Escribe Rodrigo Portales
Luego de estrenar el año pasado su primer largo experimental «Cuaderno de notas», el crítico y programador Mario Castro Cobos ha seguido muy activo en su faceta de realizador. Este 2019 ha logrado presentar nada menos que tres nuevas películas: «Gracias por la donación», «Descartes» y «Agujero» con las que continúa su indagación y exploración contemplativa de lo urbano y lo cotidiano, desde su mirada particular.
Su segundo largo se estrenó en el 10° Festival Al Este (fue parte de la sección Al Este Mundo), y ha circulado en espacios como Cineclub Cinestesia, UPN, Universidad Villarreal, Casa de la Literatura, Universidad de San Marcos, y también en Cineclub Lambayeque en Chiclayo y en Corriente – Encuentro de no-ficción en Arequipa. En tanto, los dos últimos se exhibieron en noviembre último en el Cineclub Cinestesia.
Mario cuenta que «Gracias por la donación» es una película más antropológica que su predecesora. «Esta vez incidí un poco más en los patrones de comportamiento sociales. Usé planos más largos y me concentré un poco más ‘explícitamente’ en los seres humanos. En lo que me daban. Ellos, incluso sin saberlo, y yo, captando, y luego poco a poco descubriendo qué era ‘exactamente’ lo que captaba. No fue posible ‘desnudarlos’ del todo, pero sí fue posible descubrir, evidenciar y examinar gestos, disfraces”.
Todo ello, agrega, siguiendo la línea de cineastas como Vertov, Marker, Godard, Van Der Keuken, Tarkovski, Bresson, Brakahage, y del neorrealismo.
Con relación a su primer largo, “Gracias por la donación” mantiene el mismo tratamiento de registro amateur, con cámara digital y sonido directo, de lugares y momentos captados en la urbe limeña, aunque incorpora esta vez una mayor longitud en los planos. “Con mi primera película quería y necesitaba estar en más lugares al mismo tiempo o uno tras otro. Aquí hay más encierro. Diferentes mundos, también en el sentido de diferentes capas y situaciones sociales bastante localizadas. Sigue siendo un ‘cuaderno’ y siguen siendo ‘notas’, pero a la vez he escrito un nuevo cuaderno, y he intentado tocar nuevas notas, incluso con algunos nuevos instrumentos”, precisa.
En «Descartes», tercer largo de 81 minutos que codirigió con Carlos Benvenuto, dos cineastas rescatan imágenes olvidadas de sus respectivos archivos, estableciendo conexiones no-pensadas que les hagan cobrar una nueva vida.
Cuenta que tal vez no debió existir, debido a que se hizo con materiales que quedaron flotando en la nada o en el limbo de los archivos de ambos realizadores. “Sin embargo, la existencia de esta película cuestiona la ideología que empleamos al montar nuestras películas, qué imágenes escogemos y por qué. «Descartes» habla, o muestra lo que está oculto por el mero hecho de yacer en la más inmediata superficie”.
Finalmente, “Agujero” muestra en sus 87 minutos a un misterioso personaje aterrizando en Lima en la misma mañana que un ex presidente decide abrirse un agujero. Desde su mirada extrañada, diversos paseos de la cámara dibujan un nuevo encuentro con el complejo espíritu de la ciudad en ese momento.
Sobre su forma de trabajar el cine, explica: “Yo solo grabo y grabo y obtengo así unidades no muy anticipables, digamos que son bloques que esculpo como puedo mientras suceden… y ya está; solo después junto en mi mente un plano junto a otro o ‘contra’ otro, para sentir la energía del choque o el cortocircuito del pensamiento o el despertar a nuevas relaciones entre los seres y las cosas y entre mí mismo y el mundo”.
Mario dice sentirse entusiasmado por esta nueva faceta detrás de la cámara. “Una de las mayores satisfacciones es que conocidos y desconocidos me digan que al ver lo que hago sienten ganas de lanzarse a hacer lo suyo. Y de eso se trata. Mis películas demuestran que eso es perfectamente posible. Te necesitas a ti mismo y a tus ganas. Y déjame cerrar con una cita de William Blake: «Tengo que crear un sistema o ser esclavizado por el de otro hombre».