– La creciente intimidación y represión de los periodistas que informan sobre el coronavirus está amenazando la salud pública en algunos países, advirtieron supervisores de la libertad de prensa, especialistas e informadores.
Los regímenes autoritarios y represivos de todo signo, desesperados por controlar la narrativa sobre la propagación de la enfermedad covid-19, han intensificado su hostigamiento a los periodistas que cuestionan la información oficial sobre los casos y su gestión ante el brote, aseguran.
Y al tomar medidas enérgicas contra quienes intentan informar con precisión sobre la enfermedad, estos regímenes ponen en peligro la difusión de datos esenciales que la población requiere para mantenerse a salvo, argumentan grupos defensores de la actividad informativa, neurálgica para combatir la pandemia.
«Cuando se reprime la verdad, se pone en peligro la vida de todos, no solo de los periodistas», dijo a IPS el subdirector ejecutivo del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), Robert Mahoney.
Desde la aparición de la enfermedad a fines del año pasado en China y su paulatina transformación en una pandemia mundial, ha habido una creciente preocupación por el tratamiento a los reporteros que cubren brotes de virus en algunos países.
En China, ha habido informaciones de periodistas locales que criticaron la respuesta del gobierno al coronavirus, por lo que fueron hostigados por las fuerzas de seguridad. Algunos incluso han desaparecido, presuntamente capturados por la policía y detenidos en un lugar desconocido.
Mientras tanto, el mes pasado, tres periodistas del Wall Street Journal fueron expulsados de China por un artículo sobre el impacto de la covid-19 en la economía china. Y esta semana, las autoridades chinas revocaron sus credenciales a 13 periodistas que trabajaban para los diarios estadounidenses The Wall Street Journal, The New York Times y The Washington Post.
Beijing dijo que fue una respuesta a las restricciones de Estados Unidos para los medios de comunicación chinos que operan en el país, pero los tres medios condenaron la decisión. Dean Baquet, editor ejecutivo del The New York Times, dijo que era «especialmente irresponsable en un momento en que el mundo necesita el flujo libre y abierto de información creíble sobre la pandemia de coronavirus».
Pero no es solo en China donde los periodistas enfrentan problemas por no seguir la línea gubernamental.del gobierno.
En Irán, con una de las tasas más altas de infección y mortalidad por covid-19, varios periodistas afrontan la cárcel tres su detención a principios de marzo por cuestionar las estadísticas oficiales sobre el brote en el país.
Fardin Moustafai, editor de un canal de noticias en la red Telegram, fue acusado formalmente este mes de publicar cifras que contradicen la información oficial sobre el progreso de la epidemia, según Reporteros sin Fronteras (RSF).
La organización de vigilancia sobre la libertad de prensa asegura que dos periodistas fueron detenidos para ser interrogados en Rasht, una de las ciudades iraníes más afectadas por la enfermedad, después de publicar información sobre la situación en la ciudad y el número de víctimas, mientras otros cuatro periodistas fueron interrogados por su información sobre la epidemia.
Reza Moisi, jefe de la Mesa Afganistán-Irán en RSF, dijo a IPS que algunos periodistas que habían sido interrogados por sus informaciones están en espera de juicio y podrían ser condenados a penas de cárcel.
Subrayó que ese hostigamiento del gobierno «no haría nada para ayudar a combatir la epidemia de coronavirus, sino todo lo contrario».
«La represión de la libertad de prensa en Irán es sistemática y, por lo tanto, el control de la información allí es implacable. Esta represión se dirige a los periodistas, por supuesto, pero también al derecho del público a ser informado”.
Investigadores y periodistas insisten que en situaciones de crisis sanitarias como la actual, la censura informativa solo la hace empeorar.
«El ocultamiento de la información y la carencia de una información integral e independiente, claramente ha puesto a la población en peligro», insistió Moisi.
La represión contra periodistas en Irán y en otros lugares, como China, no sorprende, dijo Mahoney.
«Hemos visto a periodistas enfrentarse a la represión en lugares como China e Irán en el pasado. Hay gobiernos que quieren controlar la narrativa cuando algo embarazoso, algo con lo que parecen estar lidiando mal, o se ha salido de su control, como ha sucedido en la pandemia”, afirmó el subdirector del CPJ.
«El aparato de censura ya está instalado, esta es solo otra ocasión en que se ha activado para controlar el flujo de información», agregó.
Pero las preocupaciones sobre la capacidad de la prensa para informar con precisión sobre la crisis no se limitan únicamente a los países califican como regímenes represivos. El virus contra la información independiente aumenta en prácticamente todos los continentes, en gobiernos de diferentes ideologias, del Norte industrial y del Sur en desarrollo.
En Estados Unidos, por ejemplo, ha habido críticas sobre la forma en que la Casa Blanca informa sobre covid-19 y su expansión. Los críticos dicen que ha habido una letanía de declaraciones científicamente infundadas, falsas, engañosas o confusas del presidente Donald Trump y otros funcionarios desde el comienzo de la crisis.
