La industria quiere captar al público concienciado pero conceptos como biodegradable o compostable son más estrategias de “greenwashing” que soluciones reales para el medioambiente
El informe “Tirando el futuro” de Greenpeace cuestiona alternativas como el papel que solo trasladan el problema a otros ecosistemas como los bosques
Muchos plásticos se venden como reciclables pero la realidad es que solo se ha reciclado el 9% del plástico del planeta
Para finales de este año, la producción e incineración de plástico a nivel mundial emitirá el equivalente a 189 centrales de carbón
Por Greenpeace
“Las alternativas a los envases de plástico son los reutilizables y recargables. No hay más”. Con estas palabras, el responsable de la campaña de plásticos de Greenpeace, Julio Barea, ha resumido el espíritu del informe “Tirando el futuro” con el que Greenpeace quiere alertar de las falsas soluciones que las marcas y los supermercados ponen en circulación para ganar clientes.
El plástico no es bienvenido en el medioambiente puesto que solo genera problemas. Además de la avalancha plástica que padecen ecosistemas como los océanos, el 99% del plástico procede del petróleo o el gas, cuya extracción y refinado contribuyen al cambio climático. Para 2050, las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero relacionadas con el ciclo de vida del plástico podrían representar hasta el 10-13% del “presupuesto” disponible que nos queda de emisiones. Asimismo, se estima que para finales de 2019, la producción e incineración de plástico a nivel mundial emitirán el equivalente a 189 centrales de carbón, algo insostenible en la situación de emergencia climática en la que nos encontramos. Y, por si fuera poco, el plástico necesita aditivos químicos para mejorar su estabilidad, flexibilidad y apariencia, entre ellos, sustancias cancerígenas y disruptores endocrinos como los ftalatos.
Por suerte, cada vez más personas conocen los problemas que genera el plástico en el medioambiente y demandan cambios. Pero las marcas y supermercados, en lugar de ofrecer alternativas reales, se limitan a disfrazar la situación con falsas soluciones:
Del plástico al papel o cómo trasladar el problema a otro ecosistema
La industria de la pulpa y el papel, la tala y las plantaciones industriales de árboles a gran escala, provocan la degradación y pérdida de bosques naturales, emitiendo grandes cantidades de CO2. Además, los sistemas de reciclaje de papel de muchos países son incapaces de producir suficiente fibra reciclada de calidad, por lo que papel y cartón terminan inservibles en vertederos e incineradoras.
“Bioplásticos”: la nueva moda para el lavado de imagen
Algunas empresas están cambiando plásticos derivados de combustibles fósiles por plásticos de origen biológico que, a menudo, se publicitan erróneamente como biodegradables o compostables.
Pero, en realidad, solo el 1% del plástico disponible en el mercado es de origen biológico, fabricado con material como maíz o caña de azúcar y en su mayoría se sigue componiendo parcialmente de plástico de origen fósil. La gente piensa que al tener algún origen biológico es “degradable” y se descompone fácilmente pero las condiciones de temperatura y humedad necesarias para ello rara vez se dan en el entorno natural, descomponiéndose simplemente en trozos hasta generar microplásticos. Además, en la producción del plástico de origen biológico se pueden emplear aditivos químicos similares a los de la producción convencional.
Envases reciclados y reciclables
El conocido icono del triángulo de flechas que vemos en muchos envases indica que ese producto debe tirarse al contenedor amarillo, pero no es una garantía absolutamente de nada. Se estima que sólo se ha reciclado el 9% del plástico mundial. En nuestro país, según denunciamos este mismo año en el informe “Reciclar no es suficiente”, solo se reciclan alrededor del 25% de los envases plásticos y el resto termina contaminando, bien en incineradoras, vertederos o directamente desperdigado por el medioambiente. Aunque el sistema funcionara correctamente, que no es el caso, no tendría capacidad de reciclar al ritmo de producción: solo en 2017, el mercado de los envases de plástico flexible (envoltorios, bolsas, sobres monodosis…etc) creció un 19%. Ni el reciclaje convencional (que genera un plástico de menor calidad) ni el químico (problemático por la emisión de sustancias peligrosas y la gran cantidad de energía que necesita) están siendo soluciones reales.
En definitiva, ¿qué deben hacer las empresas de bienes de consumo rápido y los minoristas? Desde luego, estas estrategias de “greenwashing” o lavado de imagen no son la solución. La única vía es ser transparentes, priorizar la reducción e invertir en sistemas de distribución reutilizables y recargables. “Todo lo demás, a día de hoy, es un engaño o, en el mejor de los casos, pan para hoy y hambre para mañana”, concluye Barea.