Por Thalif Deen
– Los dos objetivos clave en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) son los de la erradicación de la pobreza extrema y del hambre.
Pero la mayoría de las naciones del Sur Global, que actualmente luchan en una batalla perdida contra el aumento de la pobreza y el hambre, y que sufren los impactos más devastadores del cambio climático, ya parecen derrotados en alcanzar en ese año límite de 2030 la mayoría de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), según el último informe del secretario general de la ONU, António Guterres.
Jens Martens, director ejecutivo del Foro sobre Política Global, con sedes en Nueva York y Bonn, dijo a IPS que cuatro años después de la adopción de la Agenda 2030, la mayoría de los gobiernos se apartan de las medidas para cumplir los ODS.
Recordó que los informes recientes de la ONU, incluidos el Informe Global de Desarrollo Sostenible y el Informe Spotlight 2019, muestran que en muchas de las 169 metas establecidas en los ODS no hay ningún avance y en algunos hay incluso retrocesos.
“Los patrones destructivos de producción y consumo han acelerado aún más el calentamiento global, aumentado el número de eventos climáticos extremos, creando vertederos de desechos plásticos incluso en los lugares más aislados del planeta y aumentado dramáticamente la pérdida de biodiversidad”, afirmó.
El especialista, quien ha coordinado Grupo internacional de Reflexión de la sociedad civil sobre la Agenda 2030, señaló que la mayoría de los gobiernos no han logrado convertir la proclamada visión transformadora de esa agenda en políticas que generen un cambio real.
“Aún peor, el chovinismo y el autoritarismo nacional están en aumento en un número creciente de países, lo que socava gravemente el tejido social y el espíritu y los objetivos de la Agenda 2030”, aseguró.
Y en vísperas de una Cumbre sobre los ODS, el 24 y el 25 de septiembre, el Instituto de Desarrollo de Ultramar (ODI, en inglés), con sede en Gran Bretaña, ha publicado un nuevo informe que predice que se espera que al menos 430 millones de personas vivan en pobreza extrema para 2030, incrementando en 7,5 por ciento las proyecciones anteriores.
Esa cumbre será precedida el día 23 por otra, dentro de una semana histórica de reuniones de alto nivel en la sede de la ONU en Nueva York, dedicada a la Acción Climática, otro tema acuciante donde países determinantes han rebajado sus compromisos, cuando no los han abandonado, para contener el calentamiento global en niveles que garanticen la vida del planeta.
En una señal preocupante de que los esfuerzos globales para reducir la pobreza extrema están fallando, los nuevos cálculos de ODI encuentran que, en comparación con las cifras publicadas el año pasado, 30 millones de personas adicionales vivirán con menos de 1,9 dólares al concluir la próxima década.
Jesse Griffiths, jefe del programa de Estrategia de Desarrollo y Finanzas de ODI, dijo a IPS que muchas economías de mercados emergentes como China e India han ido reduciendo rápidamente la pobreza, pero en muchos de los países más desfavorecidos del mundo, la situación ha empeorado.
Puntualizó que la investigación de ODI sugiere que 430 millones de personas vivirán en la pobreza para 2030, y la pobreza se concentrará cada vez más en los países más pobres.
Receta para derrotar a pobreza extremaEl informe de ODI hace recomendaciones clave para que los gobiernos y los donantes pongan fin a la pobreza extrema para 2030.
Según establecen sus autores, los gobiernos de los países más pobres deberían:
Aumentar sus ingresos fiscales en una cuarta parte, hasta el nivel máximo que les sea económicamente factible.
Asignar la mitad de su gasto público a salud, educación y protección social, como Etiopía y Tanzania se han acercado ya a establecer.
Los donantes, por su parte, deberían:
Asegurar que todos los donantes cumplan con el objetivo de la ONU para la Ayuda Oficial al Desarrollo, siguiendo el ejemplo de otros donantes importantes como Dinamarca, Gran Bretaña, Noruega y Suecia.
Duplicar la parte de la ayuda otorgada a los países más pobres de una cuarta parte del total a la mitad, siguiendo la medida de Irlanda.
