El riesgo generado por la epidemia del coronavirus es suficientemente seria como para aceptar que el tema sea tratado como un arma en contra de China. Las cuestiones reales, ya sean diplomáticas, militares, económicas, financieras, geopolíticas, tecnológicas, comerciales y/o industriales se bastan a ellas mismas. Sergio Rodríguez Gelfenstein informa con rigor y veracidad acerca de la evolución de la epidemia, y de la gestión de la crisis por parte de la República Popular China.
Por Sergio Rodríguez Gelfenstein
Desde que estalló la epidemia de coronavirus (Covid-19) en la ciudad china de Wuhan a finales de diciembre de 2019, el gobierno de ese país ha tomado una serie de medidas para contener la propagación del virus mortal, especialmente una cuarentena completa en Wuhan, el epicentro del brote y fuertes medidas preventivas y de control en otras áreas metropolitanas.
Estos esfuerzos han sido ampliamente divulgados, sin embargo los medios transnacionales de la información se han hecho eco de una serie de noticias falsas encaminadas a desinformar sobre el alcance de la epidemia y el esfuerzo del gobierno chino para enfrentar tan poderoso enemigo que amenaza con desplazarse por todo el planeta. Según lo constatado in situ por las autoridades de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el gobierno chino ha mostrado competencia en el reto de hacer frente y vencer al flagelo.
En primer lugar, al establecer la cuarentena en Wuhan, las autoridades chinas han recurrido a una tradicional medida que se ha adoptado en este tipo de situaciones a través de la historia, cuando se actúa frente a una perturbación sanitaria desconocida que necesita ser aislada, mientras se busca interrumpir las vías de transmisión, al mismo tiempo que se atiende la población afectada o susceptible de serlo.
En este sentido, el gobierno chino demostró alta capacidad de respuesta y gran responsabilidad al decidir la cuarentena total de Wuhan, donde surgió la enfermedad. Esto permitió que la misma no se expandiera a otras regiones y países con la velocidad que si lo hizo en su epicentro. Así, hasta el momento esta ciudad y la provincia de Hubei es la única que muestra una concentración de la epidemia, logrando que fuera de ellas, se manifestara de forma aislada. Esto cobra mayor valor si se considera que el brote se produjo casi en el mismo momento que daba inicio a las fiestas del año nuevo chino, circunstancia en la que se produce el mayor movimiento migratorio del país y del mundo en un corto plazo.
Esa decisión del gobierno chino impidió que en un mundo globalizado como el que vivimos se desencadenara una propagación exponencial de la epidemia que podría haber alcanzado a regiones muy lejanas del planeta, algunas de difícil acceso en las que tomar medidas de control o combate a la enfermedad hubiera sido extremadamente difícil. En estas circunstancias, cuando se analiza la cantidad de países y personas afectadas a dos meses del inicio de la infección, hay que concluir que el mismo es ínfimo en comparación con lo que hubiera podido suceder si el contagio hubiera comenzado en un país de frágiles estructuras de gobierno y disminuidas capacidades de atención en materia de salud.
En este sentido, el Director General de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, señaló en una conferencia de prensa el 30 de enero que: «…el gobierno chino debe ser felicitado por las medidas extraordinarias que ha tomado para contener el brote, a pesar del grave impacto social y económico que esas medidas están teniendo sobre el pueblo chino”.
Vale destacar que en tiempo récord se construyeron tres nuevos hospitales en Hubei, incluido el Centro Médico Regional Dabieshan de 1.000 camas, que entró en funcionamiento el 28 de enero, así como el Hospital Huoshenshan (con 1.000 camas y 34.000 metros cuadrados) y el Hospital Leishenshan (con 1.500 camas y 75.000 metros cuadrados) en Wuhan, que estuvieron listos durante la primera semana de febrero.
Además de eso, China ha dado una respuesta múltiple al combate contra el virus en el que se ha involucrado no solo el gobierno, también millones de ciudadanos, empresas y organizaciones sociales hicieron donaciones hasta superar los 7 mil millones de yuanes (alrededor de mil millones de dólares) lo cual se sumó a los diez mil millones de dólares que ha autorizado el Estado para enfrentar la crisis. Así mismo se recibieron 5.29 millones donaciones materiales para finales de enero
Igualmente, desde diciembre cuando se detectó la infección, se activaron los mecanismos de respuesta en el nivel local, provincial y nacional ante la situación creada. El 25 de enero, el primer ministro Li Keqiang fue designado presidente de un grupo pequeño central establecido para luchar contra la epidemia Covid-19 visitando Wuhan dos días después para inspeccionar los últimos avances y transmitir al pueblo la responsabilidad que el gobierno central asumía en el enfrentamiento del virus. De la misma manera, e crearon más de 50 grupos de alrededor de 6.000 médicos y especialistas para atender a los afectados.
El Ministerio de Industria y Tecnología de la Información instó a los proveedores médicos de toda China a restablecer su capacidad productiva plena para garantizar el abastecimiento sostenido de todos los artículos necesarios. Se creó un mecanismo espacial de suministros para enviar verduras, alimentos y otros insumos vitales desde otros lugares a Wuhan para los nueve millones de residentes que viven en la ciudad. Los sistemas de control de precios y supervisión de calidad también han sido también puestos a prueba ya que las demandas de mascarillas y jabón líquido se han disparado. Grandes empresas como Alibaba y Fosun International Limited han realizado compras en el extranjero para suministrar equipos médicos de urgencia a Wuhan.
