La multinacional de ropa Uniqlo domina la industria textil mundial junto a Inditex y H&M. En su gran día inaugural, la Campaña Ropa Limpia le recuerda que 2.000 trabajadoras en Indonesia siguen sin cobrar los 5,5 millones que les deben después de cerrar la fábrica.
La japonesa Uniqlo completa el desembarco en España con la apertura de una tienda en Madrid este 17 de octubre. El local, situado en la avenida Goya, cuenta con una superficie comercial de 1.590 m2 y dos plantas. Y el 30 de octubre, prevé la apertura de una tienda en Barcelona. En 2017, la multinacional ya había abierto su primera tienda en Barcelona.
Su estrategia de ampliación de mercados en Europa, con la inauguración de tiendas en Milán, Ámsterdam, Copenhague, y ahora Madrid y Barcelona, ha dado buenos resultados y la matriz japonesa Fast Retailing, dueña de Uniqlo, ha ganado 1.361 millones de euros en el último año.
Pero al igual que Inditex y H&M, sus principales competidores, Uniqlo ha conseguido sus impresionantes resultados gracias a prácticas de explotación laboral en los países productores, en su mayoría del sur global, según denuncia la Campaña Ropa Limpia.
“Tadashi, ¡paga a las trabajadoras que te han hecho rico!”. Es el grito de guerra de esta campaña contra el gigante japonés, en referencia a Tadashi Yanai, el dueño de la compañía, y a la “deuda pendiente que tiene con las trabajadoras de su fábrica en Indonesia
Coincidiendo con la apertura de la tienda en Madrid, esta coalición de ONG ha lanzado una campaña para dar a conocer el lado oscuro del modelo de negocio de Uniqlo. La Campaña Ropa limpia está formada por una red de ONG, sindicatos y organizaciones de consumidores que trabajan para “mejorar las condiciones de las personas trabajadores de la industria global de la confección”.
“Tadashi, ¡paga a las trabajadoras que te han hecho rico!”. Es el grito de guerra de esta campaña contra el gigante japonés, en referencia a Tadashi Yanai, el dueño de la compañía, y a la “deuda pendiente que tiene con las trabajadoras de su fábrica en Indonesia”.
“Así no”
En 2016, la Campaña Ropa Limpia recibió una solicitud de ayuda de la fábrica Jaba Garmindo en Tangerang (Yakarta, Indonesia). La factoría se había declarado en quiebra poco antes “sin previo aviso” después de que Uniqlo, una de las tres empresas textiles más grandes del mundo, junto con Inditex y H&M, retirase sus pedidos.
Agotados los cauces legales en Indonesia, a las miles de personas afectadas solo les queda, dicen desde la campaña, la solidaridad internacional que lleva desarrollándose a nivel mundial con el nombre de #PayUpUniqlo
Dos mil personas, en su gran mayoría mujeres, perdieron su empleo. Según denuncia la campaña, nunca recibieron los 5,5 millones de dólares a los que tienen derecho según las leyes indonesias. Desde esta coalición de ONG reclaman que Uniqlo “asuma la parte de la responsabilidad que le corresponde por el cierre de la fábrica, el pago de meses de salarios impagados e indemnizaciones”. Agotados los cauces legales en Indonesia, a las miles de personas afectadas solo les queda, dicen desde la campaña, la solidaridad internacional que lleva desarrollándose a nivel mundial con el nombre de #PayUpUniqlo.
Frente a la pretensión del Uniqlo de conquistar el mercado europea, la Campaña Rompa Limpia, le contesta: “Así no”.
Las denuncias por “violaciones a los derechos laborales” en la fábrica Jaba Garmindo no eran nuevas, entre ellas, despidos ilegales de trabajadoras embarazadas, impago de horas extras, riesgos para la salud y el acoso sindical, narran desde la Campaña Ropa Limpia.
Según relatan, las metas de producción eran cada vez más elevadas y a las trabajadoras “ya no se les permitía usar el baño y las horas extra a menudo no se pagaban y eran obligatorias”
Aunque había otras empresas que se beneficiaban del trabajo en esta fábrica de Yakarta, el objetivo de esta campaña es Uniqlo, afirman desde esta alianza mundial por los derechos laborales de la industria textil, “porque, debido a su ingente poder de compra, era quien dictaba los objetivos y los plazos de entrega de las prendas que se confeccionaban en las tiendas”. Según relatan, las metas de producción eran cada vez más elevadas y a las trabajadoras “ya no se les permitía usar el baño y las horas extra a menudo no se pagaban y eran obligatorias”. Un modelo de externalización que se repite en todos los gigantes del sector y permite desentenderse de las condiciones laborales, muchas veces en situaciones de semiesclavitud, y favorecerse de los bajos precios de la mano de obra.
“Exigimos que Uniqlo asuma la responsabilidad que conlleva el producir la ropa que comercializan aprovechándose de entornos laborales precarios y con muy bajos salarios. Este modelo de negocio que explota a las trabajadoras es lo que permite cifras de negocio estratosféricas”, reclaman desde la Campaña Ropa Limpia.