En el informe titulado “Financiando el fin de la pobreza extrema: ODI 2019”, los investigadores concluyen que la pobreza extrema podría erradicarse si los gobiernos de los países más desfavorecidos aumentaran sus ingresos fiscales en una cuarta parte y los países donantes del Norte industrial cumplieran con el compromiso de dedicar el 0,7 por ciento de su producto interno bruto (PIB) a la asistencia internacional.
El autor principal del reporte, Marcus Manuel, investigador asociado principal de ODI, dijo que “sabemos que la pobreza extrema podría eliminarse, pero esta investigación muestra que, sin grandes cambios, cientos de millones de personas seguirán viviendo con menos de 1,9 dólares diarios para 2030”.
El especialista reconoció que el crecimiento económico ayudará a que millones de personas salgan de la pobreza extrema, “pero muchas se quedarán atrás”.
“Esto no tiene porqué suceder”, insistió.
El desafío clave para los países y organizaciones donantes es si están dispuestos a aumentar su esfuerzo financiero y enfocar mejor sus gastos para cumplir con su compromiso de garantizar que nadie tenga que vivir en la pobreza extrema.
En ese sentido, Martens dijo que la implementación de la Agenda 2030 no es solo una cuestión de mejores políticas. Los problemas actuales de desigualdades crecientes y patrones de producción y consumo insostenibles están profundamente conectados con las jerarquías de poder, las instituciones, la cultura y la política que dominan el mundo.
Por lo tanto, a su juicio, la reforma de las políticas es necesaria pero no suficiente. “Lo que necesitamos son reformas fundamentales de gobernanza en todos los niveles, incluso en las Naciones Unidas”, señaló.
Martens dijo que los gobiernos establecieron el anual Foro Político de Alto Nivel sobre Desarrollo Sostenible (HLPF, en inglé) como el organismo central de la ONU en la supervisión de los avances de los ODS a nivel mundial.
Pero, argumentó, en comparación con otros ámbitos políticos, como el Consejo de Seguridad o el Consejo de Derechos Humanos, el HLPF se mantiene como un órgano débil y basado en el voluntarismo de los países.
“Con una agenda de igual importancia, el HLPF debería transformarse en un Consejo de Desarrollo Sostenible, apoyado con maquinaria complementaria a nivel regional y temático”.
Lamentablemente, señaló Martens, no se espera que la Cumbre sobre los ODS, la primera que se realiza desde su aprobación en 2015, tome este tipo de decisiones fundamentales y necesarias. El resultado oficial ya está claro: una declaración política con el ambicioso título “Preparándose para una década de acción y compromiso para el desarrollo sostenible”.
En el borrador de esa declaración, los gobiernos prometen un “mayor nivel de ambición” en la implementación de los ODS y enfatizan la “necesidad urgente de una acción acelerada en todos los niveles”.
“El hecho de que los gobiernos lo hayan dejado la declaración en este nivel de abstracción y vaguedad fue el precio de poder alcanzar una declaración de consenso”, ante las reticencias de gobiernos populistas de derecha, como los del estadounidense Donald Trump o el brasileño Jair Bolsonaro, agregó el director del Foro sobre Política Global.
La esperanza, dijo, está en que existe un movimiento mundial de cambio en rápido crecimiento que toma muy en serio el compromiso de la Agenda 2030 de “trabajar en un espíritu de solidaridad global”.
“Esperemos que el año 2020, con sus ocasiones oficiales, particularmente el 75 aniversario de la ONU, brinde la oportunidad de traducir los llamados de este movimiento por la justicia social y ambiental en pasos políticos hacia un nuevo multilateralismo democrático”, declaró.
Pero Griffiths, del ODI, se mostró pesimista en que los donantes canalicen fondos de ayuda de los que dependen los cumplimientos de los ODS y en particular la pobreza extrema y el hambre por parte de los países menos favorecidos.
“Lamentablemente los donantes están colectivamente a menos de la mitad del camino, aportando solo 0,31 por ciento de su PIB en 2018 ”, afirmó.
El año pasado, solo Dinamarca, Gran Bretaña, Luxemburgo, Noruega y Suecia cumplieron con el aporte de 0,7 por ciento del PIB a la ayuda internacional, según el Comité de Asistencia para el Desarrollo (DAC, en inglés), que establece las reglas de que puede incluirse en esa ayuda. Y hay dudas que por sus dimensiones, Luxemburgo puede participar en la lista.
T: MF