Por Petur Gudjonsson
Hace poco escribimos sobre un nuevo paisaje mental que está apareciendo en Chile. Y dijimos que este fenómeno positivo ocurrirá en todas partes, dentro de pocos años. Hay protestas en todo el planeta pero no parecen ser manifestaciones de este nuevo paisaje, que puede o no durar en Chile.
Entonces, es razonable preguntarse, ¿cómo sabremos si estamos ante el nuevo paisaje o frente al antiguo? Si estamos en él, ¿qué podemos hacer para asegurarnos de que continúe? Y si no, ¿hay algo que podamos hacer para acelerar el proceso?
Los paisajes nuevo y antiguo tienen orígenes diferentes y tampoco es igual hacia dónde se dirigen .
El paisaje obsoleto se basa en el miedo a perder todo, a desaparecer, o sea, en el miedo a la muerte. Todas las cosas que deseamos, que valoramos en ese antiguo paisaje son sólo compensaciones al miedo a desaparecer, al miedo que tenemos a la muerte.
Se podría decir que el paisaje obsoleto es, entre otras cosas, como un conglomerado de diferentes creencias y cada creencia tiene en su raíz el miedo a desaparecer.
Muchas y variadas compensaciones surgen en nuestros intentos de salir de las garras de este miedo. Algunos lo hacen a través del poder, otros buscando tener todo tipo de seguridades, ya sean objetos, amigos, organizaciones y por supuesto familia. También está claro hacia dónde se dirige este paisaje: hacia un futuro que termina en la muerte. Sea esto realmente así o no, es lo que la gente siente y trata de evitar, este miedo a toda costa.
El origen del nuevo paisaje es completamente diferente. Corresponde a otro plano, otra dimensión. Cuando aparece, como lo hizo en Chile, parece surgir de la nada. Por lo tanto, es difícil decir si su origen viene del pasado o del futuro, probablemente de ambos o de ninguno. Nos empuja a tomar conciencia de quiénes somos y hacia dónde vamos. En realidad todos vamos hacia un futuro completamente abierto, o hacia la inmortalidad, si se quiere, y es la única manera en que podemos perder el miedo que está a la base del control en el antiguo paisaje.
También vamos a ser verdaderamente humanos, no sólo siendo amables y haciendo cosas por los demás, sino también sintiendo que somos parte de este cuerpo único que se llama humanidad. No sentimos eso hoy y tal vez tampoco mañana, pero nos estamos moviendo en esa dirección.
Este paisaje que emerge también tiene que ver con un nuevo nivel de conciencia. Hemos estado durante mucho tiempo en un nivel bastante bajo, algo así como un estado de sueño. Hay grandes potencialidades dentro de la conciencia, esperando ser exploradas y desarrolladas. Por lo tanto, cada individuo puede estar más alerta, tal vez incluso realmente despierto.
Por lo tanto, el primer indicador para distinguir entre ambos paisajes es tomar consciencia de dónde viene el proceso y hacia dónde va.
Luego también podemos examinar los diferentes comportamientos que tenemos. El antiguo paisaje tiende a estar cargado de tendencias centrípetas o egoístas y abunda en violencia interna, la que se expresa en diferentes formas de violencia externa.
El nuevo paisaje se caracteriza por las relaciones que las personas tienen entre sí, como está sucediendo ahora en Chile. Allí hay bondad, se escuchan unos a otros, disfrutan de la compañía de los demás y no están forzando las cosas. De hecho, se están ayudando mutuamente. Y hay un sentimiento general de liviandad y alegría.
También se puede reconocer uno u otro paisaje por los objetos por los que sentimos apego. Por ejemplo, algunas personas sienten que es importante establecer relaciones con los famosos y poderosos. Bueno, eso pertenece al paisaje obsoleto. En el nuevo, es poco probable que ese interés esté presente.
La mayoría de las cosas que sentimos son extremadamente importantes hoy en día. Así como el dinero y el prestigio han creado el culto a Mammón, donde el dinero es un valor mucho más alto que el ser humano. Esta religión de Mammon pertenece por supuesto al viejo paisaje.
