Inciucio*. Este es el término más utilizado por Matteo Salvini para indicar cualquier hipótesis de nuevas mayorías parlamentarias que pudieran dar confianza a un nuevo gobierno sin pasar por las urnas.
Sinvergüenza. Este es el adjetivo que debe utilizarse para definir a Matteo Salvini, que denuncia el riesgo de inciucio. O uno podría molestarse con el clásico «pero de qué púlpito viene el sermón».
Sí, porque sólo ha pasado un año desde las últimas elecciones políticas: en esa ocasión el partido de Matteo Salvini se presentó en la campaña electoral dentro de la alianza de centro-derecha. La Liga obtuvo así la presencia de algunos parlamentarios en las listas de los partidos (73 diputados y 37 senadores), pero también de muchos otros elegidos en las circunscripciones uninominales que representan a la alianza (50 diputados y 21 senadores). Estos últimos fueron votados por los votantes de centro-derecha sobre la base del programa de alianza acordado con Forza Italia, Fratelli d’Italia y Noi con l’Italia UDC. Lo que sucedió entonces es bien conocido: la Liga no sólo tropezó con el Movimiento de las 5 Estrellas, sino que incluso traicionó a los otros partidos de la alianza, utilizando los votos y los escaños que se tomaron juntos para una alianza diferente, dando lugar al Gobierno del Conde.
Cabe destacar que los parlamentarios del M5S se han limitado a construir un acuerdo con otro partido (la Liga), sin traicionar ninguna alianza previamente sometida al juicio de los votantes, por lo que hoy es realmente increíble que Matteo Salvini se refiera al inciucio, que debería ser el último en pronunciarse sobre este aspecto, dada la obvia incoherencia que ha mostrado.
También cabe destacar que la actual ley electoral, principalmente proporcional, también fue votada por la Liga: es notorio que las leyes proporcionales presuponen la posibilidad (y a menudo la necesidad) de encontrar acuerdos y alianzas después de la votación, teniendo en cuenta los consentimientos y escaños obtenidos por cada partido.
La contradicción más evidente, sin embargo, se encuentra en la moción presentada por la Liga al Gobierno del Conde: Salvini y los ministros legistas no se han resignado hasta ahora con el paradójico resultado de que, si no abandonan los departamentos antes de la votación de su moción, tendrán que votar la desconfianza de sí mismos.
Una vez detectadas y señaladas estas inconsistencias, es hora de volver a razonar en el marco constitucional, que establece que la confianza en un gobierno proviene de una mayoría parlamentaria (art. 94) y no de alianzas electorales, contratos privados u otras fórmulas.
A menudo se pretende ignorar que en la Carta Fundamental está claramente escrito que cada diputado representa a la nación y desempeña sus funciones sin ninguna obligación de mandato (art. 67). Por esta razón, no hay tropiezos, traiciones u otras cosas maliciosas.
El Parlamento, como se desprende del significado del término, es el lugar donde los representantes elegidos por el pueblo soberano se comunican entre sí y se enfrentan con la tarea de aprobar leyes adecuadas para eliminar los obstáculos que impiden el pleno desarrollo de las personas y la participación efectiva de los trabajadores (art. 3) y con la necesidad de dar confianza a un Gobierno capaz de aplicar con competencia las normas promulgadas.
Quienes invoquen, cuando sea conveniente sobre la base de encuestas de opinión favorable, la vuelta a las urnas como un derecho, deben saber que es un deber ser fieles a la República y observar la Constitución y las leyes (art. 54). La soberanía pertenece al pueblo, que la ejerce en las formas y dentro de los límites de la Constitución (art. 1), y la Constitución dispone que toda disolución anticipada de las Cámaras es prerrogativa del Presidente de la República (art. 88).
Entre los parlamentarios, el conocimiento de la Constitución suele ser muy escaso. Ya sería un gran paso adelante que quienes deseen presentarse al Parlamento tuvieran que hacer un examen para demostrar que conocen al menos el texto de la ley fundamental de la República. La calidad de la clase política tendría un beneficio significativo.
*se utiliza para referirse a un plan o un acuerdo político confuso.
Traducido por Estefany Zaldumbide