Por Laslo Rojas
El nuevo trabajo documental de Rafael Polar Pin (Lima, 1975) se titula «Miss Amazonas», una mirada íntima, curiosa e involucrada, a la comunidad LGTB en la ciudad de Iquitos, en la cual acompaña a un grupo de chicas trans que se preparan para participar en el concurso de belleza que da título al film.
El también director de «Lima bruja» -uno de los mejores filmes nacionales del 2011- estrenó «Miss Amazonas» en el marco del EDOC, en Quito, en mayo pasado. El estreno nacional se dio en el Outfest, a fines de junio; y ahora anuncia nuevas fechas de proyecciones en octubre en el flamante espacio para cine peruano, Elgalpon.Transcinema:
- Martes 8 de octubre – 8.00 p.m.
- Miércoles 9 de octubre – 8.00 p.m.
- Sábado 12 de octubre – 4.00 p.m.
- Domingo 13 de octubre – 4.00 p.m.
- Martes 15 de octubre – 8.00 p.m.
A continuación conversamos en extenso con Rafael Polar, para conocer los pormenores de la realización de «Miss Amazonas»:
Rafael, ¿cómo fue que decidiste tratar el tema LGTB para tu nuevo documental?
“Miss Amazonas” lo empecé hace cuatro años. Anteriormente estuve trabajando con colectivos LGTB como “No tengo miedo” o “Presente”, haciéndoles entrevistas y seguimientos en sus marchas, recogiendo testimonios. Y en esa época también tenía un proyecto que se llama “Desde afuera”, una obra de teatro de Gabriel de la Cruz, donde tenías cinco testimonios de personas LGTB en Lima. Grabé en algunas de las puestas, porque me gustaban los personajes. Pero pasando el tiempo la obra se desmembró y esa idea quedó ahí.
Ahí fue que surgió el tema de “Miss Amazonas”, también por un amigo activista que me contó de ese evento en Iquitos. Me interesó también porque, soy un limeño, de clase media, de colegio católico, criado en una familia relativamente conservadora. Y aquel otro era un mundo que quería entender. Yo no tenía muchos amigos gays o trans. Y como documentalista, uno toca temas que te gustan o que te interpelan. En “Lima bruja” fue un tema que me gustaba, en “Miss Amazonas” fue un tema que me interpelaba: dónde me ubico en este espacio trans, como heterosexual, normado con todas mis taras. Así que me pareció interesante irme a Iquitos a grabar a un grupo de chicas trans, siendo limeño, urbano, privilegiado.
Y desde esa postura de alguien curioso por conocer un mundo nuevo, ¿cómo lo trabajaste para evitar dar una mirada exotizante o muy externa y desapegada de los personajes y su mundo?
Creo que eso que dices se trabajó más en el montaje, que lo realicé con Fabiola Sialer. Me parecía interesante que sea ella, como mujer, que tiene un discurso desde la feminidad, que cuando era chica también veía concursos de belleza. De hecho, cuando editamos la película, la música con la que ellas ensayan es el himno del Miss Venezuela, y Fabiola me contaba: «esta canción la conozco porque yo de chibola veía el Miss Venezuela». Entonces, también desde su feminidad, veíamos este ideal de belleza femenino, cómo ellas se reafirman de una manera desde la imagen de esta belleza canónica.
Yo también estaba un poco dudoso, cómo abordo esto, ¿no? Desde el comienzo nunca traté de tomar el concurso a la ligera, o como algo gracioso. Aunque hay gente en Iquitos que tal vez van al concurso a ver estos tipos que se visten de mujer, eso debe haber sido cuando recién empezaba el concurso. Ahora ya hay una mirada más tolerante, va la familia de las concursantes, van sus amigos. Entonces la idea era abordarlo también con esa mirada, externa pero ayudado por la intimidad a las que nos permitía ingresar Carlos Vela, el organizador del concurso. Desde el primer momento le dije, estoy haciendo un documental sobre el Miss Amazonas, y en realidad no sé qué va a salir.
Por ejemplo, si no les mostraba la película a ellas, no sabrían que el concurso al final no aparece. Descubrí dos lecturas ahí: primero, que se demuestra que el concurso no es lo importante, porque lo importante es el proceso de ellas; y lo segundo es que al no poner una ganadora, hacemos que todas ganen de alguna manera.
¿Cuánto tiempo duró el rodaje?
Hay dos etapas. Hasta el 2017 que es cuando gano el Concurso de DAFO, yo grababa solo, literalmente solo. Y ya después, con el dinero del concurso, volvimos a Iquitos para hacer entrevistas, fui con Carlos Sánchez, nuestro camarógrafo, Omar Pareja de sonidista. Igual, era un equipo chico, de cinco personas.