Los medios de comunicación estadounidenses resaltaron como Trump criticó a Nancy Messonnier, directora del Centro Nacional de Inmunización y Enfermedades Respiratorias, después que la experta contradijera públicamente las declaraciones del presidente.
También la Casa Blanca trató de amordazar a funcionarios de salud que querían advertir a las personas mayores de evitar los viajes aéreos.
Además, miembros de la administración Trump también han atacado abiertamente a los medios por sus informes sobre covid-19. A fines del febrero, por ejemplo, el jefe de gabinete interino de la Casa Blanca, David Mulvaney, dijo que los medios estaban exagerando los peligros de la enfermedad, en un intento de «derribar al presidente».
Mahoney dijo que en situaciones en las que los gobiernos tratan de eludir el papel de la prensa y se decantan por hablarle directamente a la gente, o no le dan acceso adecuado a los funcionarios y expertos relevantes, hay un gran peligro de que la información incorrecta o engañosa puede pasar a la población sin filtros y sin control.
«Mire a Estados Unidos, donde la Casa Blanca le dijo a la gente durante semanas que el coronavirus era como la gripe estacional, y de repente es una gran emergencia», dijo el subdirector de CPJ.
«El trabajo que hacen los periodistas para descubrir cosas, como la corrupción o los escándalos políticos, es importante, pero a menudo no tiene un impacto inmediato en la vida de los ciudadanos comunes. Mientras que su trabajo ahora tiene consecuencias en tiempo real: podría ser una cuestión de vida o muerte”, afirmó.
Por eso, alegó, «los periodistas necesitan tener y poder difundir información correcta. Si se reprime la verdad, no se divulga la información correcta que necesita la población» para protegerse del virus, explicó.
Los especialistas en salud pública subrayan también la importancia de garantizar que la información precisa y veraz se transmita no solo al público, sino también a trabajadores de la salud, funcionarios de seguridad y científicos.
En febrero, docenas de científicos de salud pública publicaron en la revista médica The Lancet su preocupación de que la información errónea sobre covid-19 podría estar obstaculizando la contención de la enfermedad.
Estudios sobre anteriores crisis sanitarias, como la de los recientes brotes de ébola en África, han demostrado que la información errónea puede empeorar la propagación de enfermedades infecciosas.
Con este fin, los gobiernos de todo el mundo han tomado medidas para detener la propagación de engaños y noticias falsas sobre la enfermedad. Algo de esto ha sido drástico, incluida la criminalización y largas penas de prisión para las personas condenadas por publicar o compartir información errónea sobre el virus y su propagación.
Esto ha llevado a temer que en algunos países estas medidas se estén utilizando para silenciar las voces críticas, incluidas las de los periodistas.
Solo en China, hasta el 21 de febrero, el Ministerio de Seguridad Pública había registrado más de 5500 casos de personas que «producían y diseminaban deliberadamente información falsa y dañina».
En Malasia, por ejemplo, decenas de personas, incluido un periodista, han sido arrestadas bajo la acusación de difundir información falsa sobre el virus a través de las redes sociales. En las últimas semanas se han producido arrestos similares en Asia, en países como India, Tailandia e Indonesia.
Moiri dijo a IPS que en Irán, más de 130 personas han sido arrestadas desde fines de febrero por publicar supuestamente información falsa. «No todas estas personas son periodistas, pero muchas de ellas son probablemente informadores ciudadanos que han publicado algo que contradice la información oficial», dijo.
Los expertos en comunicación y periodismo han puesto en duda la efectividad y las motivaciones detrás de tales medidas.
Lynette Leonard, profesora asociada del Departamento de Periodismo y Comunicación de Masas de la Universidad Americana en Bulgaria, dijo a IPS que «la censura siempre es una preocupación incluso en su forma de ‘noticias falsas’”.
A su juicio, “raramente hay una forma clara de distinguir los objetivos políticos de criminalizar la difusión de información de los alegados objetivos de salud pública”.
«Las noticias falsas, la difusión intencional de información falsa para ganar influencia o poder, es un problema real, pero el término ha sido manipulado tanto que cualquier legislación que se promulgue con rapidez al respecto, probablemente carezca de las definiciones precisas necesarias para ser útil en la lucha (contra esos fenómenos)”, reflexionó.
Sin un final esperado para la pandemia en el corto plazo, no está claro qué otras amenazas enfrentarán los periodistas en algunos países por desafiar la gestión de los gobiernos de la emergencia de salud pública.
Pero en al menos un país es poco probable que sean efectivos para suprimir completamente las informaciones críticas.
Durante una serie de crisis internas en 2019, como inundaciones, protestas populares, o el derribo de un avión ucraniano, el régimen ha utilizado crecientemente la censura y la represión, particularmente para controlar a la población, según Moisi.
«Pero la pregunta es, ¿ganará la República Islámica de Irán esta guerra contra la información? La historia reciente del país muestra que la represión y la prisión no han callado a los periodistas», dijo.