El prestigiado escritor publicó una obra en la que analiza el reciente proceso de Chile, sentenciando que «dependerá del pueblo chileno cómo se escribirá la próxima página de esa historia».
Por Daniel Pérez Pavez
«Cuando se escriba la historia de la inédita revuelta del año 2019 que cambió el destino de Chile, destacará, sin duda, una frase pronunciada por el presidente Sebastián Piñera el 8 de octubre en un programa de televisión en Santiago: “En medio de una América convulsionada, Chile… es un verdadero oasis”, expresa el escritor chileno Ariel Dorfman, en su más reciente publicación para el Fondo de Cultura Económica.
«Aquellas palabras trasuntaban una ceguera ilimitada y una soberbia impenetrable, no sólo del Primer Mandatario, sino de toda una clase dirigente que no entendía lo que pasaba en el país real que incubaba en esos mismos momentos el estallido social que ningún miembro de la encapsulada elite había anticipado», agrega el cuentista, dramaturgo, ensayista, novelista y poeta en su análisis del reciente estallido social.
El autor de «La Muerte y la Doncella» y «Para leer al Pato Donald», entre otras obras, sostiene que «menos de tres meses después de que los jóvenes se rebelaron contra una cúpula que no los incluía ni escuchaba, Chile ha cambiado en forma trascendental. Todas las fuerzas políticas han acordado un itinerario para dotar al país de una nueva Constitución que reemplace la que impuso fraudulentamente Pinochet en 1980, si bien la derecha se ha opuesto exitosamente a la paridad de género y la presencia necesaria de sectores independientes y de pueblos originarios en la constituyente. Y se están implementando medidas que comienzan a enfrentar -aunque en forma exigua– las graves deficiencias en pensiones y salud, en parques y viviendas y educación, que aquejan a la población en forma mayoritaria.
Juventud rebelde
El interesante escrito de Ariel Dorfman que se acaba de publicar en Argentina se llama «Chile, Juventud Revelde» y, tras desarrollar un extenso análisis de las motivaciones del proceso social, concluye que «no somos, mal que le pese a Piñera y los suyos, un oasis en América Latina, sino parte de la historia perpetua de nuestro vasto y rebelde continente que lucha desde siglos por un mundo más justo y participativo. Dependerá del pueblo chileno cómo se escribirá la próxima página de esa historia».