Por Laura Litvinoff / Revista Cítrica
Juana Antieco, una de las mujeres indígenas autoconvocadas que la semana pasada inició la ocupación pacífica del Ministerio del Interior, cuenta cómo fueron esos once días de lucha y resistencia. Las respuestas que se llevan del Gobierno para aliviar la situación en sus comunidades.
Juana Antieco es de origen mapuche tehuelche y pertenece a la comunidad de Costa del Lepá, a 45 kilómetros de Esquel, Chubut. Es una de las mujeres indígenas autoconvocadas en conflicto que la semana pasada inició la ocupación pacífica del Ministerio del Interior de la Ciudad de Buenos Aires y que hoy —sábado 19 de octubre— termina luego de once días de lucha para exigir respuestas inmediatas a sus reclamos y necesidades.
Cítrica dialogó con ella sobre estos últimos días en los que las mujeres indígenas llegaron a la Ciudad de Buenos Aires luego de recorrer miles de kilómetros, y debieron hacerle frente a un frío y a una lluvia inusual para estas fechas con el objetivo de instalar en la consciencia social la agenda de los pueblos indígenas, la agenda de la tierra, y para decirle basta a un sistema que desde hace más de cinco siglos las oprime y las invisibiliza.
—¿Cómo fueron estos días en Buenos Aires?
—Fueron días muy duros. Además del clima y la incomodidad por las condiciones en las que estamos, también estuvo latente la posibilidad del desalojo compulsivo por parte de las Fuerzas de Seguridad, y eso nos tuvo muy alertas a todas. Estuvimos durmiendo como pudimos, algunas sentadas en las sillas, otras en cartones… en realidad no dormimos, dormitamos todas las noches. Tenemos un par de sillas que gentilmente los empleados de la mesa de entrada de acá nos ofrecieron, una colchoneta que trajo una compañera, cartones que también han acercado y algunas frazadas para poder sentarnos aunque sea en el piso. Estamos muy mal dormidas y cansadas, pero eso no quiere decir que no sigamos con la fortaleza que nos trajo hacer este largo viaje para poder volvernos a las comunidades con respuestas concretas. Por suerte han venido bastantes medios de comunicación a apoyarnos, estos días sentimos mucho la ayuda de la gente. Y ya hemos conseguido que el Gobierno escuche la mayoría de las cuestiones que vinimos a reclamar.
—¿Qué significa este hecho para ustedes?
—Esta es la primera vez que se ejecuta una acción así, de todas mujeres indígenas. No hay un registro anterior de esto, por eso nosotras consideramos a la permanencia un hecho muy positivo y poderoso, para empezar, para nosotras mismas. Y también es algo histórico, porque venir del interior a Buenos Aires y estar haciendo la permanencia pacífica en el Ministerio, que tiene relación directa con lo que son las provincias, es muy importante. Yo creo que eso también tiene que llamar a la reflexión de mucha gente, sobre todo por la capacidad organizativa que tenemos las mujeres indigenas a pesar de la pobreza en la que estamos inmersas. Tenemos capacidad de organización, somos muy autogestivas, y también somos estratégicas a la hora de definir acciones concretas para visibilizar nuestros reclamos.
—¿Cómo surgió la idea de venir hasta acá para visibilizar esos reclamos?
—La estrategia nació de la misma violencia, de la misma exclusión que vivimos todos los días y desde hace muchísimo tiempo. Nació también de la falta de respuestas, y por eso llegamos a un momento de decir “basta”, porque esto no es solo contra nosotras y contra nuestros cuerpos, sino también contra las comunidades donde vivimos. Nuestros territorios están amenazados, y una amenaza al territorio implica también una amenaza a la vida y a nosotras mismas. Y eso es por ahí lo que más nos moviliza a las mujeres indígenas, creo yo, porque nosotras siempre decimos que el territorio no es negociable. Por más que el sistema capitalista llegue con espejitos de colores, nosotros no vamos a negociar nuestro lugar con nadie.
—¿Cómo es la historia de la expropiación que sufrieron y la última recuperación que iniciaron en tu comunidad, Costa del Lepá?
—Originariamente ese lugar era dominio de mis abuelos: Manuel Antieco y Zenón Antieco. El respeto que lograron constituir les dio tanto poder que le otorgaron los primeros permisos para que se asienten los primeros pobladores de Trevelín. Hasta que en 1937 empieza el contacto con la fuerza de seguridad nacional, y constatan la cantidad de familias que hay. Mis abuelos empiezan a dar permisos sobre ese territorio a muchas otras familias que también habían sufrido el despojo, y así se empieza a poblar Costa del Lepá con otros apellidos. Y a su vez también empiezan a llegar los mercachifles, que eran los que iban a vender alcohol fundamentalmente, porque fue través de eso que los dominaron. Se aprovechaban de esa situación pero venía por detrás la quita de tierras. Así fue como llegó Bestene a la comunidad, que aprovechándose de que nuestra gente no sabía leer ni escribir, pidió la conformidad para hacer un camino comunitario, y la gente firmó con el pulgar ese permiso, y en realidad lo que firmaban eran las cesiones de sus tierras de pastoreo común. Así fue como Bestene empieza a alambrar todo lo que es Costa del Lepá. Y cuando mi papá fallece, el exgobernador ya fallecido Mario Das Neves nos quita el campo por decreto y se lo entrega, por una cuestión política, a una prima nuestra.
