Más allá de cualquier consideración, interpretación o postura frente al paro nacional en Ecuador que concluyó hace 2 días, pienso en la fortuna de haber sido testigo de la historia. El levantamiento indígena, que fue la fuerza que sostuvo la movilización, fue posible gracias a mujeres y hombres recios y luchadores, firmes en sus planteos.
En los minutos previos a la decisión de derogatoria del Decreto 883, la expectativa de quienes estuvimos en la sala contigua al lugar donde se desarrollaba el diálogo entre los representantes del gobierno y del movimiento indígena fue creciendo. En esa atmósfera expectante, los roles se fueron desdibujando. Y allí, en medio de los resquicios surgieron sentimientos que se expresaban en los rostros de quienes habían puesto cuerpo, corazón y cerebro en este proceso, en quienes lo habían puesto todo, por todos.
Estas imágenes son un registro silencioso y respetuoso de aquello que, desde mi mirada, sucedió allí. Es también, un homenaje.