Por Florencia Varas*
Recuerdos de un gran maestro, psiquiatra de buscadores
Nació en Chile, murió este año el 12 de Julio en Berkeley California, pero en realidad, como todos los seres libres, fue un ciudadano del planeta.
Cuando lo conocí a inicios de los años 70, se describió a sí mismo como Psiquiatra de buscadores, venía llegando de California, maravillado por la libertad que había experimentado en el entorno. La Gestalt estaba en su apogeo con Fritz Perls, el uso de drogas para expansión de la conciencia con Aldous Huxley y Timothy O’Leary, Idries Shah, impartía cursos de enseñanzas de Sufíes y religiones orientales, los hippies, el movimiento de las flores, haga el amor y no la guerra, nunca antes se había experimentado un ambiente tan liberador y de esperanza en los Estados Unidos y especialmente en California.
Gracias a él, en Chile tuvimos la suerte de tener acceso a estas terapias, participamos en grupos de Gestalt, Fisher Hoffman, Eneagrama, en algunas sesiones de drogas, impartidas por Claudio.
Eran grupos destinados a lo que él llamo de buscadores espirituales.
Era un hombre tímido, modesto, muy reservado, tenía el gran don de percibir y dar con el problema de inmediato. En las sesiones de Gestalt una persona del grupo se sienta sola en el centro, en lo que se llama silla caliente, y pregunta lo que desea saber sobre una situación determinada. Claudio con su respuesta, rápida y a veces irónica daba en el clavo.
Esa fue una de las experiencias mas reveladoras que tuve de él y también en el grupo eneagrama nos decía que diagnosticáramos nuestro grupo según las características de los 9 grupos, que él ha definido con sus fijaciones correspondientes y ya estábamos listos con nuestras neurosis, mirándonos los cuatro con los cuatro, los uno con los unos, los seis con los seis, y así sucesivamente, en un juego divertido y revelador.
Eran jornadas intensas en que llegábamos abrumados con nuestras pesadas mochilas en la espalda y salíamos sin equipaje, volando con nuestras alas desplegadas.
Asistir a sus grupos era como jugar y saber exactamente cuáles eran nuestras neurosis, cambiarlas o no, ya era nuestro problema.
Su gran talento, unido a su humildad y modestia, eran extraordinarias.
Se auto clasificaba a sí mismo como un 5. Es el grupo que se guarda para sí mismo, que no necesita nada de los demás, el avaro, en términos neuróticos, pero llega a ser el Budha, eliminada la neurosis.
Claudio Naranjo estudió medicina, música y filosofía en Chile.
Después de trasladarse a los Estados Unidos, forma parte del Instituto Esalen, y es uno de los tres sucesores de Fritz Perls, el creador de la Gestalt.
Su peregrinaje vital lo hace tomar contacto con diversos Maestros: Oscar Ichazo, quién según palabras de Claudio, lo hizo cruzar el Mar Rojo de su vida en un retiro solitario en el desierto en Arica; Tarthang Tulko Rinpoche, un lama tibetano en Estados Unidos; Kharmapa, el Papa Tibetano en lo espiritual; Swami Muktananda y en su adolescencia en Chile, el escultor Totila Albert.
Claudio Naranjo es Fundador del Programa SAT que tiene sede en Chile, Brasil, México, Colombia, Argentina, España, Italia. Se le considera uno de los pioneros del Movimiento del Potencial Humano y su introducción en las ideas del cuarto camino entre la psicoterapia y las tradiciones espirituales.
Me gustaría transcribir aquí una de sus respuestas publicadas en mi libro «Amor y Desesperanza» ( 1999):
Pregunta: ¿Claudio, cómo ves la potencialidad del ser en el camino hacia la conciencia? ¿Qué capacidades tiene el hombre mas allá de sus capacidades ordinarias?
Respuesta: Las ordinarias son las más importantes que la gente cree que tiene, pero que no tiene de verdad. La capacidad amorosa verdadera, se habla mucho del amor, pero lo que se llama amor es generalmente una seducción idealizada. La capacidad de relaciones fraternales entre la gente es muy mínima, se sacrifica lo amoroso por todo tipo de intereses.
Está también el trabajo espiritual, hacia una mayor conciencia, la vida se pone bastante milagrosa para el que va avanzando en el camino.
La persona que tiene sabiduría es como un velero que sabe navegar, que conoce las mareas, los vientos, no dejarse llevar por los vientos, sino que usar los viento para ir donde quiere ir, buscar su dirección como una colaboración con la vida, con las fuerzas, colaboración con el destino, con el accidente, es mucho menos complicado que la persona neurótica o ciega, que está siempre en contra de lo que ocurre, dándose cabezazos en contra de las murallas.
*Florencia Varas es periodista, agregada cultural en Inglaterra desde 1990 a 1994, ex corresponsal de los periódicos The Times y Sunday Times, de Londres.