Si bien la amenaza del coronavirus ocupa prácticamente todo el espacio mediático y genera pánico en el mundo entero, investigadores nos invitan a prestar atención a otro flagelo. Un enemigo discreto que consideran más impactante que las guerras, la malaria, el SIDA o el tabaquismo : La contaminación del aire.
Según un estudio publicado en 2019 en el European Heart Journal (1), la contaminación del aire sería responsable de 8.8 millones de muertes prematuras cada año en todo el mundo. Dicha mortalidad es causada principalmente por la agravación de patologías no transmisibles como enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, cánceres de pulmón y neumopatías crónicas y agudas, entre ellas el asma. Según los científicos, los niveles de contaminación actuales del aire reducen la esperanza de vida en el mundo en un promedio de 3 años.
En Colombia, reducir los niveles de contaminación del aire es una prioridad absoluta. Desafortunadamente, los ciudadanos nos vamos acostumbrando progresivamente a la espesa capa grisácea que cubre regularmente los cielos de las principales ciudades del país, y que nos indica discretamente el paupérrimo aire que se respira.
En Bogotá, Medellín y en otras ciudades del país, los niveles de contaminación del aire están disparados desde el inicio del año 2020 con valores que sobrepasan regularmente los 150 microgramos por metro cúbico (2). Es decir, 15 veces los niveles de exposición máximos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) (3).
A corto plazo, dichos niveles de exposición pueden dañar las membranas mucosas del tracto respiratorio y del pulmón, lo que hace que los virus penetren más fácilmente, y las partículas finas transportan los virus al fondo de las vías respiratorias.
Medidas de confinamiento por el coronavirus son insuficientes
Si bien las medidas de contención permitieron reducir la contaminación relacionada con el tráfico automotor, no han tenido ningún efecto positivo sobre los niveles de partículas finas en el aire, las más peligrosas para salud. Esta situación crítica se vuelve cada día más preocupante, ya que las explicaciones avanzadas parecen insuficientes.
Según Carlos David Hoyos, director del Sistema de Alertas Tempranas (Siata) : «La entrada de partículas externas asociadas a la quema o a los incendios que están ocurriendo en el país antes de la consolidación de la temporada de lluvias, han impedido que la calidad del aire mejore. La evidencia satelital y local nos muestra y confirma que este aporte es externo».
Sin embargo, el alcalde de Medellín Daniel Quintero, insatisfecho por las explicaciones del director del SIATA generó una tormenta al manifestar en su cuenta Twitter que: “La crisis ambiental a pesar de la cuarentena deja claro que el Área Metropolitana por años no ha reconocido causas reales de contaminación, ha sido simplista. Hay que aprovechar condiciones actuales para investigar a fondo y fijar medidas que permitan anticipar fenómenos”.
La crisis ambiental a pesar de la cuarentena deja claro que el Área Metropolitana por años no ha reconocido causas reales de contaminación, ha sido simplista. Hay que aprovechar condiciones actuales para investigar a fondo y establecer medidas que permitan anticipar fenómenos. pic.twitter.com/HfWIqM7qlk
— Daniel Quintero Calle (@QuinteroCalle) March 23, 2020
Esperando un análisis creíble y medidas correctivas de urgencia
En medio de estas diferencias entre gobernantes y expertos, nos encontramos los ciudadanos. Problemas de salud crónicos y decesos prematuros serán la consecuencia evidente de dichas exposiciones prolongadas a niveles excesivos de contaminación del aire. Esperamos que el sentido de responsabilidad de políticos, expertos y ciudadanos nos permitan reducir los estragos de este enemigo discreto a muy corto plazo.
- https://academic.oup.com/eurheartj
- Según los valores indicados por aqicn.org, organización que utiliza el índice de la Agencia Estadounidense de Protección Ambiental (US EPA)
- Los límites de exposición establecidos por la Organización Mundial de la Salud a partículas finas PM2.5 es de 10 microgramos por metro cúbico de promedio anual (10 μg/m3), o de 25 microgramos por metro cúbico de promedio en 24h (25 μg/m3).