Otra víctima mortal dejó este fin semana la protesta social contra el Gobierno de Sebastián Piñera, quien recibe la peor aprobación presidencial desde el fin de la dictadura el 11 de marzo de 1990. Este miércoles se cumplen 30 años de democracia y dos de gestión presidencial, sin convocatorias oficiales para ninguna de las dos fechas.
Son casi cinco meses de protestas ininterrumpidas en Chile desde que el 18 de octubre los estudiantes dieron el primer paso. En rechazo por el aumento del precio del transporte incitaron a viajar sin pagar en el metro, despertando y potenciando reclamos de distintos sectores sociales.
«Los estudiantes encendieron la mecha. Las nuevas generaciones son siempre de algún modo las que ponen en marcha las dinámicas sociales (…) Pero aquí se plegaron sectores muy diversos», dijo a Sputnik el diputado Tomás Hirsch, del Partido Humanista.
Por encima de todas ellas, hay una que las unifica y las convierte «en un gran movimiento ciudadano. Despierta desde los estudiantes y nuevas generaciones pero activa a la sociedad como un todo», destacó Hirsch.
La guerra y la paz
Este 26 de abril los chilenos y chilenas están convocados a pronunciarse mediante un plebiscito si quieren reformar la constitución heredada de la dictadura y mediante qué mecanismo: Asamblea Constituyente (con participación ciudadana) o Congreso Constituyente (sin participación ciudadana).
«Estamos viviendo una situación cruzada por distintas características. Por un lado vivimos un momento de un tremenda esperanza ciudadana por este Chile que despertó y que ya no está dispuesto a seguir soportando tanto abuso, tanta postergación, tanta promesa sin cumplir», describió Hirsch.
Pero esta mirada esperanzadora está matizada por violentas represiones estatales desde el inicio de las protestas, luego de que Piñera dijera el 20 de octubre su polémica frase: «Estamos en guerra contra un enemigo poderoso»
«Hemos vivido el horror con las violaciones a los derechos humanos que se mantienen, siguen presentes y que cada día están significando nuevas víctimas. Este fin de semana tuvimos otra vez una persona asesinada por las fuerzas policiales, es una situación que nos horroriza que se esté produciendo en democracia», lamentó el diputado humanista.
Desde el inicio de las revueltas populares al menos 30 personas perdieron la vida, miles resultaron heridas y se sucedieron decenas de denuncias por torturas y detenciones ilegales.
Un cordón que no se corta
«Sin duda que hay una crisis que afecta a la política tradicional. Los partidos tradicionales no están dando respuesta a lo que está sucediendo hoy día con la ciudadanía», señaló.
Se refería a que desde el 11 de marzo de 1990 —cuando terminó la dictadura de Pinochet iniciada el 11 de septiembre de 1973— hasta 2010 se sucedieron cuatro gobiernos a manos de la llamada Concertación. Dos liderados por demócratas cristianos (Patricio Aylwin y Eduardo Frei) y dos por socialistas (Ricardo Lagos y Michelle Bachelet).
Luego vino la primera presidencia de Piñera, la segunda de Bachelet y actualmente está a cargo de Piñera otra vez hasta 2022. Por lo tanto, en 30 años de democracia, 24 estuvieron en manos de partidos definidos como progresistas.
«Vivimos fenómenos de desestructuración de la política tradicional y también del mundo sindical tradicional. La gente está buscando nuevos modos de organización, paritarios, solidarios, horizontales, y no le gustan los modos tradicionales», resumió el entrevistado.
En este sentido, el diputado coincidió en que recién ahora se está atravesando un verdadero período de transición desde la dictadura pinochetista a la democracia: «La transición está vinculada a la dictadura a través de un cordón umbilical que es la constitución del 80. Eso nos ha mantenido en esta eterna transición», afirmó.
Por eso, Hirsch dijo creer que «esta posibilidad de darnos finalmente una Constitución generada en democracia, y en paridad, que corte ese lazo, ese cordón, es lo que puede permitir de una vez por toda terminarla y enfrentarnos de otro modo al futuro».
Entrevista para Radio Telescopio de Uruguay.