Publicamos acá la entrevista que hiciera Adrián Torres John– a nombre de Pressenza – a Mauricio Ergas L’Homme, estudiante de Biología Marina en la Universidad Austral de Valdivia, Chile, para indagar sobre su mirada respecto de la crisis actual.
Pressenza: Mauricio ¿cómo ves tú la crisis ambiental?
Mauricio Ergas: Se trata de un tema muy complejo. Durante mucho tiempo, se solía ver tópicos como el del cambio climático, calentamiento global, la contaminación de las aguas, etc., como algo aún lejano y por lo tanto no requirente de nuestra atención inmediata. Por el contrario, actualmente se ha convertido en algo ante lo cual nadie es indiferente: nos incluye a todos, incluso llega a ser objeto de pánico social, se utiliza la palabra “inminente”.
Si bien uno puede enmarcarse a sí mismo en las consecuencias que la crisis ambiental tiene para su región, país o continente (en mi caso, Latinoamérica), es imposible no enfrentar el problema como comunidad global humana. Nadie está a salvo y, a menos que tratemos el asunto de modo mundialmente coordinado, será muy difícil proponer una solución.
Uno podría pensar, según algunas teorías ecológicas, que es fruto de un pensamiento antropocéntrico, que coloca al ser humano al centro de todas las cosas, relegando a un plano secundario a las demás especies y componentes de los ecosistemas. Sin embargo, analizando de una forma más atenta el panorama, es mucho más puntual y de carácter reciente (en relación a la historia humana), es producto del sistema económico capitalista. Por una parte, se trata de un modo de pensar y entender la realidad, que mantiene en la cima de las ganancias a unos pocos, mientras que la gran mayoría trabaja para este grupo reducido de privilegiados y se mantiene en una lucha constante por subsistir con ganancias salariales reducidas. Es decir, hablamos de un sistema que favorece la desigualdad.
Por otra parte, el capitalismo parte de una premisa que, desde su base, es insostenible: apunta a la producción infinita de materiales comerciables en un mundo de recursos naturales, necesarios para la fabricación de dichos materiales, que son finitos. De tal manera, el capitalismo, en su propia teoría, resulta inadecuado para el mundo en el que vivimos, que no puede sostener semejante presión de explotación por parte del ser humano.
¿La solución a todo esto? Nuevamente, se debe hablar de dos partes para responder a las urgencias de la crisis ambiental global. En primer lugar, es necesario poner en práctica un estilo de vida que apunte a una mayor consideración de las necesidades planetarias: no tirar basura a la calle o a los mares, no recurrir a químicos o derivados que pueden resultar nocivos para el ambiente, dejar de utilizar productos que demoran mucho tiempo en biodegradarse (como las bolsas de plástico), entre otras cosas. No obstante, esto de por sí, no es suficiente. En realidad, un discurso que nos están vendiendo es que nosotros mismos con estas pequeñas acciones diarias, podemos “salvar al mundo”. Y no es así. Ese es sólo el cincuenta por ciento del trabajo.
La segunda parte de la respuesta necesaria es que las grandes empresas, responsables de la emisión de gases y químicos tóxicos, como el mercurio, cambien sus formas de producción. Nosotros no podemos solos. Un ejemplo muy cómico: en Chile tenemos un ministro de agricultura que exige que los ciudadanos nos duchemos máximo tres minutos diarios, mientras que las empresas privadas utilizan miles y miles de litros de agua para regar los cultivos de paltas y uvas para exportación, secando zonas enteras del país. Es necesario entonces que estas entidades de producción comercial cambien su proceder para la generación de ganancias; que el beneficio personal de los propietarios nunca esté por encima de la preservación del medio ambiente. Eso es lo esencial. No podemos solos.
Pressenza: Vamos a otro tema, puedes contarnos qué pasó en Chile desde octubre hasta ahora?
ME: Ahora y desde hace mucho tiempo, todos venimos luchando. Las feministas, por la justicia e igualdad de oportunidades para las mujeres en medio de un mundo en el que históricamente se ha privilegiado a los hombres; los ambientalistas, por el cuidado y supervivencia del medio ambiente; los políticos honestos (que siempre hay), luchan en medio de un mar de deshumanización; las personas que trabajan de ocho a ocho, por sobrevivir y asegurar un futuro mejor a sus seres queridos. En síntesis, todos estamos luchando.
Lo que ha ocurrido desde octubre hasta ahora es que a raíz de un detonante, nuestras luchas se han unido en una sola. Hemos caído en cuenta que nuestras batallas no son distintas: es una sola que está compuesta por varios frentes. Hemos identificado que en realidad la raíz de nuestro malestar es uno: el sistema que fuerza la desigualdad, el individualismo, la deshumanización, entre otras cosas. Por ello a partir de octubre la población se ha unido en un solo frente, haciéndose escuchar ante un Estado que nos ignora. Estando unidos y bajo una sola bandera, no han encontrado mejor modo de intentar callarnos que reprimiéndonos con los pacos, hiriéndonos, intimidándonos, gaseándonos, disparándonos a los ojos, asesinándonos. Pero ni siquiera eso, y digo que ni siquiera eso, puede callarnos.
Todos nos hemos dado cuenta de que al final de cuentas nuestros reclamos son iguales: desde una nueva Constitución hasta un mejor sistema de pensiones para quienes han trabajado toda una vida; desde un mayor cuidado al medio ambiente, hasta un examen de ingreso a las universidades que no discrimine según el colegio de procedencia. Y así siguiendo. Chile ha despertado.
Pressenza: ¿Cómo ves el futuro respecto de estos temas?
ME: El futuro tiene dos caras. Una de ellas oscura, llena de dificultades, tensiones, de intensidad y emociones fuertes. No va a ser un camino fácil, ni mucho menos corto. Pero por otra parte también es un futuro muy hermoso, ya que en él hay unidad, fuerza y esperanza. Se vienen los tiempos en que se van a enfrentar dos grandes potencias: quienes dejan todo en la cancha por un mundo que nace, en el que los valores y la forma de comprender la realidad serán distintos, y los que se esfuerzan o intentan por salvar un mundo que está por caer. Son los que se siente cómodos en esta realidad, los dueños de los grandes capitales y del 90% de los privilegios. No es la lucha de clases de la que hablaba Marx, es la riña entre un mundo que nace y uno que muere.