¿Cómo fue la decisión para ver qué chicas iban aparecer entrevistadas y cuáles no?
Se dio naturalmente, porque habían algunas chicas que no les interesaba mucho participar, lo cual yo comprendía. Y las que sí querían, pues iba a sus casas, a sus ambientes de trabajo. Y coincidió felizmente con que tenían un montón de cosas por decir, una de ellas tenía un tema interesante por la androginia, porque no era la típica chica que participa en un concurso de belleza, era más bien un chico andrógino que estaba explorando su lado femenino en ese momento, pero que no se identificaba como mujer.
Y más bien otro personaje, Cristina, que también fue super abierta, estaba en ese momento empezando su transición, y el Miss Amazonas fue el trampolín para decidirse. Cuando la conocí, ella trabajaba en Topy Top y tenía que peinarse y vestirse como chico, porque sino no la dejaban trabajar. Ella se sentía frustrada, entonces cuando se iba a ensayar para el concurso, se soltaba el pelo, se pintaba, se ponía tacos, se sentía mucho más libre. Y ya cuando he vuelto el 2018, a grabar unas entrevistas, ya ella era una mujer, que se identificaba totalmente como chica. Eso también es chévere porque el tiempo ayuda un montón a asentar a los personajes, las ideas.
¿En la edición también hubo una selección de personajes?
En principio, entrevisté a casi todas, con una entrevista canónica, ellas hablando directamente a la cámara. Luego ya fuimos escogiendo, porque no iban a entrar todas, así que escogimos a Camila, Christina, Saor, y a Fiorella, que era interesante porque ella no participó en el concurso ese año, pero sí en el anterior, ya se identificaba como chica, se expresaba como mujer.
Durante todo este proceso de investigación previa, ¿qué fue lo que más te sorprendió?
Creo que por un lado, fue la evolución de los personajes, porque en el 2016 cuando las grabé por primera vez no teníamos tanto vínculo y con el paso del tiempo, después cuando yo he regresado a grabar, no fue algo que me sorprendió, pero sí me gustó que ellas sintieran que el documental era valioso, y por eso aceptaron participar abiertamente.
En la función en el LUM, cuando Emilio Bustamante les pregunta si se sentían identificadas con la película, todas dijeron que sí. Me pareció bacán eso, que hayan tenido una reflexión tan profunda de la película, sobre cómo las representé en el documental. Yo con eso ya estoy feliz.
El tema principal del documental es “Esta es mi fiesta”. Cuéntanos un poco sobre la música.
Desde el principio no era una película que necesariamente tuviera tanta música, pero el ambiente donde sucede todo es de celebración y casi siempre hay música, en el carnavalón, en el mismo concurso. Iquitos es una ciudad que tiene muchos elementos sonoros que van alimentando la ciudad. Entonces había secuencias en las que usamos música incidental. Además, está la secuencia al inicio que es la presentación de Iquitos, que tiene la canción “Bienvenidos a Iquitos” de Raúl Vásquez.
Y después teníamos una secuencia, una especie de videoclip de las chicas cambiándose y tomándose fotos. Pero no teníamos una canción para ese momento. Entonces allí me di cuenta que había una oportunidad muy interesante para crear una canción. Como mi hermano Gonzalo es músico y compositor, se lo encargamos a él. Le mostré la secuencia y el resto de la película y le dije: “Haz lo que crees que debería ir”. Él hizo la letra y la música. Luego había que buscar quién la podía cantar. Conocí a Marina Kapoor cuando me encargaron hacer un video. Ella la cantó y estoy muy agradecido con ella por haber aceptado grabarla.
¿Cómo fue el estreno mundial en el Festival EDOC, en Quito?
Fue muy paja. En la última función, una chica que estaba en un momento de cuestionarse o de tomar decisiones sobre ella misma, me dijo que se había identificado demasiado con los personajes. Una chica en Quito, en Ecuador, en teoría no debería tener mucha conexión con personas de la selva peruana, pero en realidad, sí las une el tema de la identidad, la libertad de querer ser quien eres, sin que te juzguen. Eso es fácil de decir para nosotros, pero para ellas es una lucha diaria y hay que tener una energía increíble para decidir tener todos los días esa lucha. No todos y todas tienen esa fortaleza.
Acá en Lima fueron el filme inaugural del último Outfest. ¿Cómo se dió esa relación con el festival?
