y las pancartas de los trabajadores, lo cual ya da cuenta de una tendencia de unificación social y de pensamiento en contra de graves problemáticas que padecemos en todo el continente, de sur a norte. Podría hablarse entonces de una reinvención de la noción de América Latina desde una perspectiva ancestral, apoyada y expresada en prácticas tanto artísticas como del chamanismo. Algo que, repito, ya está pasando.
Y con éxito, si miras lo que ha sucedido en Ecuador, Chile y Bolivia. Eso es algo que ha llegado de manera muy fuerte a Europa también, y por eso tenemos que investigar y preguntarnos las razones por las cuales estos movimientos sociales han sido así de fuertes y exitosos. Ahora, cambiando un poco de tema, me gustaría saber un poco más sobre tu historia personal como artista.
Las estadísticas de las plataformas donde está mi música muestran que mi trabajo se escucha más en Europa y en otros países, como Turquía, Mongolia, Estados Unidos o Kazajstán, que en Colombia. Esto se debe a que nunca me he promocionado demasiado, sobre todo en algunos medios que están muy permeados por un pensamiento unidimensional comercial o que, enfocados en una noción del “entretenimiento de masas” terminan distorsionando o incluso ridiculizando las propuestas artísticas. Entonces, para tener difusión en esos espacios tienes que ceder en muchas cosas de tus principios, de tu trabajo y de tus ideas para poder encajar ahí. Eso les pasa a importantes músicos colombianos que han dado el salto desde lo independiente a la firma con grandes compañías.
Yo estudié filosofía, y me interesé de manera particular en la filosofía antigua. Cuando terminé la universidad y antes de viajar a Siberia, pasé por un periodo de enfermedad pulmonar muy delicada, tuvieron que operarme dos veces, pero los médicos nunca supieron dar una explicación de las causas, aludiendo a razones genéticas. Fue a raíz de eso, y sobre todo del hecho de que no me sentía totalmente curado, que conocí a indígenas, en particular a los indígenas Cofanes del Putumayo y más tarde a los Tubú del Apaporis. Siempre voy a tener gratitud con ellos, porque me ayudaron a sanar esa enfermedad pulmonar.
Después de aquella experiencia viajé a Siberia, con el vivo interés en los temas ancestrales y del chamanismo. Fue en estas circunstancias y en estos viajes que me fui interesando por la música, porque lo que en realidad yo iba encontrando en esa búsqueda espiritual era un conocimiento de mí mismo y de mis capacidades como “creador”. En ese entonces tocaba la guitarra y el cuatro, después empecé a cantar integrando elementos de las artes ancestrales, como el canto de garganta o el kotodama japonés. Nunca había pensado en tomar ese camino profesionalmente, pero en aquellos primeros viajes la gente me preguntaba dónde podía escuchar mi música, y eso me hizo pensar y considerar la posibilidad de grabar y moverme por ese camino. En este sentido, el Lago Baikal (Buriatia, Rusia) y la Sierra Nevada del Cocuy (Boyacá, Colombia) son dos sitios particularmente importantes, porque ahí empecé a tocar y a mezclar el canto de garganta con otras técnicas y también experimentando algo nuevo. A estos lugares llegan muchos turistas y exploradores de todo el mundo, y eso le permitió a mi música ser proyectada y escuchada en lugares diferentes. Recibo mensajes de mis seguidores en distintos idiomas. Eso me da mucha satisfacción y es una motivación más para seguir con mi trabajo.
Leyendo sobre tu historia, me llamó la atención el hecho de que Siberia, como lugar sea muy recurrente. ¿En qué manera esa tierra afectó tu trabajo?
En primer lugar, fui a Siberia para profundizaren estudios literarios con enfoque en escritura creativa, pero luego abandoné la universidad y me embarqué en un viaje al Lago Baikal. Cuando escuché la música de allá (Bashkortostán, Altái, Tuvá, Jakasia, Buriatia) tuve una conexión directa con mi genética profunda y con el canto de garganta, arte que es patrimonio inmaterial de la humanidad; desde ese entonces aquellas músicas de Asia Central están entre mis predilectas, en conexión con toda la cosmovisión tengrista de los nómadas. Todavía estoy en el aprendizaje, voy mejorando y perfeccionando mi técnica: Siberia ha sido fundamental en mi proceso de evolución artística.
¿Volviendo a lo que me estabas contando al comienzo, en qué te estas concentrando más ahora, en la música o en la escritura de poesía?
