La revolución será feminista o no será. También en Colombia
Miles de mujeres salieron ayer a las calles de Colombia para decir No a la violencia perpetrada contra niñas y mujeres. A ellas se sumaron jóvenes y hombres adultos. Ha sido el 25N más multitudinario de la historia de Colombia y el que más niñas y chicas ha reunido.
En este 25N no salieron únicamente las organizaciones feministas y de mujeres, se sumaron miles de personas, la mayoría estudiantes. Al calor del paro nacional que continúa desde que arrancó el pasado 21N, las mujeres lograron protagonizar el Día Internacional contra la violencia hacia las mujeres y hacer que la marcha tuviera por bandera un “No más violencia contra las mujeres”, sin que se desviara la atención hacia otras reivindicaciones del paro.
Colombia es uno de los países más violentos del mundo, donde más feminicidios y violencias de género se perpetran al año. El conflicto armado, que se perpetúa después de la firma en 2016 de los Acuerdos de Paz, y la respuesta militarizada del Estado como plan de “seguridad” ciudadana son dos factores que explican las muertes y las violaciones.
Según el observatorio de feminicidios Colombia de la Red Feminista Antimilitarista, entre enero y agosto del presente año, se perpetraron 396 feminicidios, la mayoría asesinatos de mujeres entre los 15 y los 29 años, y la mayoría a manos de hombres familiares, parejas o ex parejas o conocidos.
El hogar sigue siendo uno de los lugares más peligrosos para niñas y adultas; y el sicariato una modalidad propia de del país.
En el 25N de 2019, y con un paro nacional que podría hacer tambalear al gobierno actual, las consignas y los lemas que denunciaban la violencia machista, y que se alzaban escritos a mano en pancartas y papelotes, dejaron clara la relación entre la violencia machista y las lógicas del patriarcado, el pasado colonial y el sistema capitalista; además de señalar al Estado como responsable de la inseguridad y la impunidad.
«A mí me cuidan mis amigas” decían los carteles de mujeres jóvenes y valientes que, como pocas veces antes en las marchas del 25N en Colombia, caminaban con el pecho desnudo y pintadas en sus cuerpos.