El analista y periodista colombiano Víctor De Currea Lugo estuvo en Buenos Aires y ayer se reunió con connacionales para debatir sobre la situación política de Colombia, las perspectivas de la paz en el próximo año y el nuevo escenario de resistencia al neoliberalismo.
Convocado el encuentro por un grupo de activistas colombianos en Argentina, el diagnóstico colectivo tuvo lugar en un Espacio de la Memoria en las cercanías del Congreso de la Nación Argentina en la Ciudad de Buenos Aires.
El tono escéptico y pesimista de De Currea era defendido en lo que él definía como la necesidad de hacer un buen diagnóstico de situación, “para no llevarse a engaño”. Habiendo participado de los procesos de diálogos para los acuerdos de paz entre las FARC y el gobierno de Juan Manuel Santos y también de las conversaciones entre el Estado y el ELN, es una voz autorizada para descifrar el andar del país sudamericano.
“No hay sociedad para la paz en Colombia”, fue la primera premisa. Basándose en los resultados electorales que llevaron a la presidencia a Iván Duque, con un discurso claramente antipaz y el duro varapalo que significó la derrota del plebiscito por la paz del 2 de octubre de 2016.
“No estamos de acuerdo en lo que es la paz para todos”, explicó. “Algunos consideran paz al desarme, esa es la postura del Estado”, en el campo progresista seguimos discutiendo si es “paz en el papel o implementada” y que eso lleva a divisiones internas. Las posturas se radicalizan también teniendo en cuenta la localización de quienes deben definir esa paz y el grado en el que son víctimas del conflicto y del posconflicto.
Para el profesor universitario debe destacarse que en las negociaciones “las FARC hicieron que se hable de reforma agraria”, “incluyeron la agenda social”, lo que consideró inédito y muy valioso, teniendo en cuenta el nivel de desgaste que había llevado a las guerrillas a la búsqueda del acuerdo de paz con el gobierno. Y así y todo se introdujo en la mesa “la electrificación rural, la soberanía alimentaria, muchas sorpresas surgieron de esas negociaciones”, concluía De Currea.
Frente a las críticas de la falta de mayores logros, el escritor recordaba las palabras de algunos negociadores de las FARC “lo que no ganamos en el monte, no lo íbamos a ganar en la mesa”. “Lamentablemente, en los acuerdos, las FARC tenían plazos y fechas que debían cumplir, el Estado no”, eso llevó a que muchos excombatientes se sintieran traicionados por el Estado, “algo que es histórico en Colombia”, “el Estado es faltón”.
Para el médico es muy grave que en Colombia no hay cultura de pensar que el Estado es responsable por omisión. “El Estado es responsable de los asesinatos de líderes y excombatientes, está lleno de pruebas”, pero como mínimo, debería ser responsable por no evitarlo.
“La derrota en el plebiscito generó la discusión permanente de lo acordado”, explicó para entender el bajísimo nivel de cumplimiento que tiene lo firmado entre Juan Manuel Santos y las FARC. Además se debe tener en cuenta que la llegada de Álvaro Uribe, a través de Iván Duque, hizo que todo se detuviera y no se destine un centavo para la paz. “El exministro Restrepo calculó que eran necesarios 9 billones de pesos colombianos cada año, durante 15 años para poder implementar solo el punto 1 de los Acuerdos”, recordaba De Currea y “no hay plata para la paz”, además de la ausencia de voluntad política.
Otra de las razones para la no implementación de los acuerdos tiene que ver con una idiosincrasia colombiana que paraliza nuevas normas, con normas y leyes antiguas, “lo que impide todo avance”.
“Con Duque no hay esperanzas de construir la paz”, la situación de la defensa de los Derechos Humanos “es desesperante”, “con crímenes de Estado brutales”, incluidos nuevos “falsos positivos”, desapariciones forzadas y torturas. “Se cometen irrgularidades de todo tipo y en todo el territorio”, dijo con desesperanza. Y se desarrolló un cuadro de situación colectiva de la sociedad colombiana y cómo se la opera a través del miedo, apoyándose en su caudillismo, su carácter tradicional y conservador de la mayoría.
Pero también se destacó un fuerte aumento de la participación política en Colombia y De Currea expresó la emoción vivida alrededor del 21 de noviembre y del Paro Nacional, los bloqueos, las marchas, la creatividad de las protestas, el espontaneísmo, etcétera. Aunque temiendo la falta de organicidad. Y recordó el pensamiento de Carlos Gaviría que explica un poco la victoria del individualismo y la depredación económica: “el modelo neoliberal no es un modelo económico, es un modelo ideológico”.
También hubo tiempo de conversar de las negociaciones de paz entre el gobierno y el ELN. “El ELN puso toda la carne en el asador en el proceso, no hicieron ningún paripé”, comenzó. Pero luego de lo obtenido por las FARC era “enorme la desconfianza al Estado”. Y ejemplificó algunas de las traiciones sufridas por el ELN a las negociaciones. “Después de la liberación de los rehenes del Chocó, el Estado cierra las comunicaciones”, no solo eso, sino que cuando hubo nuevas liberaciones, “se detuvo a Cuéllar, uno de los principales negociadores”.
Recordó que Lenin Moreno echó al ELN de Ecuador y que cuando se estableció la mesa de diálogo en Cuba, Iván Duque comenzó a atacar a este país y denunciar que “protegía terroristas”. “Sin respeto por los países que median en los acuerdos de paz es imposible”, sentenció.
De cara al nuevo escenario tras el Paro y las victorias de centro y progresistas que se dieron en algunos lugares, el periodista hizo referencia a que es necesaria la unidad y explicaba que en las últimas protestas que se están viendo en Colombia “el sujeto político es un revuelto”. Y agregó que si son cientos los reclamos, es porque son cientos los temas en los que el Estado está en falta.
La sensación de pesimismo que transmitía De Currea Lugo, chocaba con el buen ambiente de quienes se habían acercado hasta la calle Virrey Cevallos a compartir este momento y las invitaciones a seguir fortaleciendo las luchas y las mesas integradoras, donde cada uno podía ir pese a su pertenencia a tal o cual espacio político.