Por Adrián Torres John
El sábado 18 de enero, alrededor de las 11:30 a.m., se reunieron en las afueras de la estación de metro “Salvador” en Santiago, centenas de personas de todas las edades para llevar a cabo una larga marcha de reclamo por verdad, justicia, esclarecimiento y reparación frente a los múltiples actos de brutalidad represiva por parte de las fuerzas policiales, por el cese de la impunidad penal y policial, el fin de la criminalización de las manifestaciones sociales y un muy largo etcétera. Sin embargo, una característica que distinguiría a esta movilización es que con excepción de determinados momentos, se llevaría a cabo en completo silencio.
La marcha que se extendió desde las 12:00 a.m. hasta, aproximadamente, las 15:00 p.m. y tuvo distintas etapas. Desde Av. Providencia en completo silencio, los marchantes se detuvieron en la Plaza de la Dignidad. Acompañados de guitarras e instrumentos de cuerdas, se cantó “El derecho de vivir en paz”, de Víctor Jara. Retomando el silencio, la movilización prosiguió.
El desplazamiento continuó por la Alameda. No obstante, un detalle importante fue que, mientras se caminaba, muchos comenzaron a preparar distintos adornos y regalos que dejarían en el siguiente punto de detención, el Memorial de Mauricio Fredes, joven que falleció ahogado en una intervención policial. Cuando la marcha llegó allí, un número significativo de personas expresaron su apoyo, cercanía y empatía con el fallecido. El memorial se vio renovado con los presentes traídos.
La movilización continuó por la Alameda hasta La Moneda, escenario en el cual, en conjunto, todos dieron la espalda al edificio gubernamental, levantaron el puño y cubrieron sus ojos con la otra mano, lanzando distintos gritos de protesta y descontento. Las guitarras comenzaron a sonar para corear diversas canciones revolucionarias.
Finalmente, el desplazamiento continuó hasta el Memorial de las Detenidas Desaparecidas y Ejecutadas Políticas. Allí se dejaron presentes en símbolo de apoyo y no olvido, especialmente flores. Las consignas no se hicieron esperar. Los manifestantes se dispersaron de manera pacífica y en silencio.