Seguir siendo lo que son es la demanda profunda de quienes habitan el territorio mexicano desde antes de que lo fuera. Son 68 los pueblos, naciones, tribus y barrios indígenas que mantienen tierras, recursos naturales, culturas, lenguas y organización ancestral en todo México. Sobre sus territorios se pretende la construcción de diversos proyectos que promueven el desarrollo, pero, como se preguntaba Samir Flores Soberanes, defensor nahua y comunicador comunitario asesinado en febrero pasado, “desarrollo para quién”.
El Tren Maya, el Corredor Transístmico y proyectos energéticos como el Proyecto Integral Morelos (PIM) forman parte de las prioridades presidenciales de este sexenio. Los tres proyectos están sobre zonas indígenas, lo cual no es casual, pues sobre estos territorios se encuentran montañas, aguas, bosques, vientos y subsuelos del país y, por supuesto, la mayor riqueza cultural.
En sus primeros nueves meses en la presidencia de México (del primero de diciembre de 2018 al 1 de septiembre de 2019), el presidente Andŕes Manuel López Obrador ofreció alrededor de 180 conferencias de prensa matutinas, más los discursos en actos públicos y tres informes de gobierno. Las voces de los pueblos indígenas que no están de acuerdo con su programa de desarrollo, que califican sus proyectos como neoliberales y que cuestionan las consultas alejadas del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), no han tenido cabida en esos 21 mil 600 minutos de micrófonos y flashes puestos a disposición de la figura presidencial. Ellos y ellas tampoco tienen lugar en los actos en los que se promueven estos proyectos en los estados afectados, pues el presidente no ha escuchado directamente a ninguna comunidad que se oponga o se mantenga crítica.
En «Derecho de réplica. Hablan los pueblos», nos propusimos voltear el micrófono y la cámara e ir a recoger las voces e imágenes no contempladas, las inconformes, las que no caben ni se adaptan al ofrecimiento del «progreso», pues insisten en la vida campesina y en la permanencia de su cultura.
Voces de ocho de las más de 60 comunidades nahuas de Morelos, Puebla y Tlaxcala integran el reportaje multimedia “Un megaproyecto en tierras de Zapata”, sobre la termoeléctrica de Huexca, un acueducto y un gasoducto que, aunque están prácticamente terminados, no han podido operar por la movilización social y los amparos ganados. La figura de Emiliano Zapata sigue viva en estos pueblos, y a ella se suma ahora la de Samir Flores Soberanes, iniciador de la lucha contra este proyecto, asesinado el 20 de febrero de 2019.
De Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas son los indígenas que se empeñan en defender territorio y cultura. No son los mayas de museos y de sitios arqueológicos, sino los del presente, con su vínculo con la naturaleza y una cultura heredada de grandes matemáticos y astrónomos, los que quieren seguir sembrando, danzando, rezando y pensando en su lengua. Sienten que el proyecto del Tren Maya los amenaza, y en «Su riel, nuestra tierra» explican sus motivos.
Sobre los 260 kilómetros del Istmo de Tehuantepec, en la cintura de México, se asientan doce pueblos originarios distribuidos en más de 500 comunidades chinantecas, chochocos, chontales, huaves, mazatecas, mixtecas, mixes, zapotecas, nahuatlacas, popolucas y zoques. Todas han resistido a los proyectos que se les presentan de la mano del llamado progreso. Y hoy no es la excepción. Un Corredor Interoceánico concebido por gobernantes de ayer y de hoy se planea nuevamente sobre sus territorios. “Puede ser la última batalla”, sienten en el Istmo.
Para la realización de los tres reportajes los equipos de periodistas convocados por Desinformémonos caminamos por nueve estados de la República. Se recogieron 116 testimonios en representación de 35 organizaciones indígenas y campesinas de 40 comunidades y localidades, y se elaboraron, por proyecto, video, fotoreportaje y texto, puestos a disposición en descarga libre.
Se presentan también las explicaciones oficiales al final de cada proyecto. La palabra del gobierno federal, el desarrollo institucional y su oferta a los pueblos, pero el corazón de este trabajo es la palabra de los indígenas no contemplados ni escuchados, de los que no aspiran a ser parte de un mundo alejado del suyo. Por eso, aquí, hablan los pueblos.
Por Gloria Muñoz Ramírez
Ciudad de México, septiembre de 2019