La mutilación genital se sigue practicando en más de 30 países, y las niñas y mujeres mutiladas tendrán problemas físicos y traumas psicológicos toda su vida. ¿Por qué esta práctica es tan difícil de erradicar?
El 6 de febrero es el Día Internacional de la Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, pero aún más de 200 millones de mujeres y niñas que viven en 30 países la han sufrido y siguen sufriéndola.
Lisa Camara, una joven madre de Gambia, tomó la decisión de no permitir que mutilaran los órganos genitales de su hija, contraviviendo la tradición de generaciones enteras que han llevado a cabo esa práctica en su comunidad. Lisa tenía cinco años cuando sus genitales fueron mutilados. Ahora es la coordinadora nacional de la ONG Safe Hands for Girls, y su determinación es clara: su hija no debe sufrir lo que ella sufrió: «Sé que mi hija jamás será mutilada”, subrayó en entrevista con DW.
La mutilación genital femenina, ablación femenina o MGF, incluye todo tipo de procedimientos de resección parcial o total, o de extirpación de los genitales femeninos, así como otras lesiones de esos órganos sin un motivo médico. Afecta al 75 por ciento de las mujeres en Gambia, y también en otros países, ya que esta práctica no conoce fronteras.
Para muchas comunidades donde se lleva a cabo la mutilación genital femenina, esta es considerada un rito que asegura que las niñas y mujeres sean aceptadas en la sociedad. Las mujeres que han sido víctimas de una mutilación genital corren un mayor riesgo de ser infértiles, y un peligro dos veces mayor que el promedio de morir al dar a luz. Además del dolor atroz que esto significa, las niñas y mujeres pueden morir debido a hemorragias e infecciones, incluso aunque se las lleve a una consulta médica de inmediato.
Tolerancia cero: ¿llegará en 2030?
La ONU tiene por objetivo poner fin a la mutilación femenina en 2030, pero será necesario aumentar los esfuerzos para lograrlo. «Espero poder proteger a otras mujeres”, dijo Camara. «Lo que hago es trabajo de campo, y como vengo de una comunidad en la que se practica la mutilación femenina, sé bien que la probabilidad de que se pueda poner fin a ella en 2030 es muy pequeña”. Aunque la gran mayoría de las niñas y mujeres que deben someterse a una MGF vive en el África Subsahariana, esta se lleva a cabo también en otros países, incluyendo a Egipto, Yemen, Iraq, Indonesia y partes del sur de Asia. Las niñas que provienen de la diáspora en Europa y en el norte de América también están expuestas al peligro de la ablación genital.
Creencias religiosas y sociedad patriarcal
La MGF está vinculada con creencias religiosas y tradiciones, en las que algunos grupos ven en ella la salvaguarda de la virginidad, el control de la sexualidad femenina y hasta una protección contra las violaciones. «En Gambia se la considera un mandamiento religioso islámico, a pesar de que no lo es”, añade Camara. «En un país con más del 90 por ciento de musulmanes, será muy difícil erradicar esa tradición”.
Mariam Dahir, médica y activista contra la MGF en Somalilandia, dice que las comunidades ven a esa práctica como necesaria para la aceptación en la sociedad. «Las niñas no pueden luego casarse, no pueden convertirse en mujeres si no pasan por eso”, explica. Esa presión social es la causa de que tanta gente crea que la MGF debe continuar. Somalilandia, un Estado autoproclamado, es visto internacionalmente como una región autónoma de Somalia. Y tanto en Somalia como en Gambia, casi el 67 por ciento de las mujeres sufren algún tipo de mutilación genital, de acuerdo con la ONU. «He visto a muchas niñas pedirles a sus madres que las mutilen porque quieren ser iguales a sus pares”, asegura la médica.
Diferentes prácticas de mutilación genital femenina
La práctica de la mutilación genital femenina se diferencia en las distintas comunidades.Se suele realizar con una cuchilla con la que se mutilan el clítoris externo, los labios mayores, los labios menores de la vagina, o todo a la vez, según el tipo de mutilación que se practique. Otra variante es la de coser los extremos de la vulva dejando solo un pequeño orificio para la salida de la orina y la sangre menstrual, conocida como infibulación. La MFG puede incluir también el rasgado, la laceración o el estiramiento de los genitales.
Pero Dahir explica que la actitud está cambiando. En el pasado, en muchas comunidades somalíes se practicaba la infibulación, pero esta se ha vuelto ahora menos común, y los dos tipos de MGF que incluyen cortes, pero no la costura de los genitales, son los más difundidos.
«De algún modo, creo que el mensaje ha llegado, y que la consciencia en las comunidades es mayor, pero aún se sigue tocando y cortando a las niñas. Eso es exactamente una sociedad patriarcal: no quieren que las mujeres vivan siendo como son”, subraya Mariam Dahir.
Dahir formó parte de un equipo que trabajó para redactar una ley que prohíbe la mutilación genital femenina, que pronto será presentada a los legisladores en Somalilandia. Dice que la educación es la mejor manera de combatir la MGF; prohibirla no puede evitar que las niñas sigan siendo mutiladas.
Cuando Gambia promulgó una ley que prohíbe la mutilación genital femenina en 2015, permitió a los activistas ir a las comunidades y hablar sobre el tema, pero no pudo frenar la práctica, dijo Camara. Hasta ahora tampoco ha habido juicios. «La ley ha llevado la mutilación a la clandestinidad. Ahora los bebés están siendo mutilados cuando apenas tienen meses», alerta. En algunos países, las niñas son mutiladas cuando son mayores y pueden tener más oportunidades de escapar, dijo Camara. «En Gambia no tienes la oportunidad de escapar, te cortan antes de que entiendas lo que significa ese proceso», señala.
«Se está produciendo un cambio”
Más de 24 millones de personas en casi 9.000 comunidades se han comprometido a abandonar la práctica de la mutilación genital femenina, de acuerdo con UNICEF, que también asegura que, actualmente, la probabilidad de que se mutile a una niña es un 30 % menor que hace 30 años. «Se está produciendo un cambio”, subraya, por su parte, Ebony Ridell Bamber, jefa del Departamento Legal y Policial del Proyecto Orquídea (Orchid Project), una ONG con base en Reino Unido que lucha por la tolerancia cero a la mutilación genital femenina. «Lo que realmente necesitamos es seguir progresando en la tarea de poner fin a esta práctica”, remarca.
En Egipto, Sudán e Indonesia, la mayoría de las niñas que son sometidas a la MGF son mutiladas por un profesional de la salud, con lo que los peligros para sus vidas se reducen un poco. «Pero esos trabajadores”, indica Mariam Dahir, «deben saber que la MGF es una violación de los derechos humanos, y debe establecerse un código de conducta”. Tanto Camara como Dahir son escépticas respecto de que sus países puedan cumplir las metas de terminar con la MGF en 2030. Sin embargo, piensan que los cambios que ven en la actitud de mucha gente pueden ser positivos. «En los próximos diez años, cuando la gente de mi generación, o de generaciones aún más jóvenes, contraigan matrimonio, es cuando se verán las cifras reales, y se podrá decir cuán efectivo ha sido el cambio en estos países”, concluyó Camara.
(cp/ers)