A mediados de marzo, tenía la película lista y la empecé a mandar a festivales. También se la pasé a Carlos Sánchez, mi director de fotografía, para que la vea y me dé algún feedback. Él la vio y se la mostró a Jheinser Pacaya, uno de los programadores del Outfest. A los días, Jheinser me llama muy emocionado: «me encanta tu película, quiero que esté en el festival». Y yo, feliz, porque de hecho el Outfest era un festival al que quería postular, mi prioridad para la película siempre han sido festivales LGTB, además de festivales de documentales. Luego Jheinser me propone la idea de que “Miss Amazonas” sea la película inaugural. Ahí ya me emocioné, me encantaba la idea.
Entonces, con eso en la cabeza, también tenía en la mira al Festival de Lima, porque es el festival de mayor difusión, en el cual la mayoría de cineastas locales quieren estrenar sus películas. Pero estaba el asunto de las fechas, el Outfest era en junio, y el Festival de Lima en agosto. Entonces pensé, si el Festival de Lima me trata tan bien como el Outfest, pues voy al Festival de Lima. Pero no fue así, ellos se demoraron un montón en responderme, mientras que los chicos del Outfest me ‘enamoraban’ más, me decían «podemos traer a las chicas”, “puede ser el film inaugural».
Y bueno, luego comprobé que decidí bien. El Outfest no es un festival gigante, pero me pareció que era el espacio natural para «Miss Amazonas», para que la película tenga visibilidad y llegue a la comunidad, pues ese es el público que me va ayudar a difundir más la película.
¿Qué comentarios recibiste del público en el Outfest?
He recibido algunos comentarios cuestionando el hecho de que sea un concurso de belleza, esta idea cosificadora de la imagen femenina y la banalidad. Pero de alguna forma al no mostrar el concurso, mi postura es que el concurso en realidad no era importante, era un pretexto, era una plataforma para verlas. En la práctica, el concurso de Miss Amazonas es un espacio que las empodera, no es solamente un concurso de belleza. Lo organiza una asociación que se dedica al cuidado de la salud de la comunidad LGTB.
Además, he recibido bastantes muestras de agradecimiento. De hecho, la directora Mary Jiménez me escribió después de verla diciéndome que es una película necesaria y que está súper bien visibilizar a las trans. Uno piensa que en el colectivo LGTB todos están al mismo nivel, pero también hay desniveles y privilegios al interior. Los hombres gays, blancos, cisgénero están en el pico de la pirámide. Las trans están un poco relegadas y si eres chola y pobre, es un combo perfecto para invisibilizarte.
Nos comentabas que la película también se ha visto en Madrid.
Sí. Me escribieron del Cinema Pride, que se da en el marco de la Semana del Orgullo. Lo organiza el LesGaiCineMad, el Festival Internacional de Cine LGBT de Madrid, que es súper grande. Tuvo una función y espero que la haya ido a ver mucha gente.
¿Estás postulando también a otros festivales?
Sí, esa también es otra lucha constante: la postulación a los festivales. Yo la he mandado hasta ahora a unos 25 festivales, pero me han choteado de 22. Estuvimos en el EDOC, estamos en el Outfest y vamos a estar en el Festival LGTB en Quito, que se llama “El lugar sin límites”; y en el Queer International Film Festival Playa del Carmen, en México, ambos en noviembre. Pero ya sabemos que para este tema de los festivales y las películas no basta con postular, también hay que tener un agente de ventas o un distribuidor que sepa dónde mandarla, en qué momento y a quién, sino los festivales ni ven las películas.
Tú estás apuntando a festivales de temática LGTB y también a festivales de documentales.
Sí, sería increíble que la película se vea en un montón de lugares y festivales, pero igual creo que hay demasiada ansia por validarse en festivales. Por ejemplo, no estoy cuestionando a “Retablo”, pero la ha ido a ver un montón de gente porque tiene 200 laureles en el afiche, porque si no, no habría tanta expectativa. Ganó varios premios y eso es genial, felicito a su equipo. Pero creo que sí hay un esfuerzo desmedido de los cineastas peruanos por gustar afuera antes de gustar acá.
¿A qué crees que se deba esa búsqueda de valoración foránea?
Es un poco lo que nos han enseñado que hay que hacer. Cada vez que puedo, discuto con mis amigos cineastas por qué ocurre eso. La mayoría de festivales son europeos y el público europeo tiene una visión que no es la misma de la gente de acá. Me atrevería a decir que hay más conexión con un festival en Bangkok o en Mozambique que con los europeos. Pero bueno, es el primer mundo, ¿no?
¿Cómo enfrenta tu película las expectativas que se generan en esos festivales internacionales?
Creo que esa chamba es más del productor, que planea un poco antes cómo enfocar la película. Y en realidad, yo me he concentrado en que su público sea la comunidad LGTB y el público latinoamericano, que creo que va a tener mucha más empatía y va a entender mejor lo que es ser una trans en Iquitos.
