Alexandra Minna Stern, Universidad de Minchigan para The Conversation

Nacionalistas blancos alrededor del mundo se están apropiando del lenguaje del ambientalismo.

El supermacista blanco que presuntamente asesinó a 22 personas en El Paso a principios de agosto, Patrick Crusius, público un tedioso discurso de cuatro hojas en el chatroom 8chan. En él, el asesino atribuye su ataque a la “Invasión de hispanos en Texas” y al inminente “reemplazo étnico y cultural” de los estadounidenses blancos.

Crusius también hace una referencia directa al largo manifiesto escrito por Brenton Tarrant, quien presuntamente asesinó a 52 personas en marzo durante ataques contra mezquitas motivados por la islamofobia en Christchurch, Nueva Zelanda.

El tirador de Christchurch, denominado a sí mismo como “ecofacista”, cree que no existe “nacionalismo sin ambientalismo.” El asesino de El Paso, tituló a su perorata como “Una verdad incómoda”, al parecer, en referencia al documental de Al Gore de 2006, donde advierte los peligros del cambio climático. También alabó a “El Lorax”, un cuento clásico del Dr. Seuss sobre la deforestación y la codicia corporativa.

La preponderancia de temas ambientales en estos manifiestos no es una singularidad. Más bien, indica el surgimiento del ecofacismo como una ideología central del nacionalismo blanco contemporáneo, corriente que descubrí realizando estudios para mi reciente libro, “Proud Boys and White Ethnostate: How the Alt–Right Is Warping the American Imagination.” (Muchachos Orgullosos y el Etnoestado Blanco: Cómo la derecha alternativa está distorsionando la imaginación de los estadounidenses).

Las raíces del ecofascismo

Los ecofascistas combinan sus ansiedades sobre los cambios demográficos que ellos definen como “la extinción de los blancos”, con fantasías de tierras prístinas, libres de personas que no son blancas y de contaminación.

El origen del ecofascismo se remonta a princios de 1900, cuando las nociones románticas de comunión con la tierra se apoderaron de Alemania. Estas ideas se expresan en el concepto de “lebensraum” o espacio vital, con esfuerzos de crear una exclusiva paternidad aria en la que el nacionalismo racial de “sangre y tierra” reinaba supremamente. El concepto de lebensraum fue parte integral de las políticas expansionistas genocidas del Tercer Reich.

Existe una gran discusión que relaciona a la xenofobia con la derecha ambientalista. En Estados Unidos, aparecieron concentraciones de ecofascismo en el incipiente movimiento ambiental propugnado por racistas como Madison Grand,quien en los años 20 defendió la preservación de la flora nativa, en especial, de los árboles de secoya de California, mientras santanizaba a los inmigrantes que no eran blancos.

Después de la Segunda Guerra Mundial, en nombre de la protección de bosques y ríos, organizaciones nativistas, contrarias a los refugiados que no venían de países europeos, avivaron los temores de sobrepoblación e inmigración desenfrenada.

Un meme popular entre los de extrema derecha y ecofascistas dice: “save trees, not refugees” (salva árboles, no refugiados). A menudo, los memes ecofascitas toman formas de emojis, como la popular runa nórdica conocida como Algiz o runa “de la vida”. Esta runa, predilecta de Heinrich Himmler y la SS, es uno de los muchos símbolos alternos para las esváticas que circulan en redes que hacen una señal de llamado con “silbato de perro” a las alianzas neonazistas.

Ecología Profunda

Muchos ecofascistas de la actualidad se sienten atraídos por la “ecología profunda”, filosofía desarrollada por el noruego Arne Naess a principio de los 70. Naess quería hacer una distinción entre la “ecología profunda”, que caracterizó como una veneración a todos los seres vivos, y lo que el veía como una caprichosa “ecología superficial”.

Lanzaron al vacío la creencia del valor de diversidad biológica de Naess. Los pensadores de extrema derecha corrompieron a la ecología profunda imaginando que el mundo es intrínsecamente desigual y que las jerarquías raciales y de género son parte del diseño de la naturaleza.

La ecología profunda rinde homenaje a una conexión casi espiritual con la tierra. Como expongo en mi libro, según la versión de los nacionalistas blancos: solo los hombres (blancos o europeos) pueden verdaderamente entrar en comunión con la naturaleza de forma significativa y trascendental. Esta búsqueda cósmica alimenta sus deseos de preservar (por la fuerza si es necesario) tierras puras para los blancos.

Los nacionalistas blancos de hoy contemplan al ecofascista finlandés Penntti Linkola, quien aboga por una restricción estricta migratoria: “la restitución de la vida preindustrial y de medidas autoritarias para mantener la vida humana dentro de límites estrictos.”

Reflexionando sobre las ideas de Linkola, la revista electrónica nacionalista blanca “Conter-Currents” impulsa a los hombres blancos a tomar medidas ecofascistas diciendo que es su deber  «salvaguardar la santidad de la Tierra».

¿Por qué no se aplican sellos partidistas?

Este trasfondo ayuda a explicar por qué el asesino de Christchurch se llamó a sí mismo “ecofascista” y discutió sobre problemas ambientales en su confuso y tedioso discurso.

El asesino de El Paso dio más ejemplos específicos. Además de mencionar a “El Lorax”, criticó a los estadounidenses por no reciclar y al desperdicio sin sentido de plásticos de un solo uso.

Sus cruzadas para salvar a las personas blancas de la supresión a causa del multiculturalismo y la migración reflejan sus campañas para proteger a la naturaleza de la destrucción ambiental y la sobrepoblación.

La opinión común entre la población es que el ambientalismo es terreno de los liberales, si no es de la izquierda, comprometidos con la justicia ambiental y la neutralidad de emisiones de carbono.

Sin embargo, la ubicuidad de las preocupaciones ambientales entre los nacionalistas blancos muestra que las distinciones entre liberales y conservadores no son necesariamente pertinentes para evaluar las ideologías de la extrema derecha de hoy.

Si las tendencias actuales continúan, el futuro será una intensificación del calentamiento global y patrones climáticos extremos. Habrá un aumento en los refugiados climáticos que, a menudo buscarán un respiro en el hemisferio norte. En este contexto, creo que los nacionalistas blancos estarán preparados para incorporar el panorama de las catástrofes climáticas con sus ansiedades por la extinción de los blancos.

Las proyecciones del censo indican que cerca del 2050, Estados Unidos se convertirá en un país mayoritario de gente no blanca. Para los nacionalistas blancos, este reloj demográfico suena más fuerte cada día. Tanto el tirador de Christchurch como el de El Paso alegan a la teoría del «Gran Reemplazo», o a la idea distorsionada de que los blancos son superados demográficamente (hasta el punto de la extinción) por inmigrantes y otros grupos étnicos.

Dado los patrones que veo que están emergiendo, creo que el público necesita reconocer al ecofascismo como una peligrosa nube que se está formando en el horizonte.

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Alexandra Minna Stern es profesora de cultura estadounidense, historia y estudios de la mujer en la Universidad de Michigan.

Este artículo fue reeditado de The Conversation bajo una licencia de creative commons. Lea el artículo original aquí.


Traducción del inglés por Erika Rodriguez