¿Cuál es hoy la situación de Yemen desde un punto de vista humanitario?
La situación es muy mala y sigue empeorando. Nuestra tarea consiste en documentar violaciones de derechos humanos que han surgido como consecuencia de la guerra, y eso hacemos en todas las gobernadurías del Yemen. Podemos mostrar que la distribución de violaciones ha sido más o menos la misma durante años, pero su impacto está empeorando. Los yemeníes no “atraviesan una hambruna”, más bien se les ha impuesto una. Las violaciones las han cometido todas las partes implicadas: la coalición militar dirigida por los saudíes y los EAU (Emiratos Árabes Unidos), los grupos armados hutíes, los grupos armados leales a la coalición, y de toda una serie de maneras, también el anterior gobierno “legítimo. Sin embargo, el resultado es que sólo sufre la población civil, la inmensa mayoría de la cual no tiene todavía implicación en el conflicto, más de cuatro años después del comienzo de las hostilidades. Se trata de un elemento que todavía nos da esperanza para una posible paz.
¿Cuántas víctimas ha habido hasta ahora?
Por desgracia, no es posible hacer un recuento preciso, dado que el conflicto ha destruido —de manera absolutamente crucial— las infraestructuras públicas esenciales (acueductos, centros de salud, etc.) y ha bloqueado las conexiones internas del país. En Mwatana hemos registrado al menos quinientos ataques aéreos de la coalición saudí, que se han cobrado miles de vidas, sobre todo de mujeres y niños. En muchísimos casos, se llevaron a cabo contra objetivos que nada tenían de “militares”. Por lo tanto, los yemeníes no mueren sólo a causa de las bombas, sino también de sus consecuencias directas: la falta agua, de atención médica, de alimentos.
¿Está el conflicto armado en punto muerto? ¿Hay alguna esperanza de paz?
Los hutíes controlan en la actualidad el 20% del territorio, pero se trata del territorio en el que vive el 80% de la población (incluyendo la capital, Sana’a). No hay instituciones públicas ni estructura del Estado aquí, pero no se ha producido ninguna reconstrucción de la administración pública en el 80% del territorio, que está en manos del gobierno apoyado por los saudíes y los EAU. Decidieron fortalecer, en cambio, las milicias armadas y eso está complicando la situación todavía más, pues algunos grupos están empezando a luchar entre ellos para conseguir más poder. Es una suerte de guerra civil que se produce dentro de otra guerra civil. Está ahora en curso un diálogo bajo cuerda entre Arabia Saudí y los hutíes, pero con avances lentos e insignificantes dada la ausencia de presiones internacionales.
Tras el asesinato del expresidente Ali Abdullah Saleh, los Estados Unidos y el Reino Unido ejercieron una presión a alto nivel por vez primera, y lograron que despegaran las negociaciones de Estocolmo en solamente dos meses. En conclusión, la comunidad internacional podría desempeñar un papel muy positivo para proteger a los civiles y detener la guerra, y sin embargo, todavía estamos militarmente en un punto muerto. En Mwatana siempre habíamos pensado que bastaría contar la verdad sobre las violaciones a fin de detener la guerra, pero no es en absoluto una cuestión de verdades, porque no se ha olvidado a Yemen, sencillamente se le está ignorando. Entre las razones para ello encontramos una madeja enmarañada de intereses económicos y financieros, sobre todo los que provienen del comercio de armas.
Traducción: Lucas Antón