Bueno, ahorita como te decía estoy tocando bastante el arpa de boca, creo que este instrumento reviste un carácter simbólico muy global. Esto porque el arpa de boca está en todas partes: en esa canción de 12 minutos que te estaba contando, hay cinco diferentes arpas de boca: de Vietnam, de Jakasia, de Rusia, de Kirguizistán y Tartaristán… En una reunión del 28 Festival de Poesía de Medellín, con poetas, chamanes e indígenas de distintos lugares del mundo, surgió la pregunta sobre de qué manera se podía “resistir” y en qué manera se podía obtener esa “transformación social” y preservar las tradiciones. Entre las respuestas, la del poeta Maorí fue la que más me gustó: él dijo que hay que generar cohesión a través de los símbolos ancestrales. Ahí yo pienso en el arpa de boca como una llave universal. El Maorí, dio muchos ejemplos sobre esta relación entre simbología ancestral y lucha política, y entre ellos se refirió ala “Haka” (un tipo de danzas guerreras Maorí que ahora son conocidas en todo el mundo). Creo que en Colombia deberían pensarse caminos similares para la resistencia cultural, sobre todo por tratarse de un territorio en el cual hay muchos idiomas, poblaciones y culturas distintas. De hecho, pienso que sería fructífero generar y encontrar símbolos esenciales, o proponerlos creativamente, como “arquetipos ancestrales para la resistencia”: así, en la medida en que nos acerquemos a esos símbolos como comunidad quizás la movilización sea más poderosa, como el canto, porque viene ya con una gran fuerza de expresión contenida atrás en la memoria de los antiguos. Por eso, la búsqueda que estoy haciendo tiene mucho que ver con el retorno a esos saberes que quizás tenemos interiorizados “genéticamente”, pero que no hemos dado a luz como formas de pensamiento o expresiones artísticas. En otras palabras, se podría decir que tenemos que conectar nuestros ancestros más con nuestra cotidianidad.
Entonces, ¿en qué manera sería posible aprovechar, desarrollar y beneficiar ese paralelismo y la conexión que existe entre los diferentes tipos de arpa de boca —que viniendo desde diferentes países pertenecen también a diferentes culturas— y las varias poblaciones indígenas?
Creo que se puede aprovechar y desarrollar la posibilidad de que el arpa de boca se considere una suerte de símbolo o elemento ancestral común para la cohesión de comunidades. Además, estas propuestas se vuelven puntos de encuentro para la creación y la generación de otras plataformas —diferentes a los grandes sistemas monopólicos—, que sean verdaderos espacios de convergencia artística. Estos paralelismos simbólicos, culturales o de afinidades sonoras y artísticas (por ejemplo, los 5 trompes de distintos pueblos indígenas del mundo) al final nos están reconectando con nuestro ser en una comunidad humana diversa y entretejida.
¿Cómo traes la inspiración para tu arte?
No es que traiga la inspiración para mi arte… quizás haya algo así como una espera atenta a ese misterioso surgir del poema. Creo realmente en la inspiración, así como en momentos de particular recepción y sensibilidad artística. Me considero un instrumento a través del cual se expresan diferentes realidades: lo poético y lo musical. Entonces, nunca aguardo esos momentos especiales, pero los presiento y entonces me dejo llevar por intuiciones, por resplandores y así llega el poema, como sin darme cuenta. Me ha pasado que el verso final de un poema aparece años después. En mi trabajo como creador, aunque me encuentro a menudo con la página en blanco o ante un bloqueo, sé que es todo parte de un proceso de preparación para que surja la poesía.
¿Crees que esa “espera atenta” pueda relatarse en alguna manera a los últimos acontecimientos que pasaron en muchos países de América Latina?
Mira, a veces siento que aquello que experimento como “inspiración” a veces refleja lo que está pasando en el contexto más general de nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, entre mis últimos trabajos hay varios que tienen que ver con la lucha para los derechos sociales fundamentales. En este sentido, lo mismo ocurría a finales del 2018 cuando saqué mi disco “Hijos del Viento”, con canciones que tienen una crítica social fuerte: dos ejemplos son seguramente “Canción urgente” y “Prayer for Palestine”. Es también en este periodo que el tema de la “Fuerza Ancestral” empezó a fluir de manera más reiterada en mi trabajo. Entonces creo que quizás sí haya una fuerza espiritual o inasible que esté direccionando las acciones de artistas y líderes para la defensa de la vida y la protección del planeta en la actualidad.