Por Paco Cantero*
Hemos entrado en una nueva década que marcará un periodo decisivo en la historia mundial, con nuevos paradigmas y cambios sociales como nunca habríamos imaginado.
Acabamos de entrar en un nuevo año y en una nueva década. Una década que posiblemente marque un periodo decisivo en la historia mundial, ya que todo apunta a que las tendencias que se han estado desarrollando durante los últimos años se acelerarán y pronto llegarán a un punto de inflexión, creando nuevos paradigmas y cambios sociales como nunca nos habríamos imaginado.
Pero, antes de nada, es importante hacer una reflexión sobre algunos temas clave que necesitaremos abordar en los próximos años:
1. Observamos que la cultura de Oriente está en auge, el mundo está cambiando, pero Occidente se aferra a una visión unipolar del mundo que ha pasado. El reconocimiento de este hecho ayudará a identificar tendencias y ciclos importantes que probablemente se materializarán en un futuro cercano.
De repente, se nos presenta otra visión de la realidad que pide una versión diferente de la historia en las últimas décadas. Nuestro sistema económico parece beneficiar a unos pocos que tienen un control sobre la política. Los negocios locales y la artesanía, la economía real, han dado paso a las multinacionales privilegiadas y el mundo financiero (que amenazan y debilitan los estados-nación), el mundo de las exenciones y los paraísos fiscales.
Veremos como China, Rusia y Asia reemplazarán la hegemonía de los EE.UU., no con otra hegemonía, sino con una coalición flexible de estados que defienden valores y modelos de civilización diferentes con otras perspectivas económicas.
Occidente tendrá que comenzar a comprender que las ideas de la Ilustración, los conceptos de libertad, democracia y derechos humanos no se ven afectados por el desarrollo del resto del mundo, sino por la estratificación de una sociedad socavada por conceptos monetarios y neoliberales que han vaciado sus ideales.
2. El mundo está experimentando un gran cambio político que ha generado un rápido aumento de la polarización a medida que las opiniones y creencias entran en conflicto. Las poblaciones frustradas por el fracaso de sus líderes para crear un mundo más justo están tomando las calles en grandes protestas para presentar sus demandas con nuevas formas que los políticos hasta ahora, no han entendido, ya que se basan en una organización horizontal sin líderes, tal y como hemos visto recientemente en Cataluña o Hong Kong.
La desigualdad y la globalización están alimentando un movimiento populista que probablemente crecerá a medida que las promesas de los gobiernos no se cumplan. El enorme peligro que corremos con esta situación es la tentación de los gobiernos a imponer un sistema totalitario que controle todas las facetas de la vida de las personas y ponga en marcha modelos de “crédito social” que cercenen la libertad de las personas.
3. Los Bancos Centrales están inundando el mundo de dinero “fiat” a través de las llamadas “flexibilizaciones cuantitativas”, en un esfuerzo por mantener la economía en movimiento, pero resulta evidente que no está funcionando.
El sistema financiero global se ha transformado en un experimento controlado por fuerzas plutócratas que lo único que han conseguido es aumentar la desigualdad, favoreciendo enormemente a los más ricos y creando una burbuja de activos ficticios, cuyas consecuencias, pagaremos todos. Por lo tanto, es urgente abordar un nuevo sistema monetario que priorice las necesidades de la mayoría social.
4. Respecto al cambio climático y el calentamiento global, nos encontramos en una situación de emergencia ya que todos los indicadores están empeorando. Hoy día existe un gran movimiento para sustituir los combustibles fósiles por energías renovables, pero lamentablemente, pocos de los que hablan de esto, consideran la reducción de los residuos sólidos, por su relación con la producción y el consumo, como una parte clave de la respuesta que hay que dar.
La obsesión por elevar el PIB impide mejorar nuestras vidas, más bien al contrario, puesto que está demostrado que es masivamente destructivo para nuestro planeta. Es imprescindible cambiar nuestros hábitos de vida y preservar nuestros recursos naturales por nuestro bien como especie y por el bien del planeta.
5. La tecnología y la inteligencia artificial está avanzando a unos niveles inimaginables hace unas décadas, generando numerosos temores en cuanto al impacto que tendrá en los nuevos modelos productivos y de distribución, además del mundo del trabajo y el empleo.
Sobre este punto, se ha debatido mucho en los últimos años respecto a cómo se está empezando a transformar gran parte de la economía gracias a la combinación de las telecomunicaciones (5G) con la inteligencia artificial (IA). Esto supondrá la sustitución de una gran cantidad de empleos de muchos tipos por nuevos sistemas tecnológicos, con el consiguiente aumento de la desigualdad que conlleva. Según la OCDE, se estima que poco menos del 10 por ciento de los trabajos existentes tienen un alto riesgo de automatización, mientras que otros estudios lo cifran en un 40 por ciento.
Lo verdaderamente relevante no son los empleos que se destruyan, sino cuantos se crearán, y sobre esto existe un enorme desconocimiento. Lo que estamos seguros es que estos nuevos empleos requerirán de un elevado nivel tecnológico que podría polarizar aún más el empleo hacia una mayor desigualdad económica, sobre todo en la fase de transición.
Los trabajos que probablemente desaparecerán serán aquellos que conllevan cualidades rutinarias y repetitivas e involucran el desempeño repetido de tareas estandarizadas, como trabajos manuales simples y trabajos de escritorio basados en procesos.
Por otra parte, los trabajos con bajo riesgo de automatización son los que requieren destreza manual y manipulación, los que requieran juicio humano o creatividad y todo el trabajo que involucre la interacción humana, porque las personas siempre anhelaremos el contacto humano.
Ante estas previsiones, una respuesta es el pánico. El temor es que no habrá empleo disponible para todos, o no será suficiente para las personas que buscan y necesitan trabajo remunerado.
Una reacción positiva a este reto es verlo como el camino hacia una reconstrucción radical de todo el sistema económico, y un movimiento más allá del capitalismo hacia otro tipo de orden económico. Es necesario establecer una desconexión total entre el empleo y la obtención de recursos como única alternativa, para esto es necesario que sea entendido por los Gobiernos y pongan en marcha la Renta Básica Universal que garantice la existencia material de todas las personas.
La Renta Básica Universal promoverá otro modelo productivo que potencie la cooperación, la creatividad y la innovación, la ecología, el desarrollo de proyectos individuales y colectivos, desmontando así la necesidad de acceder a los medios de subsistencia a través del empleo, y donde el capital intelectual sea la fuerza motriz y lo más cotizado. La riqueza ya no residirá en el capital físico, sino en la imaginación y en la creatividad humana.
Por lo tanto, no deberíamos hablar de una sustitución del trabajo humano, sino de su liberación para hacer cosas nuevas. Hay esperanza.
*Coordinador del Observatorio de Futuro Alternativo de Attac Madrid.