En mi columna pasada hice mención a algunas miradas que postulan desde una izquierda extrema en caso que triunfara la opción rechazo en el plebiscito programado para el próximo mes de abril. Ahora haré mención a lo que desde la derecha no pocos procuran instalar la idea de que lo que sobrevendría si ganara la opción “Apruebo una nueva constitución” sería una suerte de salto al vacío, que el caos se apoderaría del país, que corremos el riesgo de convertirnos en una suerte de “chilezuela”. Pregonan que no es necesaria una nueva constitución, que basta con hacer algunas reformas. Es así como por miedo, algunos se han retractado de abrirse a una nueva constitución, prefiriendo preservar la actual. Asocian la opción “Apruebo” a la inestabilidad, al desorden, a una atmósfera crispada.
Es imprescindible poner paños fríos a estas visiones apocalípticas. No podemos ni debemos dejarnos llevar por miradas extremas, asumiendo que nos jugamos al todo o nada. Tenemos que estar abiertos a participar con entusiasmo en todo este período, con espíritu democrático, poniéndonos en los zapatos del otro, sin recurrir a triquiñuelas. Tenemos la oportunidad de quedarnos entrampados en el subdesarrollo o dar un gran salto hacia adelante, lo que depende exclusivamente de nosotros mismos, de nuestra capacidad para filtrar, discernir, comprender y decidir, sin hacernos eco de fake news, y libres de presiones e influencias indebidas. Los medios de comunicación y las redes sociales tienen la responsabilidad de contribuir a ello de manera que podamos votar con plena conciencia de las ventajas y desventajas de cada opción, recordando que no nos jugamos la vida, que el país no cambiará de un día para otro según el resultado que se obtenga.
Recuerdo que para el plebiscito del 88, quienes respaldaron la opción del SI, la de la continuidad del régimen del innombrable, la campaña estuvo centrada en el terror, en la violencia, en que sobrevendría el caos. Sin embargo, la derrota del SI no generó lo que vaticinaban sus impulsores, muy por el contrario, posibilitó la existencia de un ambiente de menor crispación, de mayores libertades y avances sustantivos en la superación de la pobreza. Hoy, enfrentamos nuevos problemas que demandan lo mejor de nosotros para resolverlos. El país no cambió de la noche a la mañana, pero sí ha cambiado en estas décadas, y existen nuevos motivos de insatisfacciones que podemos y debemos atender.
De cara a lo que viene, nada nuevo bajo el sol… la historia ha demostrado que una campaña de este tenor no necesariamente es efectiva. La campaña del SI en el plebiscito del 88 es una prueba de ello.