—¿Cómo fue ese engaño de Das Neves?
—Los partidos políticos operan dentro de las comunidades con punteros políticos, de esa forma engañan a la gente. Después de que nos sacan el campo por decreto nosotros apelamos a todas las instancias hasta que logramos a través del INAI que ese decreto se declare inconstitucional. Recuperamos el lugar, volvimos a comprar animales y dijimos: “En algún momento nos vamos a organizar para recuperar todo lo que le sacaron a nuestros abuelos”. Pasaron 70 años y volvimos a hacer todos los pasos administrativos, pero nunca nos dieron respuesta, porque generalmente estos terratenientes son los que bancan las campañas de los gobiernos de turno y están dentro del poder político, dentro de los Ministerios, y es imposible que el gobierno vaya a sacar un dictamen en contra de quienes les sostienen las campañas políticas. Entonces cuando ya la paciencia y el tiempo administrativo se nos agotó hicimos el ejercicio de recuperar el territorio que fue usurpado, sabiendo lo que eso significa, que puede haber represión, que puede haber muerte, y también que en todas las recuperaciones siempre va a haber gente que no está de acuerdo, incluso dentro de nuestra propia familia.
—¿Qué es lo último que supieron de quienes los usurparon?
—Ahora lo último que supimos de ellos es que querían hacer una mesa de diálogo, pero ¿ahora una mesa de diálogo, cuando nosotros los convocamos hace un año y medio? Ellos estaban advertidos que estaban comprando tierras que no eran de ellos, y así y todo quisieron seguir adelante. La recuperación se va a seguir manteniendo, no importa lo que pueda llegar a pasar, nosotros estamos acostumbrados a vivir en la violencia. Somos conscientes de que el comando unificado que creó Bullrich fue exclusivamente para crear la figura del enemigo interno que somos los mapuches, la amenaza para el Estado argentino, y el trasfondo de eso es cuidar los intereses de los capitalistas. Porque esos estancieros son los que le manejan la campaña política a los gobiernos. O son parientes de los estancieros que se quedaron con todo. Uno de los Bastene era ministro en Chubut. Entonces es imposible que el mismo gobierno le pida que firma un decreto de expropiación de tierra a alguien que está ahí dentro.
—¿Qué elementos hay en ese espacio que a ustedes lxs hace querer volver?
—Nosotros tenemos un origen territorial, que es el territorio donde nacemos. Así como tenemos ese origen también tenemos el linaje, que se relaciona con el origen. Es imposible no querer volver a ese origen de pertenencia que vos tenés, ahí está tu historia de vida, tus antepasados, no es una cuestión caprichosa de querer volver porque sí a ese espacio, y tampoco es por la extensión de la tierra que queremos volver. Lo que se recuperó ahora es recién la tercera parte de lo que nos sacaron, así que esperamos poder recuperar todo. Queremos que la comunidad sea lo que era antes, que vuelvan todos los que antes vivían.
—Volviendo a la ocupación pacífica del Ministerio. Más allá de las respuestas que obtuvieron del Gobierno, ¿qué pusieron en valor entre ustedes mismas?
—Confiamos en la digna resistencia que porta cada una. Y ese fue el mayor logro, saber de lo que somos capaces, saber cómo somos cuando nos proponemos algo. Esto fue una demostración de eso. Las mujeres indígenas somos así, una vez que tomamos una decisión y se asume un compromiso, lo cumplimos, para nosotras la palabra tiene mucho poder, y cuando una da su palabra, eso es un compromiso asumido que tiene que cumplirse sí o sí, porque cuando decimos algo sabemos que no lo decimos solo nosotras, sino también todos nuestros antepasados.
—¿Cuáles de todas las demandas planteadas esperan que se resuelvan en lo inmediato y cuáles creen que pueden llevar un poco más de tiempo?
—Bueno, sabemos que hay cuestiones en las que no vamos a tener una respuesta inmediata, si es que nosotras pretendemos que nos digan que, por ejemplo, “mañana van a llegar a sus comunidades y van a estar todos los territorios relevados con título de propiedad comunitaria”. Eso no va a suceder en lo inmediato, así que somos conscientes de eso, pero igualmente lo planteamos porque la cuestión territorial es una cuestión fundamental para nosotros, y es algo histórico. Y lo que sí pretendemos que suceda de manera inmediata es la implementación de las políticas que tienen que instrumentar los gobiernos, tanto nacionales como provinciales, y que ya se han comprometido a eso, para solucionar temas urgentes como son el hambre que están sufriendo nuestros niños por desnutrición y la falta de comida. Como así también la declaración de la emergencia hídrica en las que están algunas comunidades, que finalmente no la declararon pero dijeron que se van a ocupar de todos los casos que planteamos. O las muertes y desapariciones de varios de nuestros hijos; esos son solamente algunos de los problemas graves y urgentes que creemos que necesitan una resolución inmediata. Hoy nos vamos con la creencia de que se recogieron nuestras demandas y de que están en vías de trabajarse para tener soluciones lo más pronto posible.