Durante tres días, del 16 al 18 de enero, alrededor del hilo conductor: “La metodología experiencial para un aprendizaje activo y transformador”, vivimos la experiencia y reflexionamos sobre la educación humanizadora en paneles, conversatorios, talleres, mesas temáticas, presentaciones de libros, así como a través de una representación artística participativa a cargo de la reconocida actriz chilena Paulina Hunt.
Este 8° Encuentro fue posible gracias a la acogida que nos brindó el Instituto Pedagógico Nacional de Monterrico en Lima, reconocida cuna de pedagogos y pedagogas del Perú. El tercer día el encuentro cerró en el Parque de Estudio y Reflexión Ihuanco (Cerro Azul, Cañete) con un programa especial.
La riqueza de experiencias y reflexiones permitieron llegar a conclusiones, las mismas que se presentan organizadas en cinco ejes temáticos que tienen como común denominador la necesidad de transformar la educación hacia una que responda a las necesidades del ser humano que esperamos ver en el futuro.
Estamos seguros de que las metodologías activas de aprendizaje constituyen una respuesta al contexto actual de desestructuración por lo que los educadores y educadoras aquí presentes decidimos cerrar la puerta a lo que “muere” y abrirla a aquello que “nace”. Así le cerramos la puerta a la represión, a las estructuras rígidas, a la contradicción, a creerle al poder y a lo establecido -dejando en manos de otros lo que nos toca hacer-, a ver solo un camino y a no explorar, al aprendizaje pasivo, al individualismo y a la indiferencia.
Dada nuestra fe en el futuro, le abrimos la puerta al hacernos cargo, al aprendizaje en la acción propiciando desafíos, a considerar los contextos -de los y las estudiantes que acompañamos encontrando lo humano del otro-, a las y los docentes conectados con su vocación, al ser humano en búsqueda del sentido de su vida, a propiciar experiencias diversas, a atrevernos a cambiar, conectarnos entre nosotros/as y a generar redes y sentido de comunidad.
Ensayamos distintas estrategias y herramientas pedagógicas para la construcción de una cultura de paz y noviolencia, para ello partimos de la reflexión sobre las distintas formas de violencia existentes en el contexto en el que nos desenvolvemos e identificamos las diversas situaciones de violencia, y reconociéndolas nos planteamos afrontarlas: preguntándonos con nuestros estudiantes: ¿Qué es lo que queremos en lugar de la situación de violencia que se vive?, para de allí imaginar el futuro deseado y de esta manera proyectar dicha imagen-fuerza avanzando en una construcción progresiva paso a paso de ese futuro querido imaginado. Ir acompañando a nuestros estudiantes a descubrir su mundo interno, aquel lugar desde donde pueden encontrar la paz como quien recarga un “hornito” alimentando sus brazas, para acompañarlos en su acción; habilitarlos en ser referentes de la paz y la noviolencia, del afecto y del tratar al otro como quisiéramos ser tratados, aprendiendo a ver lo humano en el otro.
Por último, tenemos el reto como educadores de aprender a crear reales espacios democráticos en la escuela, atreviéndonos a formar parte de la naciente y poderosa red de escuelas democráticas ya existentes en el mundo.
Tenemos la certeza de que es necesario incorporar la dimensión del mundo interno como parte de un aprendizaje activo y transformador.
Incluir la formación interna en los ámbitos educativos, tener como medios el arte, el afecto y el movimiento. Incorporar estas herramientas como estilo de vida en los educadores, utilizándolas y compartiéndolas con los padres y madres de familia y con toda la comunidad educativa. Resaltamos asimismo que la profundización en el mundo interno aporta a la salud mental.
Reconocemos que el ser humano es un ser que tiene intención y no una caja vacía que hay que llenar de conocimientos en tal sentido la pedagogía de la intencionalidad y la metodología experiencial son herramientas claves para los educadores donde se convierten básicamente en guías, acompañantes… El educador/a podría tener algunas cualidades como el ser motivador, elegir metodologías útiles, que pueda captar el interés de cada estudiante, respetar su proceso de aprendizaje y no imponer, facilitar al estudiante orientar su trabajo desde sus propios intereses, y que se conecte con el trabajo desde los sentidos -el arte, el ocio, la recreación, desde la estética, lo corporal y su relación con las emociones- con su interioridad, respetando su proceso de vida.
En este espacio de aprendizaje intencional, como educadores consideramos importante hacer el vínculo entre educación y movimientos sociales, atendiendo la dimensión política no solo para hacer llegar nuestras demandas de una nueva educación como gremio -por ejemplo, de salud ocupacional- sino sobre todo para construir esta apuesta desde el aula, construir relaciones democráticas y proyectarlas hacia la comunidad en su conjunto y desde allí cuestionar por ejemplo, el modelo económico que condiciona la educación a producir “soldados para el sistema”. Contagiarnos como educadores ejercitando nuestra autonomía, siendo conscientes de que podemos adaptar el currículum a las necesidades de nuestros estudiantes y de la comunidad que acoge a la escuela y “potenciarnos en conjunto”.
Reconocemos entonces como educadores que en esta búsqueda de una educación humanizadora hemos cometido errores y que estos son una puerta para aprender y reinventarnos. Somos conscientes que se hace necesaria una deconstrucción de nuestro rol de educadores lo que requiere: Saltar la valla de lo establecido, revisar la forma en que hemos sido educados, adaptarnos a las distintas realidades, escuchar a nuestro cuerpo, crear un ambiente de emociones sana, de gestión de la libertad, apostar por la coherencia interna, preguntándonos “quien soy”, reconocernos como acompañantes del proceso educativo, en una relación horizontal de respeto entre todos y todas, haciendo posible que los estudiantes conecten con su interioridad y que la magia del aprender se encienda.
Valorarnos como una comunidad de aprendizaje basada en la confianza, en el respeto, en la pasión que, como educadores tenemos, es decir que podamos contagiar nuestra energía en el descubrir y aprehender, pues somos referentes de las nuevas generaciones y solo nuestra práctica marcará el futuro que queremos construir.
¡Nos proponemos entonces acompañar ese proceso que va del control actual hacia la libertad del aprender sin límites!
Los y las participantes
Lima, 18 de enero del 2020