/Texto: Macarena Strube/ Fotografías: Daniela Anomar/
Nunca como chilenos y chilenas imaginamos la explosión social que nacería luego que un grupo de estudiantes secundarios comenzaran a evadir el metro de Santiago debido al alza en el precio de los pasajes.
Fue hace exactamente una semana que el pueblo chileno se tomó de las manos para caminar juntos en esta lucha. No teníamos claridad en que terminaría, pero sabíamos que ese era el camino. Con cacerolas en la mano y una cuchara de madera comenzamos de a poco a exigir nuestros derechos, derechos que en nuestra actual constitución no están garantizados y que a gritos pedimos: Una nueva constitución.
Han sido siete días de marchas, cacerolazos, gritos, represión, tortura, muertes, violaciones y abusos sexuales; pero ayer viernes 25 de octubre, Santiago y las principales ciudades del país volvieron a decir basta. Más de un millón de personas llenamos la principal avenida de la capital exigiendo lo que al pueblo le corresponde: DIGNIDAD.
La lucha recién comienza, los cambios deben ser estructurales y no nos cansaremos hasta que la constitución creada por el dictador y tirano Augusto Pinochet, se modifique en su totalidad. Los chilenos y chilenas de todo el país sabemos que no será fácil ni rápido, pero “Chile Despertó” y nadie nos callará, el poder lo tiene el pueblo y avanzaremos por un país más justo y equitativo.