Con el comienzo del año 2020, cada vez más gente se da cuenta de que el actual sistema económico global neoliberal y capitalista (aprox. de 1980 a 2019) se está desmoronando y se está saliendo de control. En la mayoría de los casos, la primera reacción a esta crisis en todo el mundo ha sido evitar este hecho, ya sea por medio de elecciones o por la fuerza, llevando al poder a líderes o formas de gobierno retrógradas, nacionalistas y xenófobas. Los ejemplos incluyen a Boris Johnson (Reino Unido), Jair Bolsonaro (Brasil), Matteo Slavini (Italia) Jeanine Anez Chavez (Bolivia), Donald Trump (Estados Unidos), Viktor Orban (Hungría), Recep Tayyip Erdogan (Turquía), por nombrar sólo algunos.
Este repentino ascenso del populismo reaccionario y de derecha en los últimos cinco años es esencialmente una respuesta al ahora innegable fracaso de las políticas capitalistas «liberales» del siglo XX, también conocidas como «neoliberalismo». Y es una respuesta al fracaso de los políticos que han engañado repetidamente a su electorado implementando políticas de desregulación y de fiscalidad regresiva que han beneficiado sólo a los muy ricos y a las grandes empresas. Esto ha ido acompañado normalmente de medidas de austeridad, en contraste con las reformas que estos políticos habían prometido antes de ser elegidos. Esta traición a la clase media trabajadora por los mismos partidos que la han sostenido y apoyado ha dejado un vacío y ha destrozado las esperanzas para el futuro. Esta crisis de credibilidad y esta aparente falta de opciones sostenibles ha llevado a muchas personas confundidas y desesperadas a votar por soluciones irracionales y retrógradas. De ahí la creciente tendencia en muchas regiones a culpar a los refugiados y a los «extranjeros» de la multitud de problemas socioeconómicos que se han acumulado en el último decenio.
Sin embargo, en medio de esta confusión, un nuevo espíritu está empezando a despertar y a extenderse. Es una forma de pensar que se centra en la vida humana – y no en las leyes del mercado, el beneficio, el estado o las diversas deidades.
Fue en un mitin de Bernie Sanders el sábado 19 de octubre de 2019 en Queens, Nueva York, que la miembro de la Cámara de Representantes Alexandria Ocasio Cortez anunció al mundo: «Fue sólo a través de la reunión con Bernie Sanders que empecé a cuestionar y reconocer mi autoestima como ser humano merecedor de atención médica, vivienda, educación y un salario decente».
Aunque esta declaración sobre la importancia del valor de la vida humana fue hecha por una persona, aunque muy estimada, que forma parte del sistema político actual, este espíritu se ha arraigado y ha empezado a extenderse rápidamente fuera de los lugares de poder político. Un espíritu que se ha estado desarrollando durante varias décadas entre la gente común en comunidades y ciudades de todo el mundo. Ejemplo de ello son los efectos de las manifestaciones de los años 90 del Movimiento Humanista (Mundo sin Guerras, Partido Humanista Internacional, Marcha Mundial por la Paz y la No-Violencia de 2009, etc.), junto con muchas otras iniciativas y levantamientos de diversas organizaciones y grupos establecidos y sueltos, entre los que destaca el Movimiento de Ocupación de 2011.
Este creciente deseo global de poner las necesidades concretas de las personas en primer lugar, en lugar de considerarlas secundarias, es una clara señal de que una nueva era está amaneciendo en nuestro planeta. Si esta forma de pensar continúa extendiéndose tan rápidamente, es probable que muchos de nosotros experimentemos la germinación y el florecimiento de las diversas semillas que han sido y seguirán siendo sembradas en las últimas décadas y en la actualidad.
Mark Lesseraux es un cantante/compositor y columnista político de Brooklyn, Nueva York, Estados Unidos. Es un representante de la No-Violencia Activa y un estudiante de la No-dualidad. Desde 1992 Mark es miembro del Movimiento Humanista Internacional.
La traducción del inglés fue realizada por Silvia Sander del equipo de traducción voluntario de Pressenza. ¡Estamos buscando voluntarios!
Traducción del alemán por Sofía Guevara