Por su parte, las empresas tecnológicas chinas han utilizado internet para establecer un mecanismo especial de comunicación social del pueblo. Por ejemplo, Tencent ha establecido once plataformas que brindan servicios en línea, como divulgación de información y asesoramiento médico. Se creó una plataforma que ofrece servicios clínicos médicos en línea destinados a reducir la exposición de los pacientes con fiebre al virus en el hospital y otra, ayuda a calmar al público al desacreditar rumores y teorías de conspiración. Didi, una empresa de servicios de transporte de automóviles ha establecido un convoy dedicado a transportar al personal médico en medio del cierre del tráfico de Wuhan. Otra empresa ha ideado una aplicación de búsqueda mediante la cual los usuarios pueden verificar si han sido compañeros de viaje de una víctima infectada.
En el mundo se ha comenzado a generar inquietud respecto de las repercusiones que esta epidemia pueda tener en la economía china, sobre todo si conduce tras ella a una crisis global. En este aspecto, las autoridades han asegurado que “la epidemia tendrá un efecto limitado y controlable en la economía de China, y que el desempeño económico de China de todo el año no se verá muy influenciado a pesar de una disminución de la tasa de crecimiento en la primera temporada”. Vale decir que China ha adquirido notable experiencia en el enfrentamiento de estas epidemias, ya se ha visto en situaciones similares en 2003 y 2009, de la misma manera que supo encarar con éxito las consecuencias del terremoto de Wenchuan en 2008 e incluso la crisis económica y financiera global de 2008.
No obstante, el gobierno chino se ha mostrado cauto al analizar las probables repercusiones de esta crisis en su economía. Ha dicho que en este momento se encuentra en una fase de transición del crecimiento de alta velocidad propio de los últimas cuatro décadas a uno de alta calidad. En esa medida, ha asumido la protección de su economía contra riesgos financieros externos, la lucha frontal para controlar la contaminación ambiental y la erradicación de la pobreza para el año 2021 como sus tareas básicas del momento.
Así mismo, desde hace dos años se ha visto involucrada en una guerra económica desatada desde Estados Unidos que tuvo en el apoyo de Washington a las revueltas de Hong Kong del año pasado, su punto más álgido. Todo esto significará repercusiones aún no medibles en materia económica, sobre todo en lo relacionado a la estabilidad de las pequeñas y medianas empresas, el empleo y la estabilidad del valor de la moneda.
El estudio de los probables impactos de la epidemia ha señalado que los principales daños pueden ser ocasionados en tres sectores primordiales: los servicios, especialmente industrias de consumo como turismo, restauración, entretenimiento y logística (en particular para pequeñas y medianas empresas); el manufacturero, vinculado a industrias de telefonía móvil, automóvil y electrónica debido al tiempo indefinido en la la interrupción de labores antes del retorno normal de las operaciones; y el comercial, debido a posibles recortes o incluso el cierre de líneas aéreas, rutas marítimas y fronteras por parte de algunos países como resultado del pánico prevaleciente o de decisiones de carácter político que se han tomado en algunos países para afectar a China y sacar provecho de la crisis.
En cualquier caso, este evento está poniendo a prueba la capacidad de la economía de China para enfrentar grandes desafíos. Paradójicamente, a corto plazo, la epidemia no causa un efecto negativo en la economía, sino que por el contrario, ha beneficiado a industrias como el comercio electrónico, el juego y el entretenimiento en línea de millones de personas que han debido permanecer en sus hogares. Al mismo tiempo, el gobierno chino ha dado rápida respuesta financiera a la crisis dando cuenta de la capacidad y solidez de su hacienda.
Por otra parte, en Estados Unidos, ciertos sectores han puesto en duda la capacidad de China para enfrentar los compromisos de la Fase I del acuerdo para dar una tregua conveniente a ambos países en su guerra comercial de dos años. Al respecto, todo indica que China podrá cumplir sus compromisos, sobre todo en materia de compra de productos agrícolas, desvaneciendo agoreros análisis que apuntaban a crear más y mayor incertidumbre. Al contrario, los estudios previos conducen a pensar que la crisis pudiera conducir a un aumento de las importaciones chinas desde Estados Unidos sobre todo de equipamiento e insumos médicos.
Para China este desgraciado suceso significará la necesidad de adoptar nuevas medidas para estimular la economía, fortaleciendo su capacidad de consumo, construcción de viviendas y el avance aún más acelerado del desarrollo de nuevas tecnologías sobre todo en aquellas áreas que comienza a mostrar un liderazgo mundial como la 5G y la inteligencia artificial.
En otro ámbito, desde el primer momento el gobierno chino comenzó a trabajar junto a la OMS para coordinar acciones en el combate de la epidemia, de manera primordial a fin de evitar su propagación global, después que el director general de la institución declarara este mal como «emergencia de salud pública de interés internacional (PHEIC)»,
China ha estado informando a sus ciudadanos y al mundo de todos los avatares de la epidemia lo cual ha generado confianza en la comunidad internacional y en el propio pueblo chino respecto de las medidas para enfrentar el flagelo. En este sentido, China ha comprendido y aceptado las medidas que otros gobiernos han tomado para aislar la propagación de la enfermedad, tomando decisiones propias en ese sentido y esperando la solidaridad y el apoyo de la comunidad internacional sobre todo en dar posibilidades de adquirir los insumos necesarios para combatir el virus, agradeciendo además, los aportes que en este ámbito puedan hacer otros países.