Me acuerdo que el año pasado me fui al EDOC y vi una peli LGTB holandesa, donde salían varios personajes y su drama cotidiano de reafirmación. No estoy diciendo que no ellos sufran, pero viven en el primer mundo y un entorno urbano. No me conecté para nada con la peli. De hecho, me sirvió para saber qué cosas no buscar en mi película. Entonces sí hay una cuestión de mirada, de público y de contexto. Siento que la gente de países donde hay más homofobia y más represión, se pueden conectar más con “Miss Amazonas”, porque van a entender mejor por qué un concurso de belleza sirve como un espacio de protección para estas chicas en una ciudad tercermundista periférica.
Al mismo tiempo, también sería útil que la vea otro público que puede estar más distanciado del tema.
Sí, mi papá fue a ver la película en el Outfest. Y mi viejo es un tío de casi 80 años. No voy a decir que es homofóbico, pero tampoco es el más abierto y progre. Y me dijo algo que me pareció chévere: “Tu película me gusta. Yo soy un cavernícola, pero ya comencé a entenderlas”. Entonces, no es solamente una peli para la comunidad LGTB. Más bien, yo creo que es una peli para la gente que como yo en algún momento, las respetaba, pero no terminaba de entender cuál era su proceso, su problemática y solo las entiendes conociéndolas.
Tu primer documental fue «Lima bruja», ¿qué similitudes encontrarías entre los cantantes criollos de esa película y las chicas trans de este nuevo documental?
Justo eso era algo que estaba pensando últimamente. Como soy un documentalista bien empírico, que he aprendido en la cancha, leyendo y viendo películas, sentía que aún no tenía una línea o un estilo.
Y ahora ya entendí, estoy dándome cuenta que me gusta retratar colectivos, grupos de gente: en “Lima bruja”, están los criollos, setentones, que nadie los conoce, que desarrollan su música en un espacio al que no pertenezco y que quiero conocer. Después tenemos “Miss Amazonas”, chicas trans, de no más de 25 años, en Iquitos, de un colectivo al que no pertenezco y que me interesa conocer. Hago ese paralelo entre ambas películas. Me gustan esos discursos corales, de personajes que me hablan, desde su punto de vista, de lo mismo. Creo que por lo menos en las dos películas que he hecho, he estado buscando ese discurso coral.
Y mira, mi siguiente proyecto se llama «Amador», por el músico Amador Ballumbrosio. Pero en realidad no es sobre Amador, sino de Amador a través de sus hijos, de su comunidad, también trata temas como el racismo…. Todavía estoy elaborando bien qué voy a hacer ahí. Pero también será un coro de personas hablando de un tema específico.
Para terminar, quisiéramos saber cuál es tu postura frente al proyecto de ley de cine que aún no se aprueba en el Congreso.
Recientemente se formó el sindicato de trabajadores y trabajadoras audiovisuales y yo soy parte de él como director de arte. Pero lo que voy a decir no es a título del sindicato, sino a título personal. Me parece que el proyecto de ley es un aporte. Sí creo que hay aspectos que no se tocan, pero que son subsanables, como el tema de los derechos laborales, o de la cuota de pantalla, que es básico. En el círculo de las películas, DAFO, que además está haciendo una chamba muy loable, hace mucho énfasis en todos los procesos, menos en el más importante, que es la distribución y la difusión. Entonces creo que es un tema que está pendiente y que debería pensarse más.
Creo que las cosas que se han omitido de alguna forma todavía se pueden subsanar cuando se reglamente, porque todavía hay que esperar que aprueben la ley. Después hay una chamba de reglamentación y allí el Ministerio tiene que convocar a todos los involucrados en la industria, no solo los productores, sino a todos: los gaffer, los camarógrafos, los directores de arte, los actores, etc. Y reglamentar esa ley con justicia, para que nadie sea vea perjudicado por alguna omisión. Por ejemplo, en la ley no se habla de los derechos laborales de los trabajadores audiovisuales. Entonces se podría crear una ley del trabajo cinematográfico.
Si ponemos el proyecto de ley en la balanza, yo te diría que suma más de lo que resta. Pero también hay que tener cuidado, porque es una ley hecha por productores. Entonces ellos están priorizando el lucro, cuando el cine debería ser más una plataforma de cultura, de que se realicen cosas sin necesariamente esperar que tengan réditos económicos. El rédito es social más bien.
Entrevista realizada por Laslo Rojas y Juan Carlos Ugarelli, en el Centro de Lima, el 27 de junio de 2019.