Los personajes son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es “pura coincidencia”.
Hace ya unos cuantos años que Catalina quiere separarse de Espartaco, pero las leyes no lo permiten. Quién sabe cuándo empezó todo, porque las familias de ambos ya vivían juntas desde hace generaciones. El caso es que entre la familia de Catalina siempre hubo algunos que querían separarse, pero nunca lo concretaron. Una vez, hace ya muchísimos años, lo intentaron por la fuerza, pero fracasaron. Desde entonces las cosas se habían mantenido relativamente calmas, con algunos momentos de mayor tensión, como los 40 años en que el jefe de la familia era Francisco, el padre de Espartaco. Luego las cosas volvieron a suavizarse, hasta que hace poco más de una década comenzó nuevamente a crecer ese sentimiento de “asfixia” por parte de Catalina y su familia.
Antes de intentar la separación, quisieron cambiar la relación entre ambos, ya que lo cierto es que Espartaco ejerce bastante poder sobre Catalina, y todas las decisiones principales recaen exclusivamente en él. Sin embargo, ese intento de cambiar la relación, que al principio parecía que podía funcionar, fracasó, y no sólo eso, sino que el control de Espartaco creció con el tiempo. Hace ya 5 años, Catalina hizo el amago de irse de casa, pero Espartaco ni se inmutó, y efectivamente, por temor a la represión policial, Catalina no tuvo más remedio que volver al hogar común, donde incluso sufrió algún castigo por su intento. Pero hace 2 años Catalina lo volvió a intentar, y esta vez Espartaco tuvo que ir a buscarla, con el apoyo de la policía, claro, ya que la ley está de su parte. La situación fue de una gran violencia, y muchos de sus vecinos se enteraron así de los problemas en su relación.
Las consecuencias de este serio intento siguen hasta el día de hoy. Catalina vive permanentemente amenazada; ha perdido algunos de los derechos que tenía, y si vuelve a rebelarse sufrirá un castigo aun mayor.
Algunas personas, ajenas a la familia, les sugieren hablar y llegar a un acuerdo, pero lo más que consiguen es que Espartaco diga que sí con la boca pequeña, mientras sigue manteniendo su conducta de siempre. Por el lado de Catalina, su postura se ha radicalizado, ya que no ve ninguna otra salida que no sea la separación. Seguramente hace algunos años, cuando Catalina propuso cambios en la relación, se podría haber reconducido la situación, pero la creciente presión sobre la muchacha ha provocado que sus alternativas se redujeran. Paralelamente, Espartaco se siente orgulloso del control que ejerce sobre ella, y no para de jactarse de ello delante de sus amigotes.
Catalina, junto a un grupo de mujeres igualmente afectadas, ha propuesto cambiar la ley que les impide decidir con libertad si quieren seguir en sus hogares actuales, pero Espartaco y sus amigos se oponen siquiera a considerar esa posibilidad, toda vez que ellos tienen el control de la legislación. Casi la única esperanza que le queda a Catalina es que otras personas, de fuera del círculo familiar, la apoyen, pero lo cierto es que cada uno de ellos vela por sus intereses; en muchas de las otras familias hay situaciones parecidas, y nadie quiere arriesgarse a dar demasiada libertad a sus mujeres.
Estos últimos días, Espartaco ha decidido aplicar nuevos castigos a Catalina. Esto ha generado reacciones muy negativas en ella, pero lamentablemente, en lugar de intentar resolver, o al menos calmar, la situación, Espartaco se aferra a sus derechos legales, al tiempo que intenta demostrar firmeza de cara a sus amigotes.
¿Cómo se resolverá la situación? Nadie lo sabe a ciencia cierta, aunque si atendemos a las tendencias actuales, la libertad de decisión de Catalina, más tarde o más temprano, acabará triunfando por sobre los “derechos de control” ejercidos por Espartaco y otros como él.