Por Julen Bollain
Es innegable que Euskadi afronta 2020 y los años venideros con múltiples retos que serán claves para el futuro de nuestra ciudadanía. Los datos macroeconómicos muestran que estamos en la antesala de una nueva crisis económica. Se revisan constantemente a la baja las previsiones de crecimiento económico, a la vez que se aprecia cómo tanto la demanda externa, como la demanda interna y la creación de empleo se resentirán en los próximos años.
Asimismo, también son preocupantes los datos que arroja la última Encuesta de Pobreza y Desigualdades Sociales publicada por el Gobierno Vasco, ya que tenemos que remontarnos al año 1986 para encontrarnos con unos datos de pobreza tan preocupantes. En la actualidad, en Euskadi conviven casi 500.000 personas que tienen dificultades para afrontar los gastos que les permitan tener un nivel de vida adecuado. En la última década, la población en situación de pobreza grave ha incrementado un 64,9%, mientras que las familias que tienen problemas para encender la calefacción de invierno es un 125,5% superior. También en tan solo 10 años han incrementado un 83,7% las familias que no pueden cubrir los gastos básicos y un 122,5% los impagados o atrasos en los pagos de alquileres o hipotecas.
Ante este escenario, no hay duda de que Euskadi necesita proteger a las familias y a las pequeñas y medianas empresas ante las turbulencias macroeconómicas, a la que vez que sienta las bases para afrontar los retos del siglo XXI. de forma justa, sostenible, eficiente e igualitaria.
Uno de los retos que no podemos obviar ni pasar de puntillas ni un minuto más, es la necesaria actualización de nuestro sistema de protección social. El contexto socioeconómico ha cambiado durante los últimos años de forma vertiginosa y difícilmente podremos solucionar los problemas del presente y, sobre todo, los problemas del futuro, con herramientas del pasado.
Los datos nos muestran que nuestra Renta de Garantía de Ingresos, a la cabeza mundial durante muchos años en términos de protección social, ha tocado techo. Existen en Euskadi más de 60.000 personas que, estando en riesgo de pobreza o exclusión social, no acceden al sistema de garantía de ingresos y, de las personas que sí acceden, más de 70.000 no logran salir de la pobreza (el 51,5%).
En Podemos Euskadi somos conscientes de que una nueva crisis económica pondría en jaque el ya mermado sistema de garantía de ingresos. El sistema de garantía de ingresos no es una herramienta útil para hacer frente a una nueva crisis económica cuando éste solo nos permitió amortiguar muy levemente el golpe de la anterior. Una crisis que, además, llegó en un escenario mucho más favorable que el que tenemos hoy en día. Actualmente contamos con una tasa de desempleo que casi triplica la que teníamos entonces, con los ahorros de las familias bajo mínimos y con tasas de pobreza que se han multiplicado.
Por ello, es más necesario que nunca un cambio de paradigma que permita avanzar y explorar sistemas que garanticen y profundicen en el derecho universal a la protección frente a las políticas inspiradas en el asistencialismo. Así lo han hecho y siguen haciendo diversos países a nivel mundial; Finlandia, Holanda, Escocia, Francia, Estados Unidos, Canadá, India o ciudades como Barcelona por poner solo unos ejemplos.
Apostamos por una Renta Básica Incondicional que garantice la existencia material como derecho de ciudadanía. Una Renta Básica que termine con la injusta brecha social existente en esta Euskadi de dos velocidades, permitiendo a todas las personas vivir digna y libremente, teniendo cubiertas sus necesidades básicas.
Nuestra propuesta, y así lo planteamos en las negociaciones presupuestarias, es realizar un proyecto piloto de Renta Básica dividido en 3 espacios significativos tanto en términos territoriales como en términos de sectores económicos. De esta forma, pretendíamos observar cómo se comportaría una Renta Básica dentro de la diversidad existente en nuestro país. Una parte del proyecto estaría dirigida al sector primario (agricultura), otra parte al sector secundario (industria) y otra parte al sector terciario (servicios). El coste de esta propuesta no era particularmente elevado, ya que con 10 millones de euros en dos años se podría financiar íntegramente junto al seguimiento del proyecto por parte de la Universidad del País Vasco – Euskal Herriko Unibertsitatea.
Este proyecto piloto nos podría ofrecer cantidad de datos interesantes para observar cómo debemos replantear y actualizar nuestro sistema de protección social. Con una Renta Básica de igual cuantía a la de la Renta de Garantía de Ingresos podríamos realizar una comparación entre las políticas activas y las políticas pasivas, entre los modelos condicionados y los modelos incondicionados.
Algo parecido a lo que se ha realizado en Finlandia con su proyecto piloto. Proyecto piloto que, dicho sea de paso, obtuvo unos resultados bastante satisfactorios. La Renta Básica sirvió a las personas que la percibieron durante 2 años como una garantía para la autonomía personal, para afrontar con mayor confianza el futuro, para tener menos estrés, mayor concentración y menos problemas de salud y, en consecuencia, ofreció datos que corroboraron que la gente no deja de trabajar remuneradamente por percibir una cuantía individual, universal e incondicional.
Finalmente no pudo ser parte del acuerdo final, pero desde Podemos Euskadi consideramos que la Renta Básica es un eje prioritario de investigación, experimentación y de innovación en las políticas públicas de protección social. No hay duda de que las nuevas condiciones sociales y económicas del siglo XXI. nos van a obligar a construir entre todos y todas un marco que nos sirva para estar a la cabeza a nivel mundial, como lo estuvimos a principios de los años 90, junto a tantos países que he citado anteriormente.
Desde luego, si queremos vivir en una sociedad más justa, más igualitaria y sobre todo, de ciudadanos y ciudadanas libres, debemos construir un nuevo marco que ponga unas bases nuevas en lo social y lo económico: acometer lo antes posible la necesaria transición industrial y energética, conseguir la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres, un futuro digno para nuestra juventud y una Renta Básica Incondicional que garantice la dignidad y la libertad de nuestra ciudadanía por el simple hecho de ser personas. Una Renta Básica Incondicional que, más pronto que tarde, estará en el centro de la agenda política. Aviso a navegantes: el barco está a punto de zarpar. ¿Avanzamos?