En este sentido, la generación más joven tiene de alguna manera una ventaja, ya que no está tan tomada por los objetos del paisaje anterior. Por ejemplo, no creen en la política. Ellos, como otros, no saben a dónde van o incluso de dónde surgió todo este cambio.
En Chile, el sistema parecía bastante fuerte, es decir, el antiguo paisaje era dominante y no había indicadores aparentes de que algo nuevo y fuerte estuviera apareciendo.
Sin embargo, parece que sí lo hizo con todas las cosas positivas que el nuevo paisaje ha traído.
Para los que estamos fuera de Chile es muy difícil imaginar que en los próximos años las olas de cambio llegarán a nuestras costas. Y, al igual que en Chile, todos en algún momento experimentaremos el estar en esta suave y fuerte ola que nos envolverá a todos.
¿Existen formas de fortalecer la manifestación de este paisaje?
O algunos dicen, ¿qué debemos hacer si estamos en medio de la manifestación del nuevo paisaje?
(Las siguientes son sugerencias para el resto de nosotros que experimentaremos ese nuevo paisaje. Pueden o no ser útiles para nuestros amigos chilenos que ya están viviendo este maravilloso proceso).
1. Para empezar, debemos estar conscientes del proceso, de dónde viene y hacia dónde va. Eso debería darnos una indicación de qué hacer.
La gente en Chile probablemente siente que lo que desencadenó el proceso fue que de repente todos se cansaron del sistema neoliberal y que dijeron basta. Parece una conclusión muy razonable, pero no explica la espontaneidad, la puesta en marcha de un proceso sin coordinación, la resistencia a pesar de las dificultades y el excepcional clima humano positivo y amable. Por lo tanto, podríamos considerar que fue una fuerza más fuerte la que lo desencadenó, algo que está dentro y alrededor de todos nosotros, otra dimensión. Algo que hemos experimentado a veces cuando de repente nos sentimos parte de todo lo existente.
2. También podría ser útil empezar a vernos no como hombres o mujeres pertenecientes a un determinado grupo o nacionalidad, sino como seres humanos.
3. No hay nada malo en tener una buena relación con un político o con alguien famoso, etc. Pero pensar que eso va a marcar la diferencia es una ilusión, una pérdida de tiempo y de energía. Quizás hace falta que estos políticos abran ciertas puertas. Está bien, pero no van a abrirse a un nuevo paisaje, no es eso lo que hacen.
4. Es muy razonable y comprensible que al estar en el nuevo paisaje y ver la posibilidad de un futuro humano, como ahora en Chile, la mayoría de nuestras discusiones giren en torno a los componentes de ese nuevo y excitante futuro. Como, por ejemplo, la educación, la salud y la posibilidad de ganarse la vida dignamente. También, discutir qué tipo de sociedad queremos, qué tipo de reglas y leyes comunes o Constitución queremos.
Eso está muy bien, pero tal vez sería útil que también dedicáramos más tiempo a lo «real», a lo que realmente somos, a lo que es nuestra misión aquí. Dedicar algo de tiempo a desarraigar el miedo e iluminar el futuro. Si no lo hacemos así, el antiguo miedo regresa, con sus compensaciones, en un paisaje modificado, pero el mismo clima.
¿Y si no estamos allí todavía, en los albores de este nuevo paisaje liberador? ¿Qué debemos hacer?
Básicamente más o menos lo mismo, excepto que también intentaremos tener una experiencia de este nuevo paisaje.
¿Cómo lo hacemos? Sin duda hay muchas maneras. Una de ellas es un ejercicio que presentamos en la última parte de un artículo anterior aquí en Pressenza
También podemos tratar de no dejarnos engañar por la aparente fuerza del sistema, porque el sistema está sólo en la mente de las personas, no en los edificios. Si la gente ya no cree en el sistema, entonces éste se derrumbará, así de simple.
Este cambio hacia un nuevo paisaje ocurrirá en todas partes y si hay gente en cada lugar, en todo el Planeta, que entienda este proceso bello y reciente, podemos esperar que finalmente nos convertiremos en seres humanos.